miércoles, 1 de junio de 2022

COSMOVISIÓN DE LA CULTURA MOCHICA - CERÁMICA MOCHICA: PIGMENTOS - ORGANIZACIÓN - PESCA.

COSMOVISIÓN DE LA CULTURA MOCHICA.

   El mundo de “arriba”, el mundo de “abajo”, y el mundo terrenal. Esa concepción del cosmos condicionará muchos aspectos de su vida y dará explicación mediante leyendas y mitos a aquellos sucesos que no se comprenden.
El mundo de “arriba” lo dominan fuerzas poderosas, como los astros, las lluvias, las tormentas o fuerzas extraordinarias sobre las que los seres vivos no tienen control alguno. Ese mundo fue representado en multitud de ocasiones por figuras de seres que tenían la capacidad de volar (las aves).
En cambio, el mundo de “abajo”, subterráneo, interior, oscuro y húmedo como un útero, es capaz de engendrar vida, es ese espacio donde se siembran y germinan las semillas. Es un mundo también de agua, de manantiales, lagunas y ríos. A ese mundo pasan los seres que mueren, representando así el ciclo de la vida. En esta ocasión los Mochicas eligieron a la serpiente como el animal que mejor representaba ese mundo simbólico de “abajo”.
El mundo de “arriba” y “abajo” se conectan en el “aquí y ahora”, en el mundo terrenal. Este era un espacio de conexión entre las fuerzas opuestas. El poder de este mundo fue representado por grandes animales felinos, como el jaguar y el puma (a su vez, grandes cazadores).
Esos mundos y sus representaciones fueron plasmados en multitud de objetos y gracias a su conservación a lo largo de estos siglos y al rescate de los mismos por parte de los arqueólogos hoy podemos acercarnos y comprender mejor la cultura mochica, su época, su concepción del mundo que les rodeaba y de su visión cosmológica. El tránsito, la interacción y la dinámica existente entre esos mundos fueron representados mediante espirales, motivos escalonados y volutas.
El contacto e interacción de esos tres mundos se lograba gracias a la práctica de una serie de rituales.

   Esas ceremonias permitían el contacto de los “dioses de arriba” con los “difuntos de abajo”. Mediante estas prácticas los habitantes del mundo terrenal podían propiciar la continuidad de los ciclos vitales de la naturaleza y asegurar ciclos regulares de la madre tierra, la Pachamama.
En los rituales los Mochicas depositaban sus ofrendas a los muertos y ofrecían sacrificios a los dioses. En muchas piezas de arte representaron esas escenas donde dioses, muertos y humanos interactúan durante la ejecución del rito. Gracias al arte Mochica se ha podido estudiar algunas de esas ceremonias, como aquella que se inicia con un combate y que finaliza con el sacrificio de los vencidos.
Otra de los ritos destacados era el “Brindis ceremonial”, donde los hombres y mujeres brindaban en comunidad con la chicha obtenida de la fermentación del maíz. En ocasiones, en épocas de sequías o malas cosechas los mochicas ofrecían a sus dioses sangre humana o de animales, todo para lograr la fertilidad de la tierra o la llegada de lluvias que irrigasen los campos. Esos sacrificios se solían realizar con copas de materiales excepcionales, como el oro o la plata y sólo podían ser manipuladas por el sacerdote o chamán.
Dentro de los rituales, destaca la importancia de venerar a los antepasados, a los muertos. En la cosmovisión Mochica, los muertos no fallecen, más bien dejan el mundo terrenal para adentrarse en otro mundo. La muerte, por lo tanto, representaban el tránsito de un mundo a otro. Ese proceso iba acompañado de una ceremonia y una representación que debía hacerse con sumo cuidado para que el fallecido lograse alcanzar su destino.

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CERAMICA MOCHICA: PIGMENTOS.

Los primeros análisis físico químicos sobre murales mochicas permitieron adquirir información sobre las mezclas pictóricas (fig. 1). El elemento colorante corresponde a un pigmento, generalmente, de origen mineral. El único pigmento orgánico es fabricado con carbón de madera de especie indeterminada, caracterizado en los sitios de La Mina y El Brujo (fig. 2) (Bonavia, 1985; Franco et al., 1994; Kakoulli, 1997; Sabana & Reyna, 1998; Bourgès, 1998; Scott et al., 1998; Wright, 2002; 2005). Sin embargo, estas investigaciones involucran, en cada caso, pocas muestras lo que no permite comprobar su veracidad y la representatividad de los resultados obtenidos. Se concentraron sobre la caracterización de las capas pictóricas, aunque los soportes permanecieron poco estudiados. Además, el protocolo experimental de laboratorio desarrollado era muy limitado y divergía según las investigaciones. La procedencia de los materiales permanecía indeterminada, aunque sea interesante constatar que los artesanos ceramistas o tejedores de la huaca de la Luna habrían explotado fuentes de arcillas locales (Chapdelaine et al., 1995; 2001).
La idea del añadido de productos orgánicos, de tipo aglutinante, es una simple conjetura, pues ningún análisis pudo caracterizarlo químicamente. Los datos bibliográficos y etnológicos permiten sin embargo sugerir el uso de sustancias de origen vegetal y animal (Petersen, 1970; Bonavia, 1985; Uceda & Tufinio, 2003; comunicaciones personales de Pedro Azabache y Julio Urbina, 2006).

Algunas observaciones permitieron obtener indicios sobre las técnicas de preparación del soporte. El muro de adobe habría sido alisado con un enlucido o revoque, sobre el cual se habrían plasmado los diseños con incisiones. De realizar una pintura, el artista habría aplicado un fondo blanco y en seguida los colores, en función de las zonas delimitadas. Si ejecutó un relieve, habría modelado los volúmenes con barro, sobre los cuales habría puesto el fondo blanco y luego los colores (Schaedel, 1951; Bonavia, 1985; Franco et al., 1994; 2003; Campana & Morales, 1997).
Los vestigios de herramientas utilizadas en la elaboración de murales moches son excepcionales. Solamente siete artefactos identificados como manos de moler fueron descubiertos en la Plataforma Uhle de Moche (Morales, 2000b). La utilización de broqueles o pinceles se limita a hipótesis propuestas gracias a comparaciones con artefactos Chimús o Incas, puesto que ninguna herramienta similar fue descubierta en contexto mochica.
Estos primeros estudios aportan pocos datos sobre la cadena operativa seguida por los artesanos pintores. Sin embargo, podemos identificar varias actividades distintas: la extracción de las materias primas, la preparación de los pigmentos y de las mezclas colorantes, la preparación de los soportes, la realización de los diseños, y la aplicación de la pintura sobre las superficies preparadas.

Por eso es importante entender la organización y la repartición de estas tareas entre los artesanos pintores. ¿Fueron los mismos artesanos quienes extrajeron los pigmentos, prepararon el muro soporte y aplicaron la pintura? ¿Cuál ha sido el estatus social de cada uno y su relación con la élite? Para intentar responder a estas interrogaciones vamos a proseguir con los análisis preliminares sobre los sitios de la huaca de la Luna, en el sitio de Moche en el mismo valle de Moche, de la huaca Cao Viejo en el complejo El Brujo en el valle de Chicama, de Castillo de Huancaco en el valle de Virú y luego de Sipán en el valle de Lambayeque (fig. 2). El número de muestras es representativo y corresponde a un área cronológica bastante amplia. Además, con un protocolo experimental completo podremos trabajar sobre la caracterización de los materiales minerales y su procedencia, pero también sobre los productos orgánicos. Cruzar los resultados adquiridos y los datos bibliográficos nos permitirá seguir la historia de las técnicas artísticas empleadas en un sitio particular y sobre todo el territorio, y entender la evolución en el espacio y el tiempo de la tecnología pictórica mochica.
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ORGANIZACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA DE LA CULTURA MOCHICA.
 
    Caracterizada por tener una organización política basada en la teocracia, el territorio de Los Moches se dividía en dos comarcas:
Mochica norte, ubicada en los valles de Lambayeque y Jequetepeque.
Mochica sur, situada en las planicies de Moche y Chicama, representaban el centro de esta cultura.
A pesar de que cada región poseía un gobernador, existían vínculos entre ambas. Absolutamente toda la administración política, cultura y religión estaban ligadas al poder, dándole al gobernador una potestad sacerdotal.  De esta forma, la función de los centros ceremoniales en la cultura Mochica eran administrativas, religiosas y gubernamentales.

Los Moches fueron un pueblo guerrero dado a la conquista de nuevos territorios que unían a través de un sistema de caminos con alcabalas de paso.
Como en otras civilizaciones, esta cultura se basaba en una sociedad estratificada por clases, de acuerdo a lo siguiente:
 
 Cie-quich, poseía la autoridad sobre todos los aspectos del pueblo.
Sus poderes mágicos eran dados por su descendencia con las deidades.
 
 Alaec o coriec, eran reyes supeditados al poder del cie-quich.
 Sacerdotes, estaban subordinados al cie-quich, y se encargaban de los ritos y ceremonias religiosas.
 
 Jefes militares, formado por la casta guerrera, que también tenía funciones religiosas.
 Pueblo, se componían de los artesanos, campesinos, pescadores y comerciantes.
 
 Yanas, hacían labores de servir a todos los estratos anteriores.
Otro de los rasgos donde esta cultura dejaba ver su marcada estratificación social era en la calidad y cantidad de ofrendas que poseían las tumbas.

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 CULTURA MOCHICA: PESCA
 
Debemos tener en cuenta que, la pesca, como toda actividad extractiva, para llevarse a cabo, es necesario conocer el estado y comportamiento de los recursos. En ese sentido, la pesca por sencilla que parezca implica tener conocimiento del mar en cuanto a sus mareas, a la localización de las especies y las técnicas adecuadas para su extracción. Evidentemente, los moches poseían una larga tradición de cómo desarrollar la actividad pesquera, pues a lo largo del litoral existieron desde épocas muy tempranas, asentamientos humanos dedicados a esta actividad, algunos de los cuales, aún podemos verlos actualmente como caletas tradicionales, tal es el caso de Guañape, Huanchaco, Monsefú, Pimentel, por nombrar sólo las más conocidas.
Si bien es cierto que la pesca a gran escala provenía del mar, no era éste la única fuente para la extracción de pescado. A parte de la pesca en los ríos en tiempos de lluvia, existe información que, eran lugares de pesca también, pantanos, lagunas, ciénagas y albuferas, que a lo largo de la costa existían en gran número. Las lagunas del litoral fueron muy importantes para proveer alimentos a la población desde los inicios del poblamiento costeño. Actualmente han desaparecido por la excesiva extracción de agua del subsuelo y por la desecación de éstas con fines agrícolas.
Importante información de cómo pescaban los mochicas, se puede obtener del registro gráfico que se hiso de esta actividad en los ceramios, pues en ellos se ha graficado no sólo la forma de pescar sino también las especies que se extraían. Por otro lado, las investigaciones arqueológicas reportan para este tiempo el hallazgo de anzuelos, arpones, cordeles y redes. Lo que pone de manifiesto las diferentes técnicas que usaron para extraer los recursos marinos. Mención especial debemos hacer de las embarcaciones para la pesca en alta mar, se destaca dentro de ellas, el “caballito de totora”, que por su sencilla fabricación, bajo costo, eficacia de maniobrabilidad y fácil traslado, hasta hoy podemos ver que todavía es usado en algunas caletas de pesca tradicional en la costa norte peruana. Quizá sea ésta la herencia tecnológica más importante que nos han dejado los moche. Según M. Rostworowski, “Los españoles …llamaron “caballitos” porque los naturales montaban en ellos con los pies en el mar”. (1981:106) También se usó embarcaciones hechas con troncos y odres, elaborado con cuero de lobos de mar. Mayormente estas embarcaciones se las representa asociadas al uso de redes.

En cuanto a las especies que pescaban los moche, podemos decir que, por ser el mar en esta parte del planeta muy abundante y variado en fauna, se ha registrado básicamente las mismas especies que actualmente se consumen, tanto de peces, moluscos, lobos, nutrias de mar (hoy casi extinguidas), y algas. En las lagunas se pescó la lisa ( Mugil cephalus), en los ríos el camarón y life, entre otros.

 

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