jueves, 25 de junio de 2020

GUERREROS SAMURAIS Y NINJAS.

LOS SAMURAIS: GUERRAS ENTRE CLANES DE JAPÓN.

En el año 794, el quincuagésimo emperador de Japón, Kanmu, decidió establecer su corte en una ciudad situada en el centro de sus dominios, la actual Kyoto, llamada por entonces Heian-kyo, «la capital tranquila y pacífica». Se inició así una larga y brillante fase de la historia japonesa, el llamado período Heian (794-1185), que estuvo marcado por el predominio de la gran aristocracia cortesana reunida en la ciudad imperial, entregada allí al cultivo de las artes y a la imitación de la refinada cultura del Imperio chino, auténtico modelo del Japón medieval.
Sin embargo, lejos de Kyoto, en las provincias más agrestes del país, empezaba a hacer su aparición un tipo de guerrero que pronto impondría su ley y que acabaría encarnando el espíritu japonés durante más de un milenio: el samurái.
Al principio, al samurái se le llamó de diversas maneras: tsuwamono, mononofu, bushi… A veces también se le llamaba yumiya hito, «gente de arco y flechas». Pero el término que acabó imponiéndose fue el de saburai, es decir, «servidores», de donde procederá la palabra que ha hecho fortuna en las lenguas occidentales, samurái. Sobre sus orígenes existen diversas tesis. La tradicional sitúa a los primeros samuráis o servidores armados como defensores de una propiedad agraria. Otros suponen que surgieron como soldados-cazadores en las provincias del este, o bien como soldados-marineros en las del oeste. También se ha afirmado que eran jinetes armados naturales de las provincias del este, conocidas por su abundancia de «buenos caballos, buenos arqueros y buenos chamanes». Otras teorías plantean que los primeros samuráis formaban parte de bandas de forajidos de las provincias del este que mantenían vínculos comerciales con las comunidades agrícolas vecinas, especialmente los ainus, la etnia autóctona del noreste de Japón.
Comoquiera que sea, en el siglo X los samuráis formaban ya una clase social muy bien definida, que se caracterizaba por la propiedad de la tierra y por la actividad guerrera. Su condición se transmitía incluso hereditariamente. Frente a estos poderosos guerreros, los campesinos sentían temor –pues el samurái iba armado–, mientras que la corte imperial y la refinada nobleza cortesana, obsesionadas con la idea de que la violencia conllevaba una contaminación, sentían desprecio ante un guerrero que era considerado impuro por la sangre que derramaba. Todo ello permitió a los samuráis dedicarse libremente a los asuntos militares y acrecentar su reputación guerrera. Fue así como a mediados del siglo XII los samuráis alcanzaron su madurez e irrumpieron con fuerza en la escena política japonesa.

Rebelión Heiji

En 1156, la muerte del emperador Toba desencadenó una guerra entre facciones de la nobleza, la llamada guerra Hogen. Cuatro años más tarde se produjo otro cruento conflicto por el control del trono imperial.. Ambas crisis revelaron a la corte imperial japonesa su propia debilidad y el decisivo poder de la clase de los samuráis para dirimir sus disputas.


ENFRENTAMIENTOS POR EL PODER.

Las guerras Hogen y Heiji sirvieron para afilar las espadas ante un conflicto aún más grave, las llamadas guerras Genpei (1180-1185). La denominación procede de la primera sílaba del nombre de los dos bandos de samuráis que se enfrentaron en ese conflicto: los Genji (o Minamoto, en lectura japonesa) y los Heike (o Taira). Estos últimos se habían hecho con el poder tras la rebelión Heiji, y desde aquel momento su líder, Kiyomori, no había cesado de maltratar a la nobleza y a la corte imperial. Finalmente, éstas buscaron socorro en el otro gran clan samurái, el de los Genji, los perdedores en la última crisis y que seguían lamiéndose las heridas en las provincias orientales del país. El líder de los Genji, Yoritomo, con la ayuda de su primo Kiso y de su hermanastro Yoshitsune, así como de otros clanes aliados, terminó por enarbolar la bandera de la rebelión contra los Heike y emprendió una guerra que duraría cinco años.
Uno de los protagonistas de este conflicto fue Yoshitsune, el mencionado hermanastro de Yoritomo. Las crónicas se explayan en sus acciones de inaudita osadía. Una vez, por ejemplo, descendió al frente de treinta jinetes por un despeñadero de cincuenta metros de altura, «con los ojos cerrados» para no ver la sima. Así pudo tomar por sorpresa a los guerreros Taira en su campamento, una acción que le dio la victoria en la batalla de Ichi-no-tani, en marzo de 1184. Al año siguiente, Yoshitsune se lanzó a una confrontación naval con los Taira, en Yashima, al sur del país. Se hizo a la mar en una noche de tormenta, tras obligar a punta de flecha a los marineros a que los llevaran a la orilla donde se encontraba el enemigo, pudiendo así, impulsados por un viento huracanado, cubrir en cuatro horas una travesía que habitualmente exigía tres días; tal fue el inicio de la batalla de Yashima, que concluyó también en un triunfo de los Minamoto. Los Heike se vieron obligados a replegarse al sur, llevando consigo, como emblema de su legitimidad, al heredero imperial, Antoku, un niño de ocho años.
Poco después de la batalla de Yashima, las dos flotas enemigas se avistaron en las aguas del estrecho de Dan-no-ura, entre las grandes islas de Honshu y Kyushu, al sur del país. Iban a librar la batalla más decisiva y famosa de la historia de Japón. La flota de los Genji, al mando de Yoshitsune, estaba formada por tres mil naves, mientras que la de los Heike, tras las defecciones de algunos clanes, sumaba mil navíos y varias decenas de embarcaciones chinas.La aparición de una inmensa nube sobre la flota de los Heike y los bancos de delfines que nadaban a su alrededor se interpretaron como signos de mal augurio para los rivales de los Genji.


EL COMIENZO DE LA BATALLA.

La batalla empezó con un intercambio de flechas al que siguió el combate cuerpo a cuerpo. Según las crónicas, «los samuráis de los dos ejércitos lanzaron sus gritos de guerra y ¡qué formidable estruendo produjeron! Diríase que su eco llegó a la mansión del dios Bonten, en el alto cielo, y a la del rey Naga, en el profundo mar». Inicialmente, la batalla parecía inclinarse en contra de los Genji; pero la estrategia de Yoshitsune y el súbito cambio de marea producido a media tarde resultaron desastrosos para la flota de los Heike. El mar pronto se tiñó de rojo por la sangre de los samuráis abatidos, mientras sus líderes, de dos en dos y cogidos de la mano, compañeros de armas, hijos y padres, se arrojaron al mar con sus pesadas armaduras: preferían morir antes que sufrir la ignominia de caer prisioneros.
Entre estas víctimas voluntarias se encontraba la viuda de Kiyomori, el señor de los Heike, que se lanzó resueltamente al mar desde el barco llevando en los brazos a su nieto, el emperador niño Antoku, en una de las escenas más dramáticas de la historia japonesa. Todavía hoy, dicen los japoneses, los caparazones de los cangrejos pescados en Dan-no-ura presentan toscas líneas que parecen reproducir el rostro angustiado de los suicidas. Lo más importante, en todo caso, fue que bajo las aguas de Dan-no-ura quedó sepultado para siempre el poder político de la corte imperial. Desde entonces, hasta la entrada de Japón en la corriente de la modernidad en el siglo XIX, el samurái y sus valores señorearon el país.


EL FIN TRÁGICO DEL HÉROE.

Yoshitsune, vencedor en Dan-no-ura y de la guerra Genpei, se convirtió a sus 26 años en el samurái más famoso del país, pero no pudo saborear su triunfo mucho tiempo. Pronto surgió una disensión entre él y su hermano mayor y líder del clan, el cruel Yoritomo. En efecto, Yoshitsune había intimado con la nobleza de la capital, hasta el punto de haber contraído matrimonio con una joven de esa clase y haber aceptado distinciones de la familia imperial; todo ello, sin pedir permiso a su hermano y jefe de su clan como establecía el código del vasallaje en esa época. Para Yoritomo, aquello era una traición imperdonable y decidió castigarla ordenando una persecución implacable contra su hermano. Así, el destino del joven vencedor de las guerras Genpei, inmortalizado por la literatura posterior, consistió en vagar durante tres años como fugitivo por mar y montaña, siempre acosado por los samuráis del líder del clan.
La persecución del joven héroe llegó a su fin en el río Komoro, en el norte del país. Allí, Yoshitsune, con su familia y un pequeño grupo de nueve seguidores, se vio rodeado por una gran fuerza de ataque de unos 30.000 hombres. No había escapatoria posible. Uno tras otro, los escasos partidarios que le quedaban fueron cayendo. Al final, apareció ante los perseguidores una figura enorme y solitaria, con su armadura negra plagada de flechas enemigas: era el fiel Benkei, un monje guerrero que había acompañado a Yoshitsune en todas sus aventuras y que resistía como un león malherido a fin de dar tiempo a su señor Yoshitsune a cumplir su deber de samurái: quitarse la vida. Los atacantes lo vieron inmóvil, esperando su asalto sin inmutarse; sólo cuando la brida de un caballo, al acercarse, derribó su cuerpo descubrieron que el temible Benkei había muerto hacía tiempo. Yoshitsune, entretanto, después de rezar el Sutra del Loto y componer un poema de despedida, ejecutó el seppuku, el suicidio ritual característico de los samuráis, no sin antes haber quitado la vida a su esposa y a su hija. Tenía treinta años. A partir de entonces pasó a ocupar un lugar distinguido en la larga lista de héroes trágicos tan queridos para el pueblo nipón. Y es que, extrañamente, en la mística del heroísmo japonés nada se valora más que el fracaso final.


LA GUERRA, INSPIRACIÓN POÉTICA.

Las guerras Genpei forman el núcleo narrativo de la principal fuente histórica sobre los primeros samuráis: el texto anónimo titulado Heike Monogatari, «El cantar de los Heike», un poema épico que puede compararse con la Ilíada de Homero. Los cientos de guerreros que, como Yoshitsune, desfilan en esta obra muestran los rasgos que caracterizarán a los samuráis durante toda su historia: obsesión y orgullo por el nombre, miedo visceral a la deshonra, destreza militar, desdén por la muerte y absoluta lealtad a su señor.
La asociación entre el suicidio y el honor, ilustrada por el ejemplo de Yoshitsune y de los cientos de samuráis Heike que se arrojaron a las aguas de Dan-no-ura, forma parte de la armadura espiritual del guerrero japonés. El samurái Wada no Yoshinori escribía en la Historia de los hermanos Soga, un breviario del código del antiguo samurái de finales del siglo XII: «El código de los samuráis dicta que la vida sea considerada menos importante que una mota de polvo; en cambio, el aprecio por el propio honor debe ser tenido en más peso que el mayor tesoro del mundo». En el Azuma kagami, obra histórica sobre los sucesos de los siglos XI y XII, el cronista utiliza una frase interesante para referirse a este menosprecio por la muerte: «Lograron el poder de la muerte del guerrero». Una frase que parece indicar que estos hombres poseían la entereza de morir y así triunfar sobre la muerte. Tan deshonroso era ser capturado en combate como seguir vivo en la misma batalla en la que el señor del samurái había perecido.


EL SEPPUKU. LA DESPEDIDA DEL SAMURAI.

Para salvar su honor y dar una muestra postrera de valor, desde el siglo XII los míticos guerreros de Japón se suicidaban mediante un método terrible, el hara kiri.
Aparte de los casos de derrota en una acción armada, existían otros motivos por los que un samurái podía decidir suicidarse, de acuerdo con el concepto de honor o bushido. Así, el seppuku podía ser una forma de expiar la culpa por un error (sokotsu-shi), de hacer pública una animadversión (funshi) o de protestar por una decisión injusta (kanshi). También para defender la propia inocencia (memboku) o acompañar al señor en la muerte (junshi).  No obstante, había que tener cuidado: Hattori Ujinobi recuerda que hubo un condenado "que tomó la espada del inspector e hirió a multitud de personas".
El código del samurái escrito por Yamamoto Tsumemoto en el siglo XVII decía: "El camino del samurái es la muerte". Con ello no se refería tan sólo a la muerte del guerrero en combate, sino también a su deber de suicidarse antes que aceptar la rendición. Desde los períodos más antiguos de la historia japonesa se pusieron en práctica diversos métodos de suicidio de honor, como el de arrojarse a las aguas con la armadura puesta o tirarse del caballo con la espada en la boca.
Pero el más conocido y emblemático fue el de rajarse el vientre con un puñal: el llamado hara kiri o, según el término más formal, seppuku. Aunque seguramente surgió con anterioridad, el primer caso documentado se remonta al siglo XII, concretamente a 1180, cuando el septuagenario samurái Minamoto no Yorimasa, al verse herido y acorralado al término de una batalla, se quitó la vida de ese modo.
En el Japón feudal, la decisión de suicidarse puede explicarse por el deseo de avanzarse a la muerte que esperaba a los prisioneros, que podía ser muy dolorosa (por ejemplo, se practicaba la crucifixión), y evitar la deshonra que ello suponía para el samurái y su clan. Aun así, el suicidio era un recurso excepcional, pues no era raro que los samuráis derrotados pasaran a luchar bajo otra bandera si ello aseguraba la supervivencia de su linaje. Por otro lado, el seppuku obligatorio podía dictarse por un tribunal como una modalidad de pena de muerte para el samurái.


EL CORTE DEL NÚMERO DIEZ.

Resulta extraño a nuestros ojos que se eligiera un método de suicidio tan doloroso. El samurái se evisceraba ejecutando un corte horizontal y otro vertical en el estilo jumonji o "del número diez", por el ideograma que dibujaban los tajos. El objetivo era cortar los centros nerviosos de la columna, lo que provocaba una larga agonía; por ello, aunque se consideraba honroso inmolarse solo, se acostumbraba a emplear a un "segundo", el kaishakunin, para decapitar al suicida tan pronto como se apuñalase.
Sin duda, un método tan brutal se entendía como una suprema manifestación de coraje. También se explica por la creencia de que en el bajo vientre residían el calor y el alma humanos y que, abriéndolo, el suicida liberaba así su espíritu: en el término hara kiri, hara significa a la vez "vientre" y "espíritu", "coraje" y "determinación".
El seppuku se realizaba mediante un ritual perfectamente codificado y que se aplicó hasta el final de la historia de los samuráis, en 1871. El diplomático inglés Freeman-Mitford, que presenció en 1868 un seppuku obligatorio, dejó una descripción muy detallada. La escena tenía lugar en un jardín cerrado. El samurái que iba a inmolarse iba vestido de blanco, como los peregrinos o los difuntos, y acompañado del kaishakunin, normalmente un amigo o sirviente de confianza, aunque podía ser designado por las autoridades cuando el seppuku era aplicado como pena de muerte. En este caso, un oficial leía la sentencia y después se permitía al reo pronunciar un alegato.
Tras el alegato, el reo se sentaba y un asistente le ofrecía el arma: el wakizashi, un sable corto (a menudo desmontado para hacerlo más manejable, de modo que se empuñaba directamente por la hoja envuelta en una tela) o bien el tanto o puñal. Tras escribir un poema de despedida, se abría el vestido, tomaba el arma e iniciaba su macabra manera de morir que Freeman-Mitford relató así: el reo "tomó el puñal ante sí; lo miró melancólicamente, casi afectuosamente; por un momento parecía que había reunido sus pensamientos por última vez y entonces, apuñalándose profundamente bajo el vientre en el costado izquierdo, desplazó el puñal lentamente hacia el costado derecho y, llevándolo hacia arriba, efectuó un leve corte hacia lo alto. Durante esta enfermizamente dolorosa operación nunca movió un músculo de la cara".
A continuación, el kaishakunin "se irguió tras el samurái", de cara al sol o la luna para no revelar su sombra, "desenvainó y lo decapitó de un solo golpe". Luego limpió su arma y se inclinó. En la ceremonia del seppuku, el reo podía saltarse el primer paso y en lugar de apuñalarse se le ofrecía una simbólica daga de madera. Tras el ritual, la cabeza del muerto era presentada a los oficiales y tras limpiarla la enviaban a la familia del suicida para que le diera sepultura.
FUENTE: NATIONAL GEOGRAPHIC

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EL ORIGEN DE LOS NINJAS.

El 22 de febrero de cada año se celebra en Japón el Día Nacional del Ninja. Una festividad muy relacionada con la historia y la cultura del país nipón.
Ya en el siglo VII aparecieron las primeras escuelas para ninjas cuyas bases eran místicas y esotéricas; la figura del ninja o shinobi siempre estuvo rodeada de un aura misteriosa debido al modo en que se movía y actuaba: en silencio, en sigilo y con tanta rapidez que incluso había quien afirmaba que se teletransportaban mágicamente.
A finales del siglo XII, en el periodo Heian, los ninjas ya se organizaban en clanes, pero seguían viviendo en las montañas, escondidos del emperador para no tener que someterse a su autoridad.
En el periodo Kamakura, de los siglos XII al XIV, los ninjas vivieron su época de esplendor, llegando a existir hasta 25 escuelas de ninjutsu. Los clanes ninja se jerarquizaron con una estructura férrea y casi militar:
Jonin: era el estratega, el encargado de negociar y crear los planes y tácticas a seguir por el grupo. Era el que se situaba en la cúspide del clan.
Shunin: servían de intermediarios entre el jonin y el resto de ninjas, protegiendo así la identidad del jefe que no debía ser conocida por todo el clan por su seguridad.
Genin: los agentes de campo, es decir, los ninjas que actúan de forma directa y entre los que también había mujeres.
En el siglo XV, durante el período Sengoku, los ninjas fueron usados por los señores locales como espías, exploradores, atacantes por sorpresa e incluso para crear revueltas y agitaciones en los pueblos.
Los dos grandes rivales de este período, Takeda Shingen y Uesugi Kenshin, contrataron espías a menudo para tratar de conocer los movimientos de su enemigo.
En esta época era corriente que los señores reclutaran ninjas para que formaran parte de su ejército.
Fueron tratados con respeto, sobre todo aquellos que se encargaban de transmitir la tradición, ya que todavía no había comenzado el declive de la reputación de los ninjas.
Los señores de guerra recurrían frecuentemente a los ninjas para realizar aquellos trabajos considerados deshonrosos para los samuráis.
En el siglo XVII, los ninjas actuaron por última vez contra los cristianos de la isla de Kyushu.
Con el tiempo, se convirtieron en marginados sociales, especialmente tras la Revolución Meiji en la que su reputación se hundió definitivamente.
Actualmente en Japón se ha perdido la esencia de la tradición ninja al contrario de lo que ha ocurrido con los valores samuráis, que continúan vigentes.

LAS ESCUELAS DE LOS NINJAS Y LOS DOJOS.

En las escuelas ninjas la tradición se transmitía de generación en generación por parte de familias con antepasados guerreros entre sus filas.
Cada escuela era independiente y contaba con sus propios principios y técnicas, especializándose en aquellas tácticas que perfeccionaban con el tiempo.
Las escuelas surgieron de forma natural en torno a un grupo de ninjas o shinobi que tan sólo guardaban lealtad hacia sus maestros directos.
La enseñanza comenzaba desde la infancia y  el aprendizaje duraba toda la vida  debido a un perfeccionamiento continuo.
Se sometía a los niños a un duro entrenamiento diario para que su cuerpo ganara en flexibilidad, lo que les daría la agilidad y rapidez necesaria para superar obstáculos, adaptarse a cualquier espacio y escapar rápidamente.
Los dojos son los lugares en los que se estudia la Vía del ninja; era una sala dotada de la calma y recogimiento adecuados para practicar artes marciales.
En la entrada había un pequeño altar sintoísta y la decoración era escasa; en algunos casos se colocaba el retrato de algún maestro difunto.
El ninjutsu o Arte Ninja se rodeaba de un ceremonial elaborado y que siempre se respetaba.
El entrenamiento comenzaba con un saludo predeterminado y después, los alumnos se alineaban siguiendo un riguroso orden de antigüedad.
Tras unos minutos de meditación, el maestro daba tres palmadas para ahuyentar a los malos espíritus y los alumnos se preparaban para un probable ataque.


LAS TÉCNICAS DE COMBATE DE LOS NINJA: EL NINJUTSU.

El ninjutsu es el arte ninja que comprende todas aquellas técnicas y métodos desarrollados por los ninjas a lo largo de su historia.
Su carácter clandestino ha hecho que estas distintas tácticas hayan evolucionado de forma heterogénea, ampliando cada vez más sus posibilidades. Existen una serie de disciplinas que recogen estas técnicas:
Taijutsu: son todas aquellas técnicas basadas en el combate sin armas, desde las que implican un contacto directo como el judo, el aikido y el kárate hasta aquellas enfocadas al movimiento rápido y sigiloso como el desplazamiento lateral, trepar, deslizarse por el suelo o escalar con garfios y cuerdas.
Bajutsu: es el arte de montar a caballo y saber luchar sobre él. Está considerado como algo elitista debido a la dificultad que existía para poseer un caballo dada su escasez.
Ninpokenjutsu: es el arte del sable ninja, una espada más corta que la katana que usaban los samuráis y que se portaba a la espalda para facilitar la carrera y la escalada. Los ninjas tenían que fabricarse su propio sable o espada ya que no podían acudir a los herreros como hacían los samuráis.
Sojutsu: es el arte de la lanza, llamada yari. Se trataba de una lanza de hoja recta que podía medir desde un metro hasta seis. Fue un arma muy popular ya que su fabricación era sencilla y barata; los propios ninjas podían hacérselas al igual que los sables.
Kusari-fundo: arte en el manejo de cadenas, las cuales tenían planchas en sus extremos. Eran fáciles de ocultar por lo que los ninjas podían portarlas entre sus ropas y también en aquellas ocasiones en las que no pudieran llevar una espada.



Shurikenjutsu: es el arte del lanzamiento de cuchillos, estrellas y pequeñas flechas con la mano o con cerbatana. Los shuriken, nombre que reciben estas armas para lanzar, podían esconderse fácilmente y además podían ser igualmente letales tanto en las distancias largas como en las cortas.
Henso jutsu: arte del disfraz y de “hacerse invisible”. El ninja podía aparentar ser un campesino, un artesano o un comerciante, pero también debía ser capaz de suplantar una identidad. Esta habilidad le servía para acceder a lugares que le estaban vedados.
Suijutsu: es el arte del combate en el agua y bajo ella. Los ninjas también aprendían a bucear para moverse sigilosamente bajo el agua sin ser descubiertos, acudiendo a técnicas como la del uso de una caña para respirar sin salir a la superficie.
Saiminjutsu: trucos de hipnosis, usados para obtener información y que se basaban sobre todo en la sugestión y la persuasión.
La diferencia entre el samurái y el ninja es que el primero siempre se guiaba por un código de honor férreo y rígido mientras que al segundo no le importa recurrir a trampas y engaños para superar a su enemigo, lo que no quiere decir que no se rigieran por una filosofía propia.
Por este motivo eran mal vistos en la sociedad japonesa, aunque los señores feudales recurrían a ellos de forma clandestina para conseguir sus objetivos.
Además de estas tácticas, el ninja se servía de otros métodos que le ayudaban a salir victorioso de los enfrentamientos.
Uno de estos métodos es la meditación no como anexo sino como parte esencial de las artes marciales.
La meditación les hacía relajar el cuerpo y despertar los sentidos; esto último era muy útil para detectar cambios y movimientos en el entorno.
El uso adecuado de estas herramientas hace que el ninja despierte una especie de sexto sentido: estar siempre alerta y actuar siempre a tiempo. Cuando el ninja es capaz de adelantarse a los movimientos de su enemigo, está demostrando su superioridad al mismo y para esto, debe mantenerse sereno y tranquilo y tener un gran dominio de uno mismo.

martes, 23 de junio de 2020

INDÍGENAS DE LA AMAZONÍA PERUANA.

PUEBLOS INDÍGENAS DE LA AMAZONÍA PERUANA.

Los pueblos indígenas u originarios son aquellos que tienen su origen en tiempos anteriores al Estado, que tienen lugar en este país y región; conservan todas o parte de sus instituciones distintivas; y que, además, presentan la conciencia colectiva de poseer una identidad indígena u originaria. En el Perú viven actualmente 55 pueblos indígenas u originarios. De ellos, 51 son originarios de la Amazonía y 4 de los Andes. En esta sección presentamos información sobre la historia, la cultura y la lengua de cada uno de estos pueblos, así como un mapa con su ubicación referencial. Esta información se irá actualizando constantemente con información etnográfica más reciente.

Achuar. - El nombre del pueblo Achuar tiene su origen en el nombre de las grandes palmeras que se encuentran en el área de la Amazonía peruana que ancestralmente han ocupado. Su lengua pertenece a la familia lingüística Jíbaro.
La historia del pueblo Achuar se caracterizó por la resistencia frente a las incursiones de los misioneros y exploradores durante la época de la Colonia y el primer siglo de época republicana. Este hecho influyó hasta las primeras décadas del siglo XIX para que los Achuar permanecieran en relativo aislamiento. El pueblo Achuar vive principalmente en el norte del departamento de Loreto, cerca de la frontera con Ecuador.
Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 6,444 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Achuar a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 3,809 personas que han manifestado que hablan la lengua Achuar que corresponde al 0,08% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Achuar se estima en 12,628 personas.

Amahuaca.- El nombre del pueblo Amahuaca o amin waka ha sido traducido como ‘hijos de la capibara’, animal del que se dice podía “cantar” en la lengua originaria de este pueblo. Al igual que otros pueblos cuya lengua pertenece a la familia lingüística Pano, los Amahuaca reconocen una categoría inclusiva de gente con la que se identifican y a la que denominan yora.
A lo largo de su historia, los Amahuaca se han asentado en la cuenca de los ríos Ucayali, Yavarí, Purús y Madeira. Debido a su proximidad territorial y cultural, este pueblo ha sido estrechamente relacionado con el pueblo yaminahua. Al respecto, Gertrude Dole sostiene que la lengua de los Amahuaca es muy parecida a la de los yaminahua.
El pueblo Amahuaca vive principalmente en los departamentos de Ucayali y Madre de Dios. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 411 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Amahuaca a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 328 personas que han manifestado que hablan la lengua Amahuaca que corresponde al 0,007% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Amahuaca se estima en 4,668 personas.


Arabela. - La denominación de este pueblo proviene de la zona donde entraron en contacto con misioneros agustinos, el río Arabela, tributario del río Napo. Otra denominación de este pueblo es tapueyocuaca palabra que significa ‘familia, hermanos’.
El pueblo Arabela es uno de los pocos que hay en el Perú cuya lengua pertenece a la familia lingüística Záparo, cuyo idioma ha sobrevivido en el Perú. Si bien un grupo reducido de personas habla la lengua de este pueblo, muchos habitantes de las comunidades Arabela se comunican en castellano y en una variedad de kichwa o quechua amazónico.
Los Arabela permanecieron en relativo aislamiento voluntario hasta la década de 1940. Actualmente, este pueblo vive principalmente en comunidades ubicadas en el departamento de Loreto, cerca del río Arabela. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 302 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Arabela a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 118 personas que han manifestado que hablan la lengua Arabela que corresponde al 0,002% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Arabela se estima en 527 personas.

Ashaninka.- El pueblo Ashaninka ha sido también conocido con el término campa, denominación que muchos Ashaninka han rechazado por asociarla a connotaciones peyorativas. En su lugar, prefieren denominarse Ashaninka, que puede traducirse como ‘gente’, ‘paisano’ o ‘familiar’.
Por su gran extensión geográfica, es posible encontrar dentro del pueblo Ashaninka grupos con particularidades culturales. Weiss refiere a una clasificación de los Ashaninka según criterios ecológicos: los ribereños que viven cerca de los grandes ríos de la cuenca amazónica, y los Ashaninka de altura, llamados por los ribereños kanoja Sati (altureños) cuyo estilo de vida maneja los territorios accidentados y montañosos de altura. Asimismo, en base a criterios culturales, geográficos y lingüísticos, podemos definir los siguientes grupos: los Ashaninka de los valles del río Pichis y Perené, los Ashaninka de los valles de los ríos Apurímac-Tambo Ene, y los Ashaninka del Gran Pajonal, que también se autodenominan asheninka.
El pueblo Ashaninka vive principalmente en el área que se extiende entre las laderas orientales de la Cordillera de los Andes y el alto Yurúa, que abarca zonas de los pisos ecológicos de selva alta y de selva baja de los departamentos de Junín, Ucayali, Huánuco, Cusco, Pasco y Ayacucho; y constituyen el pueblo indígena amazónico demográficamente más numeroso del Perú. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 55,493 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Ashaninka a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 73,567 personas que han manifestado que hablan la lengua Ashaninka que corresponde al 1,64% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Ashaninka se estima en 112,492 personas.

Asheninka.- El pueblo Asheninka, también conocido como ‘ashaninka del Gran Pajonal’, ha sido relacionado con el pueblo ashaninka debido a que tienen una historia común y a que tradicionalmente se han ubicado en la misma zona geográfica: la selva central del Perú. Además, ambos pueblos comparten una lengua que, aunque con distintas variantes, es considerada como una de las lenguas que agrupa la familia lingüística Arawak.
A partir de los censos de comunidades y de los procesos de consulta previa realizados entre los años 2013 y 2014, se tiene valiosa información sobre un conjunto de comunidades que se reconocen como diferentes de los ashaninka y se identifican como parte del pueblo Asheninka.
Actualmente, el pueblo Asheninka vive principalmente en los departamentos de Ucayali y Pasco. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 13 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Asheninka a nivel nacional; y por el trabajo de campo que ha realizado el Ministerio de Educación 8,774 personas han manifestado que hablan la lengua Asheninka. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Asheninka se estima en 14,989 personas.


Awajún.- El pueblo Awajún, también conocido con el nombre de aguaruna, es el segundo pueblo más numeroso de la Amazonía peruana. Su lengua es la más hablada entre las cuatro que pertenecen a la familia lingüística Jíbaro.
Este pueblo tiene una fuerte presencia política y organizativa, la cual se evidencia desde fines de la década de 1970, con la creación de importantes organizaciones indígenas como el Consejo Aguaruna y Huambisa (CAH).
El pueblo Awajún vive principalmente en el departamento de Amazonas, aunque también se encuentran comunidades de este pueblo en el norte de los departamentos de Loreto, Cajamarca y San Martín. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 37,693 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Awajún a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 56,584 personas que han manifestado que hablan la lengua Awajún que corresponde al 1,26% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Awajún se estima en 65,828 personas.

Bora.- El pueblo Bora ha sido relacionado con los pueblos murui-muinanɨ y ocaina debido a que comparten una historia y tienen algunas prácticas culturales comunes. En nuestro país, los Bora constituyen el único pueblo indígena cuya lengua pertenece a la familia lingüística Bora.
Los Bora son conocidos, entre otras cosas, por el uso de un sistema de comunicación que servía para transmitir mensajes a larga distancia entre las grandes casas multifamiliares. Para ello, empleaban el manguaré, un instrumento de comunicación que tiene como base dos tambores y mazos de caoba y con los que emiten sonidos con tonos similares a los de la lengua Bora.
El pueblo Bora vive principalmente en la zona nor-oriental del departamento de Loreto, cerca de la frontera con Colombia. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 1,151 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Bora a nivel nacional; y por el trabajo de campo que ha realizado el Ministerio de Educación, 748 personas han manifestado que hablan la lengua Bora. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Bora se estima en 781 personas.

Cashinahua.- El pueblo Cashinahua se autoidentifica también con el nombre huni kuin, que significa ‘gente verdadera’. Esta autodenominación es también empleada para referirse a otros pueblos vecinos, cuyas lenguas forman parte de la familia lingüística Pano.
Se conoce que los Cashinahua han ocupado ancestralmente la zona contigua a la Reserva Comunal Purús en Ucayali y que se caracterizan por su alta movilidad y los desplazamientos que realizan en ambos lados de la frontera peruano-brasilera del distrito de Purús.

Actualmente, este pueblo vive principalmente en el departamento de Ucayali, siendo su territorio ancestral contiguo a la Reserva Comunal Purús. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 675 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Cashinahua a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 1,074 personas que han manifestado que hablan la lengua Cashinahua que corresponde al 0,024% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Cashinahua se estima en 1,831 personas.


Chamicuro. - El pueblo Chamicuro ha sido también denominado camikódlo, nombre con el que se conoce a la oruga que vive en los troncos de los árboles de la Hevea, de donde proviene el caucho. Según el testimonio de un Chamicuro, recogido el investigador Walter Tessmann, su pueblo habría recibido este nombre porque estas orugas formaban parte de su alimentación.
El pueblo Chamicuro vive principalmente en el distrito de Tigre, en la provincia y región de Loreto. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 26 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Chamicuro a nivel nacional; y por el trabajo de campo que ha realizado el Ministerio de Educación 23 personas han manifestado que hablan la lengua Chamicuro. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Chamicuro se estima en 75 personas.

Chapra.- El pueblo Chapra, también conocido como shapra, ha sido relacionado con el pueblo kandozi debido a que tienen una historia común y a que se han ubicado en la misma zona geográfica. Tradicionalmente, este pueblo se ha ubicado en las cuencas de los ríos Sicuanga y Pushaga, afluentes del río Morona.
Si bien su lengua pertenece a la familia lingüística del kandozi, este pueblo ha sido muy vinculado con los pueblos cuya lengua pertenece a la familia Jíbaro.
El pueblo Chapra vive principalmente en los distritos de Morona y Pastaza, en la provincia de Datem del Marañón, en el departamento de Loreto. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 218 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Chapra a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 877 personas que han manifestado que hablan la lengua kandozi-Chapra que corresponde al 0,019% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población del pueblo Chapra se agrupa en 20 localidades, donde viven aproximadamente 804 personas.

Kandozi.- El nombre Kandozi proviene del término indígena kadoashi, nombre masculino que hace referencia a un loro con plumas amarillas en la frente. De acuerdo con Surrallés (2003), Kadoashi habría sido probablemente un antiguo jefe, un hombre importante que dio nombre a todo el grupo.
Si bien su lengua pertenece a la familia lingüística del mismo nombre, este pueblo ha sido muy vinculado con los pueblos cuya lengua pertenece a la familia Jíbaro.
El pueblo Kandozi vive principalmente en el departamento de Loreto, en la zona de frontera con Colombia y Brasil. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 1,597 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Kandozi a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 877 personas que han manifestado que hablan la lengua Kandozi-Chapra que corresponde al 0,019% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Kandozi se estima en 4,847 personas.


Shipibo-Konibo.- El pueblo Shipibo-Konibo Este pueblo tiene su origen en una serie de fusiones culturales entre tres grupos que anteriormente eran distintos entre sí: los Shipibos, los Konibos y los Shetebos. El nombre de este pueblo estaría relacionado con los términos “mono” y “pez”, en el idioma originario. Según la tradición oral de este pueblo, los Shipibo-Konibo recibieron esta denominación porque en el pasado se ennegrecían la frente, el mentón y toda la boca con un tinte natural de color negro, lo que los hacía parecerse a un mono que llamaban shipi. Hoy, los ciudadanos de este pueblo han aceptado esta denominación sin considerarla como peyorativa y reivindicándola (Morin 1998).
Los Shipibo-Konibo han sido conocidos por su gran movilidad y su capacidad para organizar conglomerados de población indígena en zonas urbanas, siendo un ejemplo la Comunidad de Cantagallo, el asentamiento indígena amazónico más conocido y numeroso en Lima Metropolitana, ubicado en el distrito del Rímac.
Por otro lado, la producción artesanal y textil del pueblo Shipibo-Konibo es una de las más famosas de la Amazonía peruana debido a sus típicos diseños. El famoso sistema de diseño kené tiene un valor fundamental en la cultura Shipibo-Konibo, ya que expresa su cosmovisión. En el año 2008, el kené fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación con la Resolución Directoral RD N 540/INC-2008.
Este pueblo ribereño se encontraba tradicionalmente asentado en las costas del río Ucayali y sus afluentes. Actualmente, las comunidades Shipibo-Konibo se ubican en los departamentos de Ucayali, Madre de Dios, Loreto y Huánuco. Según datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población en las comunidades de este pueblo se estima en 32,964 habitantes, siendo uno de los pueblos más numerosos de la Amazonía peruana.

Wampis.- El pueblo Wampis ha sido también conocido con el nombre “huambisa”. Dado que esta es una denominación impuesta por foráneos, los ciudadanos de este pueblo han preferido autoidentificarse como Wampis o shuar. Según Julián Taish, el nombre Wampis provendría de una especie de pez que, de acuerdo con un relato de este pueblo, tiene la cualidad de escaparse fácilmente de su enemigo.
La historia del pueblo Wampis está íntimamente relacionada al pueblo Awajún, con quienes comparten una tradición histórica y cultural. Además, sus idiomas pertenecen a la misma familia lingüística (Jíbaro). Como los Awajún, los Wampis han sido conocidos por su habilidad como guerreros y la fuerte resistencia que tuvieron frente a distintas poblaciones que incursionaron en el territorio ocupado por ellos.
El pueblo Wampis vive principalmente en la zona norte de los departamentos de Amazonas y Loreto, cerca de la frontera con Ecuador. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 6,292 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Wampis a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 3,569 personas que han manifestado que hablan la lengua Wampis que corresponde al 0,07% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Wampis se estima en 11,767 personas.

Jíbaro.- La historia del pueblo Jíbaro está muy vinculada a la del pueblo achuar, caracterizada por su resistencia frente a las incursiones españolas en la época de la colonia. Ambos tienen como lengua materna el achuar, lengua que pertenece a la familia lingüística Jíbaro.
El pueblo Jíbaro habita principalmente en el departamento de Loreto. Según datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la comunidad nativa Cuchara en el distrito de Trompeteros en Loreto se identificó como parte del pueblo Jíbaro. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 123 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Jíbaro a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 3,809 personas que han manifestado que hablan la lengua achuar que corresponde al 0,08% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Jíbaro se estima en 383 personas.

LA AMAZONIA, ESTA LLENA DE CUENTOS DE SIRENAS DE RÍOS 

Yagua.- Según algunos autores, la denominación Yagua proviene de otros pueblos o de los colonos españoles, ya que es una denominación en lengua quechua. Yagua provendría de la palabra quechua yawar que significa sangre o color de sangre, expresión que se refleja en la costumbre de pintarse el cuerpo con achiote y en la autopercepción de los Yagua, que se ven a sí mismos como rojos. Por otro lado, los autores han señalado que este pueblo se autodenomina nihamwo que significa ‘nosotros la gente’.
En nuestro país, los Yagua constituyen el único pueblo indígena cuya lengua pertenece a la familia lingüística Peba-Yagua. Asimismo, se trata también de uno de los pueblos con mayor participación en los circuitos turísticos del departamento de Loreto. Su vestimenta tradicional hecha con hojas de palmera y la elaboración de instrumentos para la caza son algunos de los atractivos Yaguas de esta industria.
El pueblo Yagua vive principalmente en el departamento de Loreto, en la zona de frontera con Colombia y Brasil. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 1,843 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Yagua a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 712 personas que han manifestado que hablan la lengua yagua que corresponde al 0,015% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Yagua se estima en 10,119 personas.

Chitonahua.- El pueblo Chitonahua, también conocido como murunahua, forma parte de un complejo sociocultural que antiguamente estuvo conformado por una serie de grupos locales, cuyas lenguas formaban parte de la familia lingüística Pano. Si bien este pueblo se distingue de los demás pueblos nahua, tienen un origen y patrones culturales comunes con pueblos como los Mastanahua, Sharanahua o Yaminahua.
Algunas familias Chitonahua en situación de contacto inicial viven en comunidades Yaminahua del Yuruá, en el anexo San Pablillo de la comunidad nativa San Pablo; en la comunidad nativa Alto Esperanza del pueblo Amahuaca, en el río Alto Inuya; así como en la comunidad nativa Nueva Victoria del pueblo ashaninka, ubicada en la zona de Breu.
El pueblo Chitonahua es uno de los pueblos en situación de aislamiento y en situación de contacto inicial que habitan la Amazonía peruana, y se ubica en el ámbito de la Reserva Territorial Murunahua, en Ucayali. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 23 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Chitonahua a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 574 personas que han manifestado que hablan la lengua Yaminahua que corresponde al 0,012% del total de lenguas originarias a nivel nacional. De acuerdo con el Estudio Técnico de la Reserva Territorial Murunahua del año 1995, se estimaba la población Chitonahua en 158 personas.

Ese Eja.- También conocido como huarayo, este pueblo se denomina Ese Eja, nombre que puede ser traducido como ‘gente’ o ‘gente verdadera’.
En nuestro país, los Ese Eja constituyen el único pueblo indígena cuya lengua pertenece a la familia lingüística Tacana. Tradicionalmente, este pueblo ha habitado una extensa zona de la cuenca del río Madre de Dios y de la cuenca del río Beni, entre Perú y Bolivia.
El pueblo Ese Eja vive principalmente en el departamento de Madre de Dios. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 440 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Ese Eja a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 212 personas que han manifestado que hablan la lengua Ese Eja que corresponde al 0,004% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Ese Eja se estima en 953 personas.

UNO DE LOS GRANDES PROBLEMAS DE NUESTROS RÍOS: LA CONTAMINACIÓN. CUIDEMOS NUESTRA SELVA Y NO LA CONTAMINEMOS.

Harakbut.- Según algunos autores, en la década de 1980 se difundió el nombre de Harakbut entre algunas comunidades que se negaban a ser reconocidas bajo denominaciones impuestas desde fuera, como la de mashco. La autodenominación Harakbut se traduce como ‘gente’ o ‘humanidad’, en la lengua de este pueblo.
Los Harakbut son un pueblo indígena que habita principalmente en los departamentos de Madre de Dios y Cusco, entre el río Madre de Dios e Inambari. Su lengua indígena pertenece a la familia lingüística Harakbut. Este pueblo indígena está conformado por varios subgrupos o parcialidades, de los que se han llegado a identificar hasta dieciocho. Entre ellos, los más conocidos son los wachipaeri.
El pueblo Harakbut vive principalmente en los departamentos de Cusco y Madre de Dios, entre los ríos Madre de Dios e Inambari. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 659 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Harakbut a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 664 personas que han manifestado que hablan la lengua harakbut que corresponde al 0,014% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Harakbut se estima en 1,737 personas.

Ikitu.- El pueblo Ikitu ocupó antiguamente un amplio territorio que incluía la zona donde actualmente se encuentra la ciudad de Iquitos, capital de Loreto. Esta ciudad habría sido llamada así por los Ikitu.
Al igual que los pueblos Arabela y Vacacocha, la lengua del pueblo Ikitu pertenece a la familia lingüística Záparo.
El pueblo Ikitu habita principalmente en la provincia de Maynas, departamento de Loreto. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 1,352 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Ikitu a nivel nacional; y por el trabajo de campo que ha realizado el Ministerio de Educación, 519 personas han manifestado que hablan la lengua Ikitu. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Ikitu se estima en 693 personas.

Iñapari.- El pueblo Iñapari, cuya lengua pertenece a la familia lingüística Arawak, ocupó antiguamente las zonas cercanas a las cuencas del río Madre de Dios. Según algunos autores, los Iñapari habrían llegado desde la zona amazónica de la frontera con Bolivia y habían conformado aldeas semi nómades junto con los mashco piro (Huertas 2002). Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 13 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Iñapari a nivel nacional; y por el trabajo de campo que ha realizado el Ministerio de Educación 4 personas han manifestado que hablan la lengua iñapari.

OTRAS TRIBUS INDÍGENAS AMAZÓNICAS:
Iskonawa
Jaqaru
Kakataibo
Kakinte
Kapanawa
Kichwa
Kukama Kukamiria
Madija
Maijuna
Marinahua
Mashco Piro
Mastanahua
Matsés
Matsigenka
Muniche
Murui-Muinanɨ
Nahua
Nanti
Nomatsigenga
Ocaina
Omagua
Resígaro
Secoya
Sharanahua
Shawi
Shiwilu
Ticuna
Urarina
Vacacocha
Yaminahua
Yanesha.
Yine.

sábado, 20 de junio de 2020

EL DEPORTE, LOS KANZASHI Y LOS TROMPOS.



HISTORIA DEL TROMPO.

El origen del trompo es más bien incierto, aunque se tiene conocimiento de existencia de peonzas desde el año 4000 a. C., ya que se han encontrado algunos ejemplares, elaborados con arcilla, en la orilla del río Éufrates.
Hay rastros de trompos en pinturas muy antiguas y en algunos textos literarios que citan el juego.
Por ejemplo es mencionado en los escritos de Marco Porcio Catón el mayor político e historiador romano. Además, el trompo aparece en los escritos de Virgilio, destacándose en su obra Eneida (siglo I a. C.). En el Museo Británico se conservan restos antiguos fechados en el 1250 a. C. en los que se aprecia a un niño dedicándole al dios Zagreo gran número de juguetes, entre ellos un trompo con su látigo.


A Platón le servía como metáfora del movimiento y Aristófanes se confesaba aficionado al trompo. El poeta romano Ovidio también menciona el trompo en sus poemas y Aulus Persius Flaccus, otro poeta romano, decía que “en su niñez tuvo mayor afición al trompo que a los estudios “. Incluso en la mismísima Troya fueron encontrados unos trompos hechos de barro.
Todo parece indicar que fueron las culturas de Oriente, China y Japón, quienes introdujeron en Occidente este juguete tan peculiar.
En Japón, adultos y niños juegan al trompo convirtiendo este aspecto lúdico a un verdadero arte y de esta forma ejecutan numerosos espectáculos, de entre los que destaca aquel en el que, justamente después de lanzar el trompo, lo recogen con una lienza para hacerlo bailar en la palma de las manos o en paletas dobles pasando de la una a la otra e incluso en ambas caras de la misma o en la hoja de un sable hasta terminar bailando en la punta del mismo.
En América, este juego estaba también muy extendido de norte a sur en las distintas etnias. De hecho, parece haber constancia de trompos en Perú desde tiempos prehistóricos. Los hopi en América del Norte, después de echarlos a rodar, mantenían la rotación de los trompos con un látigo, azotando su punta inferior con movimientos rápidos y precisos.
También hay diversos ejemplares de antiguos trompos americanos en Chile, México y Argentina que dan testimonio de su permanencia en el tiempo.


Modelos actuales cuentan con diseños pulidos que presentan desde filos de neopreno para evitar daños, hasta innovadores sistemas que evitan enrredos no deseados. Esto, junto con la aparición de otros tipos de peonzas como la Beyblade, el Levitron o trompos más modernos y estilizados como los Cometa o los Space, todavía les otorga vigencia en la industria.

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¿DE DÓNDE VIENE Y QUÉ SIGNIFICA EL DICHO "DAR LA LATA"?

Personas pesadas, de esas que se nos pegan en cualquier circunstancia para hablar sin que nadie les haya preguntado nada sobre sus opiniones políticas, su vida privada o sus asuntos laborales, existen desde que el mundo es mundo. Ese molesto parloteo trivial e intrascendente que todos tratamos de evitar en la cola del supermercado o cuando subimos a un taxi, suele conocerse como "dar la lata".
Pero es curioso que en la historia de este dicho la palabra "lata" no aluda, como podría parecernos a primera vista, a su capacidad de producir ruidos molestos. Por ejemplo, se sabe que los presos de la cárcel de Málaga solían emborracharse con una bebida alcohólica, mezcla de sobrantes de vino y otros licores, que compraban en lata. El infecto brebaje los violentaba y les aflojaba la lengua de tal manera, que era famosa la batahola que armaban en la cárcel, lo que demuestra que no eran las latas las que provocaban el ruido molesto sino los mismos presos.


Similar desplazamiento de significado, de la lata al ruido, se produce en otra versión del dicho que alude a la retahíla de pedidos de dádivas y compensaciones económicas que los viejos soldados solicitaban en el siglo XVII una y otra vez a sus superiores, ante quienes no solo exhibían las heridas y secuelas perennes que la guerra les había infringido, sino también la documentación que acreditaba su servicio a la patria y que, precisamente, transportaban y resguardaban en tubos de lata.

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LOS KANZASHI O ADORNOS EN EL PELO DE LAS GEISHAS.

Si bien en el pasado las mujeres japonesas lucían el pelo suelto, en el siglo XVII empezaron a recogerse el pelo, de manera que los kanzashi o adornos para el peinado se hicieron muy populares.
Hasta los días de la Restauración de Meiji, los adornos eran grandes y elaborados, normalmente propiedad de mujeres de clase alta, aunque posteriormente a esta época se popularizaron los adornos menos grandes y ostentosos.

TIPOS DE KANZASHI.

En el mundo de las geishas, absolutamente todos y cada uno de los peinados que lucen tanto maikos como geishas se decoran con elaborados adornos. Ahondaremos en las formas, colores, materiales y significados de todos y cada uno de los adornos típicamente japoneses, pero para poder entender mejor las descripciones de los distintos peinados tenemos que conocer un poco más los diferentes adornos existentes:
Hana kanzashi. Adorno floral de forma redondeada, determina el mes del año gracias al tipo de flor que presenta, ya que van cambiando mes a mes.
Bira-bira kanzashi. Adorno tintineante de plata o plateado, cuelga de un extremo y se mueve y tintinea al andar.


Adornos de caparazón de tortuga. Pueden tener diferentes formas y motivos:
Kushi, peine de forma alargada y redondeada.
Kōgai. Aguja redondeada, tiene dos extremos abiertos, ya que suele pasarse por el dentro del moño, de manera que ambos extremos son visibles.
Tama kanzashi. Adorno de aguja redondeada, tiene tan sólo un extremo.
Kanoko. Banda de seda roja con pequeñas manchas blancas, se asemeja a la piel de un ciervo. En la imagen, tela kanoko con un hana-kanzashi a la izquierda y un bira-bira kanzashi a la derecha.
Miokuri. Rectángulos de colores dorados, rojos o plateados. En la imagen, miokuri plateados de la maiko Takachisa en el día de su omisedashi (confirmación de maiko). Se pueden ver también varios adornos hechos de caparazón de tortuga, dos tama-kanzashi a la izquierda (uno verde, otro naranja) y un bira-bira kanzashi a la derecha.
La moda de los kanzashi va cambiando, naturalmente, pero por regla general estos son los más típicos y utilizados normalmente. Existen tiendas especializadas que venden al público general, por lo que no hace falta ser una maiko o una geisha para poder llevar un kanzashi.

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EL DEPORTE EN LOS NIÑOS.

El deporte ayuda a los niños no sólo a estar sanos y desarrollarse física y mentalmente, también a relacionarse de una forma saludable con otros niños. Estar en forma es significado de estar sano. Es más, si creas en tu hijo el hábito de practicar deporte desde el inicio de su infancia, puede que te ahorres algunos problemas cuando llegue a la adolescencia.
Los niños deben encontrar y practicar un deporte que les guste y apasione. Lo primordial es que los pequeños estén motivados para practicar cierto deporte, nunca se les debe obligar. Al principio puede costarles coger el ritmo, pero si el niño cuenta con el apoyo, la determinación y la seguridad de los padres, todo irá bien.


Para los niños el deporte es, ante todo, juego y diversión. Para los padres, al mismo tiempo que ven disfrutar a sus pequeños saben que el ejercicio físico, practicado de forma regular, previene muchas enfermedades que se manifiestan en la edad adulta - como la obesidad o la osteoporosis y ayuda a superar otras que puede padecer ya el niño como el asma.
El deporte ayuda a un buen desarrollo de huesos y músculos y proporciona una buena aptitud cardiovascular, pero, también tiene beneficios mucho más allá de los tangibles. El ejercicio ayuda a los niños a tener más confianza en sí mismos, favorece su autoestima y les ayuda a relacionarse mejor con los demás.

viernes, 5 de junio de 2020

CULTURA PERUANA

MONTAÑA DE LOS 7 COLORES O ARCO IRIS-PERÚ

La montaña de los 7 Colores (también llamado Vinicunca o simplemente ‘arcoíris’) es una de las nuevas y mejores atracciones del Perú. Ubicada a más de 100 kilómetros de la ciudad del Cusco, en una cumbre altitudinal situada a 5,200 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.) Se trata de una formación montañosa teñida de varias tonalidades producto de la compleja combinación de minerales. Las laderas y la cumbre están teñidas de diversos tonos que incluyen el rojo, morado, verde, amarillo, rosado y otras variaciones. Este atractivo turístico estuvo rodeado de hielo hace no muchos años. Desde el 2016, este lugar recibe a cientos de visitantes al día convirtiéndose, junto con Machu Picchu, en uno de los lugares más visitados en Cusco-Perú. A continuación, toda la información sobre la Montaña de 7 Colores.

¿Por qué se llama Montaña de los 7 Colores? – Según diversas investigaciones hechas en el lugar, las tonalidades multicolores se deben a los distintos minerales que cubre en capaz la zona. Estas sustancias naturales comenzaron a formarse hace 65 millones de años cuando el agua y la lluvia cubría sus laderas y cumbres. Con el transcurrir del tiempo, el clima extremo fue deshelando la nieve que allí se formó develando al mundo lo que es hoy uno de los más importantes atractivos turísticos del Cusco.


Ubicación y altura – Este asombroso lugar se ubica en los Andes del Perú, en el departamento del Cusco y provincia de Canchis, a 5,200 m.s.n.m., un área de considerable elevación. Pertenece al pueblo de Pitumarca quienes lo denominan el ‘Cerro Colorado’. Debido a que se sitúa camino al imponente nevado Ausangate, este sitio fue conocido mucho antes por los aventureros que se atrevían a hacer la caminata. Las fotos que ellos publicaban en Facebook e Instagram, le hicieron ganar popularidad. Desde el 2016 es un atractivo turístico muy visitado.

¿Cómo llegar? – Debido a su ubicación, a un poco más de 100 kilómetros de la ciudad del Cuzco, a este lugar se llega en auto en primera instancia. Luego de un viaje de aproximadamente de 2 horas por la carretera Longitudinal de la Sierra del Sur Peruano, se llega a Pitumarca. El trayecto continúa por un camino de trocha hasta la comunidad de Pampa Chiri. Desde allí se sigue una ruta por laderas montañosas. Este trayecto es de 5 kilómetros y se puede realizar a pie o a caballo para finalmente arribar al Vinicunca. Existen tours que ofrecen este servicio.

Clima – El clima, propio de las zonas más elevadas del Cusco, es frío. La lluvia, el viento y el mal de altura (o soroche) pueden ser los mayores obstáculos para los viajeros. Las temperaturas pueden bajar los cero grados centígrados. La mejor época para realizar esta aventura es durante la época seca (de abril a octubre) cuando son menos probables las precipitaciones fluviales. Si planea hacer su visita durante la época lluviosa (de noviembre a marzo) lleve consigo un poncho para la lluvia.

Flora y fauna – La increíble geografía del lugar es escenario de animales típicos de zonas alto andinas como llamas, alpacas y vicuñas. Los pobladores de la zona crían caballos para ofrecerlos como transporte a los visitantes. Debido a la altura de esta región, abunda el ichu o hierva natural de los Andes.


VIAJE A LA MONTAÑA DE LOS 7 COLORES.

Tour a la Montaña de los 7 Colores – Esta pintoresca cumbre solía ser un atractivo camino al nevado Ausangate de 4 días. Con los años, esta montaña ganó popularidad por propia cuenta. Hoy, la manera más extendida de visitar esta cumbre es a través de un tour. Existen servicios de 1 día y de 2 días. La mayoría incluye transporte, alimentación, entradas y guía profesional. En la ciudad del Cuzco hay muchas agencias de turismo ofreciendo estos servicios.

¿Viaje por propia cuenta? – También es posible visitar el ‘Cerro Colorado’ por propia cuenta. Para ello, el visitante deberá tomar un bus a Sicuani desde la ciudad del Cuzco (2 horas y 40 minutos de distancia). Una vez allí, se toma un colectivo hasta el poblado de Quesiuno. Luego empieza una caminata (también puede contratar un transporte a caballo) hasta la Montaña de los 7 Colores. El precio del boleto de ingreso es de 10 soles.

Dificultad de la montaña – La caminata de 3 ó 4 horas (depende del estado físico del turista) no es peligroso y demanda un esfuerzo físico moderado-alto. Existen tramos de pendientes considerables en ascenso y descenso. Sin embargo, una de las mayores dificultades es el clima frío y el viento helado. La altitud de la zona puede causar el mal de altura o soroche. Se recomienda una aclimatación previa de 1 ó 2 días en la ciudad del Cusco.

Recomendaciones – Pasa uno o dos días aclimatándote en la ciudad del Cusco. Lleva ropa abrigadora para hacer la caminata. Si no te consideras en buenas condiciones físicas para la caminata, alquila un caballo a uno de los habitantes del lugar. Ese día, no olvides un gorro o sombrero, bloqueador solar, chaqueta, pantalón, zapatos ideales para hacer trekking y un poncho para la lluvia.

El Perú no es el único país cuya geografía alberga una de estas formaciones naturales. En Sudamérica, Argentina también fue bendecida con paisajes similares. En el mundo, Irán, China, Islas Mauricio también albergan una formación geológica similar.

Montaña de los 7 Colores en Argentina – Además de Cusco, los Andes argentinos poseen una formación montañosa de varios colores. El ‘Cerro de Siete Colores’ es uno de los lugares más turísticos en el pueblo de Purmamarca, en la provincia de Jujuy en Argentina. Se ubica en una geografía desértica donde a la luz del sol, esta cumbre luce sus impresionantes colores.

FUENTE: https://www.boletomachupicchu.com/montana-siete-colores-informacion/

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FORTALEZA DE SACSAYHUAMAN-CUZCO.

El parque arqueológico Sacsayhuamán se encuentra a dos kilómetros de la ciudad de Cusco, en la parte alta de una montaña; tiene una superficie total de aproximadamente 3,000 hectáreas. Alberga gran variedad de flora y fauna andina; llamas, halcones y cernícalos pueden ser vistos con mucha frecuencia en este lugar. (Vea galería fotográfica)

Se calcula que solo en la construcción de Sacsayhuamán laboraron alrededor de 20,000 hombres, por un periodo de 70 años. Para los expertos, Sacsayhuamán presenta un trabajo de impecable ingeniería (gigantescas rocas talladas que encajan con absoluta precisión, sin pegamento alguno).

La fortaleza fue un titánico complejo con varias construcciones, con lagunas sagradas y numerosos templos ceremoniales, alberga 33 sitios arqueológicos, pero por su ubicación y estilo los cronistas españoles la consideraron una edificación militar. En este lugar se habría encontrado el templo más importante del Hanan Qosqo (Cusco alto), dedicado al culto al sol (Inti), la luna (Quilla), las estrellas (Chaska), el Rayo (Illapa) y otras divinidades a las que los incas les rendían culto. Se le considera una edificación ciclópea por el tamaño de sus piedras, las cuales en algunos casos llegan a pesar entre 90 y 125 toneladas.


LA FORTALEZA.

La fortaleza Sacsayhuamán es el escenario para celebrar la festividad ancestral más importante del Perú, el Inti Raymi. Esta celebración le rinde homenaje al dios Sol, recreando las tradicionales actividades y bailes de la época cada 24 de junio en los muros de Sacsayhuamán. La fortaleza es una obra maestra ciclópea de la arquitectura incaica. Ruinas megalíticas impresionantes, situadas en lo alto de una colina que domina el norte de la ciudad.

Las murallas están formadas por enormes bloques de piedra que alcanzan hasta 9 metros de altura, 5 metros de ancho y 4 metros de espesor, la más grande se calcula que tendría un peso de 125 toneladas.Las gigantescas rocas fueron ensambladas de manera perfecta sin uso alguno de argamasa. La muralla principal está constituida por tres muros sucesivos en zigzag, el segundo y el tercero superpuestos al primero. Las plataformas tienen un promedio de 360 metros de largo y se comunican mediante escalinatas y puertas de acceso. El trono del Inca está rodeado de rocas frente a los baluartes que dominan la explanada y el "rodadero", ubicado en la misma meseta.

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PAISAJES ANDINOS.

El territorio peruano esconde impresionantes paisajes naturales, sus millones de turistas se quedan admirados con la imponencia de la vista, biodiversidad e historia de las maravillas que posee nuestro país. Sus parques, reservas, nevados, ríos, bosques y puntos de observación de flora y fauna hacen del Perú un lugar privilegiado. Gracias al trabajo que vienen realizando autoridades y pobladores locales para su correcto cuidado y preservación, estos espectaculares paisajes naturales se conservan con el paso del tiempo, convirtiéndose en puntos de interés para todo turista nacional o extranjero.


Estos paisajes, vistos siempre como si fueran postales lejanas, han ido generando una suerte de imaginario colectivo de admiración, nostalgia e imposibilidad de apropiación: son territorios sublimes, edenes perdidos inalcanzables para la especie humana, sitios mitológicos e incomprensibles. Son geografías indomables. Y es que lo que sucede entre los Andes y el Pacífico es geográficamente especial por ser diverso y furioso. La pendiente existente por la corta distancia entre la cordillera y el mar genera esa cantidad interminable de pisos vegetacionales, tantas veces revisados en los preciosos dibujos de Humboldt, unos detrás de otros, unidos por esos hilos inagotables de torrentosas cuencas que los riegan: una red de aguas pacíficas que permiten estas ecologías de los Andes (von Humboldt y Bonpland, 1807).