EL ASNO
El asno (Equus asinus) deriva del asno salvaje del Norte de Africa (Equus africanus). Generalmente es empleado como animal de carga en el Sur de Europa. También viven muchos burros en Irlanda, donde fueron introducidos desde España a cambio de caballos durante la guerra napoleónica. El asno doméstico (conocido por todos como burro) es un Ungulado Perisodáctilo (O.Perissodactyla) grupo que comprende los caballos, las cebras, los rinocerontes y los tapires, de los cuales en Europa no existen ejemplares verdaderamente salvajes. Pertenece a la familia de los équidos (F. Equidae), que están caracterizados por tener un único dedo, con una ancha pezuña en cada extremidad.
En los tiempos antiguos existía una ruta comercial que iba desde el Pacífico hasta el Mediterráneo, conocida con el nombre de Ruta de la Seda (duraba varios años). Entre los animales de tiro, se encontraba el burro, que al pasar por los territorios donde habitaban los asnos silvestreS, se cruzaba con ellos y al término del viaje ya existían mezclas de las diversas razas.
Desde hace más de 6.000 años el burro fue domesticado, usándosele como
bestia de carga. Eran otros los tiempos, en que se sabía diferenciar el burro
de la mula. Del cruzamiento del burro con yegua sale la mula y del caballo con
burra, sale el burdégano.
En varias partes del mundo, se habla de burros salvajes, pero estos son domésticos, que fueron abandonados o que se escaparon de sus amos y que se reprodujeron en libertad.
En varias partes del mundo, se habla de burros salvajes, pero estos son domésticos, que fueron abandonados o que se escaparon de sus amos y que se reprodujeron en libertad.
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LA BAHÍA
La bahía es un accidente geográfico en la línea de costa que consiste en una escotadura o entrada profunda formando un semicírculo. Esta conformación costera presenta una boca o entrada de longitud igual o menor que el diámetro del semicírculo que forma.
Una bahía es similar a un golfo y a una ensenada, sin embargo existen algunas diferencias entre estos accidentes geográficos costeros. El golfo es de mayores dimensiones y con aguas más profundas mientras que la ensenada tiene una entrada estrecha.
Por su conformación geográfica tanto en relieve costero como profundidad, la bahía disipa parcialmente la fuerza del oleaje y las corrientes. Debido a esto, son áreas adecuadas para puertos y para el uso de sus playas para el esparcimiento y el turismo.
PARTES DE LA BAHÍA
Las bahías varían de forma según la geología del terreno, los procesos erosivos y tectónicos involucrados y el tiempo transcurrido. Entre sus partes básicas están:
Promontorios, entrada y cuerpo de agua
Los promontorios, cabos o puntas, son las prolongaciones hacia el mar de material duro que forman los límites laterales de la bahía. Una bahía clásica presenta dos promontorios, uno a cada lado, pero puede ocurrir que solo exista uno.
El espacio entre los promontorios o entre un promontorio y la línea de costa, definen la entrada a la bahía. Por su parte, el cuerpo de agua que conforma la bahía corresponde a la intrusión del mar en el área socavada.
Fondo marino
Está cubierto de los sedimentos producto de la erosión y de los aportados por el oleaje. En algunos casos existen ríos que desembocan en el área y aportan sedimentos.
El relieve del fondo es una pendiente que va de la línea costera hasta el mar abierto como parte de la plataforma continental. En zonas tropicales y subtropicales puede verse alterado por el desarrollo de arrecifes coralinos.
Playa
Es el área relativamente plana del límite entre el mar y la costa, marcada por la marea baja que acumula los productos de erosión más pesados y generalmente formada de arena. En algunos casos no se forma la playa siendo el límite interno de la bahía son marismas o roquedales.
Está cubierto de los sedimentos producto de la erosión y de los aportados por el oleaje. En algunos casos existen ríos que desembocan en el área y aportan sedimentos.
El relieve del fondo es una pendiente que va de la línea costera hasta el mar abierto como parte de la plataforma continental. En zonas tropicales y subtropicales puede verse alterado por el desarrollo de arrecifes coralinos.
Playa
Es el área relativamente plana del límite entre el mar y la costa, marcada por la marea baja que acumula los productos de erosión más pesados y generalmente formada de arena. En algunos casos no se forma la playa siendo el límite interno de la bahía son marismas o roquedales.
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LA AMISTAD AFECTIVA.
Una amistad será sincera cuando la persona lo de todo de sí sin esperar nada a cambio, aunque es necesario que el interés, la predisposición, la continuidad y el vínculo sean recíprocos. Por otro lado, una verdadera amistad debe ser cuidada y aunque no sea necesario mantener el contacto físico o directo para conservar una amistad, deben encontrarse otras formas de comunicación.
En cuanto al significado de amiga o definición de amigo es aquella persona con la que se mantiene este vínculo de forma desinteresada. La amistad no entiende de edades, géneros, tipos de relación, etnias, ideologías, culturas,… tendimos a cuestionarnos interrogantes tales como: ¿puede haber amistad verdadera entre un hombre y una mujer? La respuesta a la pregunta es sí. La amistad puede aparecer en todas las formas de relación, incluso entre un animal y el hombre, como bien dicen, “el perro es el mejor amigo del hombre”, la amistad siempre aparecerá cuando de forma recíproca se promuevan sus valores implícitos.
Tipos de amistad
Son muchos los tipos de amistad definidos a lo largo de la historia, sin embargo, la gran mayoría de ellos han adoptado la división en tres tipos de amistad infundada por Aristóteles, el cual clasificaba la amistad en la amistad por placer, por utilidad y por virtud, y todas ellas comparten un afecto recíproco, aunque su finalidad sea distinta. ¡Veamos qué características presenta cada tipo de amistad!
Amistad por placer
La amistad por placer es la más frecuente entre los jóvenes, ya que viven persiguiendo sus pasiones, aquello que les resulta agradable. Esta se basa en una amistad recíproca donde ambos amigos consiguen aquello que desean, mediante la complacencia de los dos.
Esta amistad tiende a aparecer cuando por ejemplo dos amigos comparten la misma pasión por actividades de deporte, salir de fiesta, tocar en un grupo de música,… son amistades que se fundan mediante una pasión compartida y por ello, tienden a ser más volátiles, debido a que a medida que la edad avanza, nuestras pasiones van cambiando y este tipo de amistad depende del placer mutuo, de modo que cuando los placeres que se persiguen varían, la amistad tiende a desvanecerse. Por este motivo, es frecuente que entre los jóvenes las amistades se funden rápidamente, del mismo modo que se terminan con facilidad.
Amistad por utilidad
En este tipo de amistad, el vínculo que mantiene unidas a las dos personas se centra en recibir algún beneficio mutuo y por ello, tiende a darse entre personas contrarias, ya que uno espera del otro aquello que no tiene. Las amistades por utilidad tienden a ser fáciles de disolver, ya que cuando una de las dos personas deja de ser útil para la otra, la amistad se disuelve.
En la amistad por utilidad son frecuentes las reclamaciones y los reproches, pues si lo que sustenta la amistad es la utilidad, la persona cada vez exige más, debido a que cree que recibe menos de lo que debería merecer. Las reclamaciones únicamente se presentan en este tipo de amistad, pues en las amistades por placer, tras haber compartido los momentos de placer cuando estos cambian las personas se separan, mientras que las amistades por utilidad no se separan tan fácilmente, pues seguirán presentándose como amigos siempre que puedan seguir sacando provecho de la relación de amistad y la amistad verdadera o la amistad por virtud, no entiende de reproches.
Amistad por virtud o amistad verdadera
El tercer tipo de amistad es la amistad por virtud o la amistad verdadera, conocida como la amistad de lo bueno. Este tipo de amistad concibe la valoración de lo bueno y lo virtuoso de la vida, sin ninguna finalidad añadida, sin esperar sacar provecho de nada. Las relaciones de amistad verdadera tienden a mantenerse durante toda la vida, a ser íntimas y profundas y no esconden un porqué, fluyen por sí solas.
En la verdadera amistad ninguno molesta al otro, pues ambos desean compartir su tiempo juntos, en la verdadera amistad ambos se sienten libres de poder compartir libremente, discutiendo sus desacuerdos sin tratar de imponerse uno sobre el otro, en la verdadera amistad se comparten las alegrías y se hace más amena la adversidad. Los verdaderos amigos crecen juntos como personas, son sinceros entre ellos, buscan entenderte sin juzgarte, mantienen una preocupación constante por ti, saben escucharte y ayudarte con el corazón, y todo ello te lo darán sin esperar nada a cambio, únicamente que este amor sea compartido.
En este tipo de amistad, el vínculo que mantiene unidas a las dos personas se centra en recibir algún beneficio mutuo y por ello, tiende a darse entre personas contrarias, ya que uno espera del otro aquello que no tiene. Las amistades por utilidad tienden a ser fáciles de disolver, ya que cuando una de las dos personas deja de ser útil para la otra, la amistad se disuelve.
En la amistad por utilidad son frecuentes las reclamaciones y los reproches, pues si lo que sustenta la amistad es la utilidad, la persona cada vez exige más, debido a que cree que recibe menos de lo que debería merecer. Las reclamaciones únicamente se presentan en este tipo de amistad, pues en las amistades por placer, tras haber compartido los momentos de placer cuando estos cambian las personas se separan, mientras que las amistades por utilidad no se separan tan fácilmente, pues seguirán presentándose como amigos siempre que puedan seguir sacando provecho de la relación de amistad y la amistad verdadera o la amistad por virtud, no entiende de reproches.
Amistad por virtud o amistad verdadera
El tercer tipo de amistad es la amistad por virtud o la amistad verdadera, conocida como la amistad de lo bueno. Este tipo de amistad concibe la valoración de lo bueno y lo virtuoso de la vida, sin ninguna finalidad añadida, sin esperar sacar provecho de nada. Las relaciones de amistad verdadera tienden a mantenerse durante toda la vida, a ser íntimas y profundas y no esconden un porqué, fluyen por sí solas.
En la verdadera amistad ninguno molesta al otro, pues ambos desean compartir su tiempo juntos, en la verdadera amistad ambos se sienten libres de poder compartir libremente, discutiendo sus desacuerdos sin tratar de imponerse uno sobre el otro, en la verdadera amistad se comparten las alegrías y se hace más amena la adversidad. Los verdaderos amigos crecen juntos como personas, son sinceros entre ellos, buscan entenderte sin juzgarte, mantienen una preocupación constante por ti, saben escucharte y ayudarte con el corazón, y todo ello te lo darán sin esperar nada a cambio, únicamente que este amor sea compartido.
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SIFNIFICADO DE LOS COLORES
Color blanco: Implica inocencia y pureza, nos ayuda en momentos de estrés, a seguir adelante. Significa igualdad y unidad. Contiene todos los colores del espectro y representa lo positivo y lo negativo de cada uno de ellos.
Color negro: El color negro es útil para transmitir elegancia, nobleza, sofisticación, o tal vez un toque de misterio. Es autoritario y puede evocar emociones fuertes. Al contrario que el blanco es la ausencia total de luz.
Color gris: El gris es un color que está en el medio entre el blanco y el negro, es muy idóneo para la neutralidad. No carga visualmente y utilizado en la justa medida puede transmitir elegancia y lujo. Al ser un color tan neutral no tenemos que abusar de él, o corremos el riesgo de generar tristeza y melancolía, como un día de lluvia.
Color amarillo: Está relacionado con la inteligencia, fomenta la creatividad, es un color de los más luminosos y cálidos. En diseño se utiliza para atraer la atención.
Color rojo: Es un color muy intenso, apasionante. Usado frecuentemente por los diseñadores para llamar la atención sobre un elemento en particular. Debe usarse de manera lógica, pues su intensidad y excitación puede cansar.
Color naranja: Color cálido, activo y dinámico, que actúa como estimulante de los tímidos y tristes. Posee fuerza activa, radiante y expansiva. Es muy útil en pequeñas dosis ya que en grandes extensiones es atrevido y agresivo.
Color azul: El color frío por
excelencia. Simboliza la frescura, la calma y el reposo, se le asocia con la
inteligencia y las emociones profundas, con la amistad, la fidelidad, la
serenidad… Si es muy claro denota optimismo y pureza.
Color violeta: Es el color del misterio, de la lucidez y reflexión. Tiene que ver con lo espiritual y emocional. Es un color que bien utilizado es elegante.
Color verde: Evoca lo relacionado con la naturaleza y la vegetación, lo fresco y lo sedante. Es el color calmado, incita al equilibrio por lo cual es el más tranquilo y sedante.
Color marrón: Es el color del otoño, da la impresión de equilibrio. Es confortable y masculino. Representa el color de la tierra.
Color violeta: Es el color del misterio, de la lucidez y reflexión. Tiene que ver con lo espiritual y emocional. Es un color que bien utilizado es elegante.
Color verde: Evoca lo relacionado con la naturaleza y la vegetación, lo fresco y lo sedante. Es el color calmado, incita al equilibrio por lo cual es el más tranquilo y sedante.
Color marrón: Es el color del otoño, da la impresión de equilibrio. Es confortable y masculino. Representa el color de la tierra.
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EL REENCUENTRO.
(CUENTO: DRANUVAR)
Ese día había decidido no almorzar, así que estaba algo fuera de lugar sentado en una mesita de la esquina de la nueva cafetería cuyo Latte con extra vainilla me había cautivado, pero que en ese momento solo veía de lejos como era servido a un nuevo cliente, uno de la larga fila de personas que hambrientas de calor, azúcar y cafeína, se abarrotaban en frente de la caja registradora.
No, yo podía esperar, las clases también podían esperar, eso sentía al tener de un lado a un caos de aromas y sonido, y al otro la pura imagen de un cielo gris y distorsionado por las gotas de lluvia y el vidrio empañado; llegué a pensar que solo el estar ahí sentado valía la pena, viviendo un respiro que al menos momentáneamente me aislaba de ese mundo adulto al que hacía muy poco me había visto arrojado, y mi mente, ya desocupada por los libros de texto, empezó a recordar lecturas más entretenidas, lecturas que compartí contigo primero en pláticas cara a cara, luego virtuales, y más recientemente, en simpáticos intentos de carta. Sonreí ligeramente, y me puse de nuevo a escribirte algo en papel.
Desde ese momento, cuatro años han pasado, algo ínfimo en el gran esquema de las cosas, pero que para nosotros unos jóvenes mortales ignorantes de la inmensidad del universo, es un abismo, un cataclísmico Big Bang, un nuevo mundo. No sé si he avanzado todo lo que debería, con todo el lastre que pueden hacer los recuerdos, pero algunos pasos he dado, y en ausencia de ceguera y sordera he podido notar como algunas personas nuevas llegan, y otras, aun teniendo su lugar marcado y exclusivo en nuestras vidas, se van, y ciertamente tú eres de estas últimas.
Cuatro años después y nuevamente la lluvia me tomó desprevenido, la ausencia de paraguas me obligó a buscar refugio en algún local cercano, y fue grande mi sorpresa al entrar y tomar asiento en un rincón alejado de la puerta y de los demás refugiados; me saludó a un lado la fila de personas y el aroma a café, y al otro aquel hermoso cuadro de cielos grises y urbanidad acuosa, un cuadro que recordaba muy bien. Esta vez sí decidí pedir algo, y mientras me levantaba y hacía fila para el café, fui reconstruyendo más mi imagen mental del sitio, notando cada pequeño detalle que no se correspondía con el pasado.
Hacía mucho tiempo que no entraba, no sé decir desde cuando exactamente, pero lo sentía como mucho, y aunque en su mayoría las cosas seguían igual, me sentía en un lugar extraño, un lugar cambiado más allá de nuevos posters decorativos y nuevo mobiliario. Me senté en la esquina de antes, y revolví la crema en el café al tiempo que revolvía las ideas en mi mente y pensé en lo terrible que puede ser el tiempo, lo único capaz de acabar cualquier cosa y reconstruir algo a base de sus restos; pensé que así había sido siempre, en las guerras, en la vida, en las artes, en la muerte, y en este brebaje amargo a pesar del azúcar.
Quizás el que había cambiado era yo, con ya varios años de una vida que pocas veces te dejaba respirar, empujándote constantemente a las cosas nuevas y a las personas nuevas, ¿y sabes qué?, eso me golpeó, a mi tan acostumbrado antes a que los elementos de mi mundo no cambiaran, y a que cada una de las pocas presencias fuese constante, pero la ironía acecha y es justo cuando apareciste en mi vida que las cosas poco a poco comenzaron a cambiar. Tú no tardaste en ganarte un lugar aún a pesar de la distancia y los reducidos encuentros, pero el pasado comenzó a ser solo recuerdo, y llegó el momento en que abandonaste mi presente.
¿Podría culpar a alguien de tu ausencia?
Quizás solamente a la vida tan ensimismada que llevábamos en aquel entonces, y
que solo daba verdaderas oportunidades a aquellos que tuviésemos literalmente
cerca. ¿Quién nos manda a vivir en ciudades tan lejanas como diferentes?
Nuestro primer encuentro fue probablemente pura casualidad, ambos adolescentes
en una ciudad que no era la nuestra, en un evento donde casi nunca se veían
personas de nuestra edad; pero ahí estábamos, sentados uno al lado del otro, tú
tarareando una canción en alemán y yo tratando de recordar de donde me sonaba
esa melodía.
Esa tarde salimos juntos en varias fotografías, aquellas que nos tomaron al lado del autor que ambos habíamos ido a visitar y al que logramos mostrarle algo de nuestra poesía, y fue gracias a esos versos compartidos que al final del evento, con el sol ya comenzando a ocultarse, te pregunté si te parecería bien intercambiar números de teléfono y dirección de correo electrónico. Pasaron varias semanas en las que creí que solo me habías respondido por cortesía, pero respiré aliviado cuando porfín me contactaste a través de la red social asociada al correo que compartimos; recuerdo que quería felicitarte aún más por tus poemas, pero que terminé preguntando por la canción que tarareabas, y me respondiste con el nombre que trataba de recordar.
Nos parecíamos mucho en esos momentos, ambos muy de negro, de gustos muy europeos y con el hábito de abrazar las sombras que otros ahuyentaban; leíamos mucho, escribíamos, y para nuestros oídos era agradable la misma música densa y profunda que tan extraña resulta en un país tropical, y todo eso se tradujo en largas y constantes pláticas sobre autores y artistas que criticábamos y recomendábamos, solo de vez en cuando interrumpidas por algún hecho muy sentido que ocurriera en nuestras vidas.
La distancia debió obligarnos a apreciar las pocas veces que logramos vernos en persona, aquellas visitas en las que nos regalábamos algún detalle físico para complementar las palabras, pero éramos jóvenes e ingenuos más allá de nuestras lecturas, y lo que dimos por sentado se fue diluyendo, haciéndose más lejano y difícil. Lo cierto es que ahora que más cosas son más y más “recuerdo”, me encuentro recordando más veces y más seguido, y ahora cargo constantemente con aquella vieja edición de “El Horror Sobrenatural en la Literatura” que me regalaste en aquel café de cerca de tu casa, luego de un rato hablando sobre gente rara y de locura admirable.
Y no es que el tiempo me hiciera reflexionar, pero en ese momento pensé que era inútil disculparme por recibir el regalo diciendo que ya lo tenía en una edición más ampliada y corregida, cosas que ahora no me importan, porque al leer las palabras de nuestro “Howie”, las percibo con un regusto a ti y a esa conversación. Debí ser más agradecido y menos pragmático, hoy agradezco tu fuerte carácter y su insistencia en que me llevara tu edición de todas maneras, y en voz baja e interna, en un susurro introspectivo, te pido atrasadas disculpas por ser tan “yo”.
Pero la mente no descansa, y una hija de mis recuerdos es la curiosidad por tu presente. Hace poco supe por terceros que te va bien en aquel trabajo que hace mucho mencionaste como un prospecto agradable. Supe también por comentarios escuetos que aunque ahora tu círculo de amistades era más grande, seguías teniendo fama de loba solitaria, y me sorprendí un poco al ver que ningún avance oficial había cambiado el Status Quo entre tú y esa persona que en las últimas conversaciones que conmigo tuviste parecía apropiarse más de grandes y pequeños momentos de tu vida; recuerdo bien que le describiste como el antiguo interés que había vuelto para hacerte sentir cosas nuevas y cuestionar asuntos tuyos que conmigo jamás mencionaste hasta mucho después de decidir qué pensar sobre ello.
Confieso que no me sentó bien el que me apartaras de esos asuntos, pero no miento al decir que sonreía suavemente, contento por ti y esa nueva presencia y las experiencias que te traía, incluso a pesar de la vaga sensación en el alma de que era una señal de nuevos olvidos por venir.
Mi vida tampoco ha estado falta de personalidades interesantes, y así como tú descubriste nuevos mundos, yo fui conociendo los que siempre estuvieron allí cerca, y me empape un poco de ellos y de su gente, individuos y grupos de colores mucho más variados y vivos que los nuestros. La universidad me permitió conectar con personas tanto de otras ciudades, como de esta misma pero que nunca había encontrado, gracias a todos ellos probé formas nuevas en las que se desarrolla la amistad y se podría decir que “viví” un poco más. No es que de repente me convirtiera en el más amistoso y sociable, seguía siendo en esencia el mismo, con la misma música, los mismos colores, los mismos hobbies, pero con emociones y experiencias más variadas, lo cual trajo consigo escritos más variados.
Por una parte, mi poesía se notaba más pulida, la experiencia contribuyó, sí, pero en parte también la presencia cercana de musas que episódicamente aparecían en mi vida aparentemente con el único propósito de ser adoradas, y de entre ellas le tenía especial cariño a Midori, criatura tan bella como adorable quien parecía traer siempre consigo un momento y una palabra tiernos, pero que siempre supo mantener distancia. Luego estuvieron los chicos y chicas de las tertulias literarias a las que me hice asiduo, y que durante un tiempo me hicieron sentir como una especie de maestro o hermano mayor al llevarles unos cuantos años no solo en edad sino en experiencia como lector y escritor; con ellos hubo también un cambio, pero uno que fue bien recibido, y es que todos ellos se convirtieron en verdaderos y sentidos amigos. Tantas vidas nuevas a mí alrededor estimularon mis ganas de contar historias, y varias veces traté de revivir aquellos intentos de novela de las que te comentaba hace años. Estoy seguro que algunas de las experiencias que por mi lado tuve fueron espejo de algunas tuyas.
Sin embargo, a pesar de todo, te sigo dedicando pensamiento en tono de melancolía y recuerdo, y es que el extrañar no es solo querer de vuelta lo que se tuvo, no es odio o desprecio al cambio; el extrañar verdaderamente es tener claro en el alma un vacío con forma, nombre y apellido, y toda la vida que construyamos luego de nacida esa ausencia solo sirve para ocultarla del sol y tratar de pretender que no existe, aún a sabiendas de que siempre estará allí debajo, presencia acechante como el cadáver del viejo y su delator corazón, pero haciéndose notar por un latido negativo, como pálpitos de silencio puro que con delicada y paciente malicia consumen nuestros ánimos.
Esa tarde salimos juntos en varias fotografías, aquellas que nos tomaron al lado del autor que ambos habíamos ido a visitar y al que logramos mostrarle algo de nuestra poesía, y fue gracias a esos versos compartidos que al final del evento, con el sol ya comenzando a ocultarse, te pregunté si te parecería bien intercambiar números de teléfono y dirección de correo electrónico. Pasaron varias semanas en las que creí que solo me habías respondido por cortesía, pero respiré aliviado cuando porfín me contactaste a través de la red social asociada al correo que compartimos; recuerdo que quería felicitarte aún más por tus poemas, pero que terminé preguntando por la canción que tarareabas, y me respondiste con el nombre que trataba de recordar.
Nos parecíamos mucho en esos momentos, ambos muy de negro, de gustos muy europeos y con el hábito de abrazar las sombras que otros ahuyentaban; leíamos mucho, escribíamos, y para nuestros oídos era agradable la misma música densa y profunda que tan extraña resulta en un país tropical, y todo eso se tradujo en largas y constantes pláticas sobre autores y artistas que criticábamos y recomendábamos, solo de vez en cuando interrumpidas por algún hecho muy sentido que ocurriera en nuestras vidas.
La distancia debió obligarnos a apreciar las pocas veces que logramos vernos en persona, aquellas visitas en las que nos regalábamos algún detalle físico para complementar las palabras, pero éramos jóvenes e ingenuos más allá de nuestras lecturas, y lo que dimos por sentado se fue diluyendo, haciéndose más lejano y difícil. Lo cierto es que ahora que más cosas son más y más “recuerdo”, me encuentro recordando más veces y más seguido, y ahora cargo constantemente con aquella vieja edición de “El Horror Sobrenatural en la Literatura” que me regalaste en aquel café de cerca de tu casa, luego de un rato hablando sobre gente rara y de locura admirable.
Y no es que el tiempo me hiciera reflexionar, pero en ese momento pensé que era inútil disculparme por recibir el regalo diciendo que ya lo tenía en una edición más ampliada y corregida, cosas que ahora no me importan, porque al leer las palabras de nuestro “Howie”, las percibo con un regusto a ti y a esa conversación. Debí ser más agradecido y menos pragmático, hoy agradezco tu fuerte carácter y su insistencia en que me llevara tu edición de todas maneras, y en voz baja e interna, en un susurro introspectivo, te pido atrasadas disculpas por ser tan “yo”.
Pero la mente no descansa, y una hija de mis recuerdos es la curiosidad por tu presente. Hace poco supe por terceros que te va bien en aquel trabajo que hace mucho mencionaste como un prospecto agradable. Supe también por comentarios escuetos que aunque ahora tu círculo de amistades era más grande, seguías teniendo fama de loba solitaria, y me sorprendí un poco al ver que ningún avance oficial había cambiado el Status Quo entre tú y esa persona que en las últimas conversaciones que conmigo tuviste parecía apropiarse más de grandes y pequeños momentos de tu vida; recuerdo bien que le describiste como el antiguo interés que había vuelto para hacerte sentir cosas nuevas y cuestionar asuntos tuyos que conmigo jamás mencionaste hasta mucho después de decidir qué pensar sobre ello.
Confieso que no me sentó bien el que me apartaras de esos asuntos, pero no miento al decir que sonreía suavemente, contento por ti y esa nueva presencia y las experiencias que te traía, incluso a pesar de la vaga sensación en el alma de que era una señal de nuevos olvidos por venir.
Mi vida tampoco ha estado falta de personalidades interesantes, y así como tú descubriste nuevos mundos, yo fui conociendo los que siempre estuvieron allí cerca, y me empape un poco de ellos y de su gente, individuos y grupos de colores mucho más variados y vivos que los nuestros. La universidad me permitió conectar con personas tanto de otras ciudades, como de esta misma pero que nunca había encontrado, gracias a todos ellos probé formas nuevas en las que se desarrolla la amistad y se podría decir que “viví” un poco más. No es que de repente me convirtiera en el más amistoso y sociable, seguía siendo en esencia el mismo, con la misma música, los mismos colores, los mismos hobbies, pero con emociones y experiencias más variadas, lo cual trajo consigo escritos más variados.
Por una parte, mi poesía se notaba más pulida, la experiencia contribuyó, sí, pero en parte también la presencia cercana de musas que episódicamente aparecían en mi vida aparentemente con el único propósito de ser adoradas, y de entre ellas le tenía especial cariño a Midori, criatura tan bella como adorable quien parecía traer siempre consigo un momento y una palabra tiernos, pero que siempre supo mantener distancia. Luego estuvieron los chicos y chicas de las tertulias literarias a las que me hice asiduo, y que durante un tiempo me hicieron sentir como una especie de maestro o hermano mayor al llevarles unos cuantos años no solo en edad sino en experiencia como lector y escritor; con ellos hubo también un cambio, pero uno que fue bien recibido, y es que todos ellos se convirtieron en verdaderos y sentidos amigos. Tantas vidas nuevas a mí alrededor estimularon mis ganas de contar historias, y varias veces traté de revivir aquellos intentos de novela de las que te comentaba hace años. Estoy seguro que algunas de las experiencias que por mi lado tuve fueron espejo de algunas tuyas.
Sin embargo, a pesar de todo, te sigo dedicando pensamiento en tono de melancolía y recuerdo, y es que el extrañar no es solo querer de vuelta lo que se tuvo, no es odio o desprecio al cambio; el extrañar verdaderamente es tener claro en el alma un vacío con forma, nombre y apellido, y toda la vida que construyamos luego de nacida esa ausencia solo sirve para ocultarla del sol y tratar de pretender que no existe, aún a sabiendas de que siempre estará allí debajo, presencia acechante como el cadáver del viejo y su delator corazón, pero haciéndose notar por un latido negativo, como pálpitos de silencio puro que con delicada y paciente malicia consumen nuestros ánimos.