ORIGEN GEOGRÁFICO DE CAMÉLIDOS EN EL PERIODO MOCHICA (100-800
AD).
1. Los camélidos domésticos sudamericanos, la llama (Lama glama) y la alpaca (Vicugna pacos), han desempeñado y siguen jugando un papel importante en la economía y creencias de las poblaciones andinas. En la época prehispánica, la llama era la única bestia de carga que aseguraba el transporte de mercancías de una región a otra, su lana servía para vestirse, su carne para alimentarse, su cuero y huesos para fabricar diversas herramientas y adornos, sus heces se utilizaban como combustible, sus entrañas para leer los augurios. La llama era utilizada también durante los rituales funerarios y todavía sigue siendo sacrificada para rendir homenaje a los antepasados y a las deidades (Flores Ochoa et al., 1994). A pesar de la importancia de las llamas y alpacas, sus modalidades de crianza, la gestión de los rebaños y la ubicación de las áreas de cría en la época prehispánica aún son poco conocidas. La presencia de estos animales en la costa peruana se demuestra a través de la presencia de innumerables restos óseos encontrados en muchos sitios de la época prehispánica (Bonavia, 1996; Goepfert, 2011; 2012; Lozada et al., 2009; Pozorski, 1976; 1979; Topic et al., 1987; Shimada & Shimada, 1981; 1985; Vásquez et al., 2003) y en particular los de la cultura Mochica que se desarrolló en la costa norte entre los años 100 y 800 d. C.
2. Ambas especies domésticas viven actualmente en la sierra, específicamente en la puna o altiplano, es decir en las zonas localizadas a más de 3 000 m de altitud. Sin embargo, están totalmente ausentes en las regiones bajas como la costa peruana, un desierto muy árido, área poco propicia a la crianza. La distribución actual de los camélidos ha influido durante mucho tiempo en las interpretaciones e hipótesis propuestas por los arqueólogos. En efecto, estos últimos no consideraron —o lo hicieron con un fuerte escepticismo— la posibilidad de una auténtica vida costeña de los camélidos en la época prehispánica. Por ejemplo, Pozorski & Pozorski (1979: 431) escribieron que:
3. Estos autores asumen que los camélidos encontrados en la Huaca Negra —un sitio formativo del valle de Virú— llegaron desde el «interior» de las tierras, refiriéndose probablemente a un sitio ubicado en la parte alta del valle o de la sierra, con el fin de ser utilizados en los rituales religiosos que se desarrollaban en el templo. Esta convicción ilustra el pensamiento general que subordinaba entonces el descubrimiento de estas especies en los sitios costeños a un origen externo, ubicado en la sierra. En un artículo de síntesis sobre las prácticas de crianza en la costa norte, Shimada & Shimada (1985) muestran la importancia cada vez más relevante de los camélidos a partir del fin del Periodo Intermedio Temprano y del Horizonte Medio. Según estos autores, los camélidos se criaban en la costa desde al menos la fase Moche V. Topic et al. (1987) insisten en la necesidad de diferenciar las especies domésticas de camélidos antes de tratar las modalidades de crianza. Para ellos, los datos fisiológicos de los animales y la utilización específica de los camélidos por los humanos (llamas para carga, alpacas para lana) condicionan el lugar de crianza. Para Topic et al. (1987), las alpacas no podían fisiológicamente ser criadas en la costa, lo que tiene como consecuencia que su lana fuese traída desde la sierra. Sin embargo, hay que tener más cuidado con estas correlaciones y con la atribución estricta de una especialización porque sabemos hoy día, por ejemplo, que la lana de llama era de una calidad sumamente fina para poder ser utilizada en la fabricación de textiles (Wheeler et al., 1992: 471-473). También, los hallazgos de El Yaral fechados de la cultura Chiribaya (600-1000 d. C.) sugieren que las alpacas vivían en la costa (Wheeler, 1996). Se podría argumentar que las poblaciones humanas prehispánicas practicaban una trashumancia hacia los valles medios y altos, desplazando sus animales hacia pisos ecológicos más ricos en recursos alimenticios y por lo tanto más favorables para la crianza de sus ganados antes de regresar a la costa. Sin embargo, esta hipótesis no concuerda con la presencia frecuente en los depósitos funerarios y sacrificiales mochicas de camélidos muy jóvenes, presentando una edad estimada de 3 a 9 meses (Goepfert, 2011; 2012). Estas crías eran demasiado frágiles para hacer largos viajes desde la puna hacia los valles de la costa. No existe, actualmente, testimonios etnográficos que demuestren la incorporación a las caravanas de animales de edad inferior a los 1,5-2 años (Flores Ochoa et al., 1994; Lecoq, 1987).
4. Si se admite que la distribución geográfica y las
preferencias ecológicas actuales de los camélidos son un fenómeno relativamente
reciente, debido a los movimientos de los rebaños durante el periodo
posconquista, las relaciones entre la zona costeña pacífica y la sierra peruana
quedan por ser documentadas. Los datos arqueológicos, zooarqueológicos
(Bonavia, 1996; Shimada & Shimada, 1981; 1985; Vásquez et al., 2001;
Wheeler, 1985; Wing, 1972; 1975) e isótopicos (DeNiro, 1988; Finucane et al.,
2006; Thornton et al., 2011) han proporcionado un primer enfoque sobre las
prácticas de crianza, pero no permiten responder todas las preguntas, en
particular las relativas a la movilidad y permanencia de los animales en la
costa. El objetivo de este trabajo es comprobar si el análisis isotópico
secuencial del esmalte dentario permite reconstruir el origen geográfico de los
camélidos cuyos restos óseos fueron encontrados en los sitios prehispánicos de
la costa del Pacífico. Presentamos aquí los primeros resultados de análisis
isotópicos seriados realizados sobre un sitio mochica (la Plataforma Uhle
ubicada en el sitio de las Huacas de Moche) que fueron comparados con los
obtenidos sobre un individuo actual de la puna (región de Arequipa). Se trata
de un proyecto exploratorio y es importante exponer su protocolo. Por lo tanto,
se hará hincapié en la metodología aún nueva en la zona andina.
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CULTURA MOCHICA: ETAPAS O PERÍODOS.
Período del comienzo, que tiene lugar entre 150 y 300 d.C. Durante el transcurso de esta época los mochicas se impusieron sobre la cultura Virú-Gallinazo, en el plano militar e ideológico, para imponer sus creencias.
Período de la expansión, que tuvo lugar desde 300 hasta 600 d.C. Fue el periodo de máximo apogeo de la cultura, con máximos logros, tanto en lo político como cultural. Se forma el Estado Mochica del Norte y el Estado Mochica del Sur. Sipán fue el centro principal del estado norteño y el valle de Moche fue del sureño.
El último período, denominado Ocaso. Período donde comienza
la decadencia entre 650 y 700 d.C., debido a la devastación que fue ocasionado
por el fenómeno climatológico el Niño. La jerarquía de los moches comenzó a
perder poder sobre la población, quienes comenzaron a revelarse debido a la
ausencia de distintos elementos como comida, colapso de santuarios, etc. A la
decadencia hay que sumarle la irrupción de los guerreros waris, quienes habían
iniciado su expansionismo, dando por cerrado el Intermedio Temprano y se abre
el Horizonte Medio.
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UN SACRIFICIO MASIVO DE NIÑOS Y
LLAMAS EN EL PERÚ DEL SIGLO XV
En 2016, cuando finalizaron las excavaciones en Las Llamas, habían aparecido los restos esqueléticos de más de 140 niños y niñas y más de 200 llamas que, con toda probabilidad, fueron sacrificados durante un ritual acaecido entre 1400 y 1450, según ha indicado la datación por radiocarbono de las cuerdas y textiles de los fardos funerarios. El dramático suceso ha sido enmarcado en la cultura chimú, a la sombra de Chan Chan, la floreciente capital del reino chimú, cuyas ruinas se encuentran a menos de un kilómetro de distancia. Sólo los incas comandaron un imperio más grande que el chimú en la Sudamérica precolombina: las superiores fuerzas incas pusieron fin al reino chimú alrededor del año 1475.
Las investigaciones científicas del sitio sacrificial de Las Llamas, financiadas por National Geographic Society, están siendo desarrolladas por Gabriel Prieto y John Verano, de la Universidad Tulane. Hay constancia de eventos sacrificiales humanos entre los aztecas, mayas e incas gracias a las crónicas coloniales españolas y a las excavaciones científicas modernas, pero "el descubrimiento de un evento sacrificial infantil a gran escala en la poco conocida y precolombina civilización chimú no tiene precedentes en el continente americano y puede que tampoco en el mundo entero", afirma Kristin Romey, la autora de un artículo publicado el jueves sobre el tema, una exclusiva de National Geographic.
Los 140 niños sacrificados tenían entre 5 y 14 años de edad,
la mayoría entre 8 y 12; las llamas tenían menos de 18 meses de edad. En un
estrato de lodo los arqueólogos han descubierto las huellas impresas por
adultos con sandalias, perros, niños descalzos y llamas jóvenes, con unas
marcas de deslizamiento que indican que los animales opusieron resistencia. La
fatídica procesión ritual ha sido reconstruida gracias a las huellas: el grupo
de niños y llamas fueron conducidos al sitio sacrificial, un mirador con vistas
al Pacífico, donde fueron sacrificados y enterrados los niños, mientras que los
cadáveres de las llamas fueron dejados tal cual en el fango húmedo. Los restos
esqueléticos (un esternón cortado por la mitad y costillas dislocadas)
evidencian el uso de una violencia macabra: sus pechos fueron abiertos,
probablemente para extraerles el corazón. Los restos de tres adultos, un hombre
y dos mujeres, también fueron hallados muy cerca y seguramente desempeñaron
alguna función en el evento sacrificial.
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LA PRODUCCIÓN DE TEXTILES: ICONOGRAFÍA.
También analizaremos el dato iconográfico proporcionado por
dos escenas de actividad textil. Con estos datos y la información recogida de
las excavaciones realizadas en la ciudad de las huacas del Sol y de la Luna,
elaboraremos un catálogo de los productos textiles, enfocaremos diferentes
aspectos de la producción como las identidades de los productores y de los
dueños de la producción, los medios de producción y la cadena operativa del
trabajo textil, y la distribución de los productos textiles y sus consumidores.
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CULTURA MOCHICA: EL JAGUAR.
La cultura moche se desarrolló desde el año 100 al año 800 d.C. Una cultura basada en el poder religioso –sus grandes señores y sacerdotes tenían «línea directa» con los dioses– que amplió sus territorios gracias a esa forma de control y a su prosperidad económica. Su dios principal era Ai-apaec, el creador del Universo, que era representado de muchas formas, pero siempre con colmillos –EL JAGUAR-puma, dios terrenal– y serpientes –dios del inframundo–. Era mediante la fusión del hombre con los animales como mostraban otras deidades: el hombre-zorro como el soldado, el hombre-búho como el sacerdote, el hombre-iguana como la muerte –porque crea sus nidos bajo tierra, en el inframundo–, etc.
Casi todo lo que se conoce sobre la élite moche es a través del dibujo de una pieza de cerámica –conocida como la pieza Larco, porque se encuentra en el museo Larco de Lima– que representa a las cuatro figuras más importantes de la cultura mochica: el señor, el sacerdote, la sacerdotisa y el sacerdote guerrero.
También a partir de la cerámica, se sabe que realizaban
sacrificios humanos, pero no de esclavos o prisioneros. Para decidir quién iba
a ser sacrificado a Ai-apaec, los grandes guerreros luchaban entre ellos con
sus mejores trajes. El primero que perdía su tocado –dejando al descubierto sus
cabellos– era sacrificado. Desnudo y atado era llevado a la sala del templo en
la que bebía el cactus del San Pedro –un fuerte alucinógeno–. Posteriormente
era degollado y su sangre recogida en una copa por el sacerdote. La copa era
entregada al señor que, frente al pueblo, ofrecía la sangre del guerrero a la
tierra como ofrenda. Los sacrificios humanos no eran habituales y se
«limitaban» a los momentos de cambios climáticos, sequías o lluvias
torrenciales, para aplacar a los dioses.