miércoles, 7 de julio de 2021

LA FRAGANCIA - BRUJAS - EL BRONCEADO - LAS POLLERAS Y EL STATUS - EL CUATRERO (CUENTO)

LA FRAGANCIA DE LAS FLORES

Todos recordamos la suave fragancia de lavanda. Su perfume característico lo provocan unos compuestos químicos llamados compuestos orgánicos volátiles (COV). Hasta ahora se sabía que las plantas con flores utilizaban varias vías bioquímicas para producir un amplio abanico de compuestos orgánicos volátiles que conferían a las flores su propio aroma. Ahora, un estudio del CREAF, en colaboración con la UAB, ha descubierto que las flores huelen a algo más que a flores. Según un estudio publicado en la revista Scientific Reports, del grupo Nature, los perfumistas del planeta, los protagonistas a la hora de elaborar los aromas florales más delicados, no son sólo las flores, sino también los microorganismos y hongos que las recubren.
Los investigadores han realizado una serie de experimentos en los que han pulverizado las flores del saúco con antibióticos de amplio espectro. En las plantas tratadas con antibióticos el contenido floral interno de compuestos volátiles y la respiración se mostraron estables, lo que demostraba que los antibióticos no causaban daños ni estrés en las plantas. Sin embargo, la cantidad de los compuestos aromáticos emitidos por las flores, que proporcionan el olor, disminuyó drásticamente en los casos en que se roció con antibiótico. Por otra parte, los antibióticos habían modificado también los tipos de compuestos que emitía la flor: se habían dejado de generar algunos compuestos. Así pues, en general, el bouquet de las flores de saúco era completamente diferente hasta siete días después de la pulverización con antibióticos.
"Con los antibióticos, los saúcos, a pesar de seguir teniendo flores sanas no olían a saúco. Y es que los antibióticos no habían afectado a la planta, pero habían eliminado los microorganismos y hongos que viven en las flores. Se demuestra así el papel clave de hongos y bacterias en los olores y perfumes que nos regalan las flores", comenta Josep Peñuelas.
Los autores del artículo confirman que las bacterias como los hongos tienen la capacidad de producir compuestos aromáticos como el linalol. Hay que tener en cuenta que la misma planta responde ante algunos de estos microorganismos emitiendo también compuestos químicos especiales. Según Jaume Terradas, fundador del CREAF y catedrático emérito de Ecología de la Universitat Autònoma de Barcelona que también ha participado en el estudio, la microbiota de las flores parece tener un papel clave en la fragancia final, y esto tendría implicaciones relevantes.

UN ELEMENTO A TENER EN CUENTA DURANTE LA POLINIZACIÓN.

En efecto, los compuestos orgánicos volátiles, al ser fragantes, permiten la comunicación química de las plantas con otros organismos. Varios tejidos de la planta, como las flores, emiten estos compuestos para llamar la atención, por ejemplo, de los polinizadores. Ante la actual "crisis de la polinización", producida en gran parte por el descenso de insectos polinizadores pero también por la alteración de los aromas florales, estudios como éste proporcionan un conocimiento muy valioso que puede aportar mejoras en este tema vital. "Si los olores que guían estos insectos están producidos en gran parte por hongos y microorganismos, tendremos que revisar, por ejemplo, los efectos del uso de algunos antifúngicos en los cultivos, porque podrían alterar las fragancias y la futura polinización de las mismas plantaciones", concluye el profesor Peñuelas.

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BRUJAS: VERDAD O MITO.

Durante muchos años las novelas de fantasía, el cine y la televisión han logrado que imaginemos a las brujas como mujeres con verrugas, ancianas, deformes y volando en una escoba. Aunque en su gran mayoría todo esto es ficción, el mito de que vuelan usando escobas tiene que ver con las alucinaciones.
La historia detrás de las brujas volando sobre escobas en realidad tiene sus bases en el siglo XIV, época en la que la investigación de una mujer acusada de brujería llevó a los médicos y científicos de entonces a entender un poco más el verdadero origen de esos mundos de fantasía, encantamientos y (supuestamente) demonios a los que se relacionaban las brujas, sobre todo gracias a la iglesia católica.
Lo primero que debemos recordar es que las mujeres a las que la iglesia y las autoridades tildaban de “brujas” en realidad no eran más que mujeres que experimentaban con plantas medicinales y buscaban significados de la vida y la naturaleza más allá de lo que decían las religiones de la época. En la época en la que solo los hombres podían perseguir carreras medicinales y la ciencia estas mujeres eran vistas como diabólicas, pecadoras y sencillamente malvadas.
Pero las mal llamadas “brujas” experimentaban con plantas medicinales buscando calmar sus propios padecimientos (incluyendo dolores menstruales y otras cosas que los médicos de la época parecían no tomar en cuenta... porque eran hombres) y ayudar a otras mujeres. Esto estaba prohibido, era penado por la ley y, sobre todo, por la iglesia. De ahí a que practicaran sus creencias en secreto y se formaran grupos de mujeres que se reunían a estudiarlas, lo que los demás veían como “brujería” y las llevaban a la hoguera por ello.

Debido a que experimentaban con plantas medicinales pudieron descubrir algunos usos peculiares para estas. Por ejemplo, al experimentar con plantas como la mandrágora, el beleño y el hongo que se forma en el centeno pudieron descubrir que algunas plantas venenosas y hongos podían generar un efecto alucinógeno al consumirla en pequeñas cantidades.
Y muchas de estas “brujas” se obsesionaron con estos alucinógenos. La sensación placentera y las visiones que producía el estar bajo este efecto hizo que estas mujeres experimentaran con esta planta de forma frecuente.
El problema es que el ingerir estos alucinógenos tenía efectos secundarios, incluyendo irritación de la piel, náuseas y muchos vómitos. No pasó mucho tiempo en que descubrieran que la mejor forma de obtener el mayor efecto posible y evitar estos efectos secundarios eran aplicarlo a la piel en forma de ungüento.

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EL BRONCEADO.

La luz del sol está compuesta por un espectro continuo de radiaciones electromagnéticas.
Como todas las emisiones lumínicas, es absorbida por determinados cuerpos-receptores, entre ellos la piel, y más concretamente ciertas moléculas que actúan como cromóferos-captadores.
Cada cromóforo absorbe selectivamente una banda determinada de longitudes de onda, que se trasforma en energía, alterando o modificando el cromóforo de forma transitoria o permanente.
Esta cadena de reacciones provoca una seria de efectos en el tejido cutáneo, que pueden ser perjudiciales (como el fotoenvejecimiento, etc.) o beneficiosos (efectos beneficios del sol, fortalece los huesos, el sistema inmune, ayuda adormir, aumenta la sensacuin de felicidad…).
En la estructura cutánea, encontramos tres cromóforos que actúan como filtros naturales de los rayos UV.
 
TIEMPO DE BRONCEADO
La radiación UVA produce un bronceado inmediato, que se origina unos 30 min después de la exposición al sol y se atenúa en poco tiempo. Esta radiación es la causante de la pigmentación directa de la piel.
Por otro lado, la radiación UVB origina la pigmentación indirecta de la piel y un bronceado más duradero, que requiere varios días de exposición. Se inicia a los 2-3 días y pasa por un enrojecimiento de la piel.

EL BRONCEADO ES UNA DEFENSA NATURAL DE NUESTRO CUERPO.
Cuando estas dos radiaciones ultravioletas llegan hasta nuestra piel se activa un mecanismo de defensa: el bronceado.
Pero a pesar de la acción combinada de estos tres filtros naturales, sigue llegando radiación nociva a las capas más profundas de la piel, y es la razón por la que se debe emplear filtros solares cada vez que valla a exponernos al sol, sin importar la época del año ni el lugar.

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LAS POLLERAS Y EL STATUS

La ropa que las campesinas e indígenas usan en las comunidades rurales de Azuay y Cañar expresa su forma de vida. Con una pollera, por ejemplo, se puede tener una idea de su lugar de nacimiento, posición económica y estado civil.
En el Austro, la pollera es un sinónimo de estatus. Esa falda suelta, que lucen las mujeres en las diferentes poblaciones de la región, es una de las prendas típicas más variadas que existen.
Hay confeccionadas en lana de borrego o en gamucilla, largas hasta las rodillas, plisadas o lisas, con bordados coloridos o más discretas. En una investigación que realizó la cuencana Julia Tamayo sobre esta prenda encontró las variaciones que ha tenido a través del tiempo.
Antes, las mujeres usaban dos o tres prendas y todas eran bajas, hasta los tobillos. Las más modernas tienen el corte
hasta la rodilla.
La vestimenta de la chola cuencana tiene un origen español. En los antiguos trajes típicos de Castilla se usaban bordados con flores como los que tienen las actuales polleras; mientras que el diseño prensado tiene un antecedente en las faldas típicas de Extremadura. La investigación de Tamayo concluye que esta prenda es producto del mestizaje.
La variación en los diseños se extendió a la región y en la actualidad, en las diferentes comunidades de Azuay y de Cañar, hay una prenda con características específicas. Se diferencian por el tamaño, el material y la decoración.
“La pollera de la chola cuencana da por las canillas, así como en Cañar, pero allá el corte es más recto. En Nabón la usan un poco más alta”, cuenta María Maldonado, quien comercializa estas prendas en el centro de la capital azuaya.
El bordado es otro detalle que las diferencia. En Cuenca es sumamente colorido y resaltan las flores y el borde termina con conchas redondas, a diferencia de la pollera del cantón Paute, en la que se destaca una decoración en forma de zigzag, adornada con flores.
En la de Chordeleg, en cambio, se usa el talqueado, que consiste en la sobreposición de una tela, que acaba en los bordes con un cordón combinado con conchas. Mientras, que la de Gualaceo tiene un bordado muy colorido y más ancho que las otras. La de Cañar tiene un bordado ancho y colorido.

El material también varía. Elena Saldaña conserva su pollera de bayeta, un material que resulta de procesar la lana de borrego, pero ya no se usa. “La bayeta se teñía con tintes naturales y se bordaba a mano… Eran costosas”. Luego llegaron otros materiales como la bayetilla (lana industrializada), el paño, la gamucilla y el terciopelo, que son más económicos.
Por eso, la pollera de bayeta o de terciopelo evidencia que su dueña tiene posibilidades económicas, sostiene Tamara Landívar, investigadora y curadora de la sala etnográfica del Museo Pumapungo. “Esta prenda no solo varía según la región sino también por la ocasión”. Hay polleras de uso cotidiano sin decoración y las azules son para los matrimonios.
En Cañar, hay prendas específicas para las celebraciones. En Inti Raymi, las indígenas lucen polleras de materiales finos y bordados delicados y, en ocasiones especiales, llevan dos. La de abajo es la enagua cuyo color y bordado se usaba de acuerdo con el estado civil, dice Landívar. Sobre esta se usa el bolsicón, que es más alto.

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EL CUATRERO.
(CUENTO)
 
Iba al tranco, recorriendo la alambrada, revisando que no hubiera alambres cortados o postes rotos. Amanecía y a lo lejos, sobre un fondo de nubes rosadas, algunos caranchos volaban alto en círculos. Un animal muerto, pensé. No es raro. A veces un ternero al pisar una víbora sufre una picadura y muere. Apuré el paso.
Me encontré con un paisano que tranquilamente desollaba un ternero. No vi ningún caballo cerca. Estaba solo y de a pie. Un vagabundo.
- Buenos días amigo, dije, cuando mi caballo estuvo a cinco o seis metros
No me contestó. Levantó la vista brevemente y siguió cuereando. Manejaba bien el cuchillo, un facón verijero. Es del oficio pensé, hacía cortes precisos y rápidos. No me gustaría un enfrentamiento a cuchillo con un experto como éste.
Había degollado a un ternero y ahora lo estaba cuereando. Los caranchos más atrevidos o más hambrientos, chupaban la tierra empapada en la sangre que había brotado de la sajadura. A veces esta gente de paso, carnea un animal para llevarse solamente lo que pueden cargar, y dejar el resto a los caranchos.
- ¿es suyo el animal que está carneando? pregunté
- ¿y quién pregunta? respondió, irguiéndose con el facón ensangrentado en la mano
- me llamo Emiliano. Soy nieto de don Ciriaco, el dueño del campo... y del ternero
- ¿y si sabe que el animal no es mío, para qué pregunta, pués?
- ahhh, había sido retobado además de cuatrero. Sepa que estoy aquí para evitar estos robos, dije, abriendo mi chaqueta para dejar a la vista la empuñadura del revólver Colt .38 largo que siempre llevo en el campo.
- mejor mandate mudar o te cuereo a vos también, dijo, y volvió a desollar al animal
Me cayó muy mal su respuesta. Soy tranquilo y trato de evitar problemas, pero no soy de tolerar amenazas. Saqué el fierro y disparé un tiro al aire. El tipo se sobresaltó con el estampido, y todavía agachado, me miró sorprendido.
- te me mandas mudar ahora mismo -ordené- y ni siquiera te vas a llevar un pedazo de grasa para un puchero. Y rájate rápido, porque el próximo balazo te lo encajo en la rodilla y quedas rengo para toda la vida, si es que no pierdes la pierna.
Pero no hizo caso. Al contrario, se me vino al humo cuchillo en mano.
Tranquilamente tomé puntería y le a dos metros, le pegué un balazo en la frente, que lo paró en seco, arrancándole la mitad del cráneo.
Desmonté con el lazo en la mano y sujeté el tobillo del difunto, y me lo llevé a la rastra junto con el ternero, mientras los caranchos se disputaban los restos de la sangre del muerto y del ternero y los trozos del cerebro desparramados por el piso. Otros más me siguieron, picoteando los cadáveres.
Cabalgué hasta la orilla de la laguna que tenemos entre dos médanos, lejos de la casa principal. Tiene agua todo el año. Me interné hasta que el caballo estuvo con el agua hasta las verijas.
Desaté al difunto y lo dejé boca arriba. Le pegué varios puntazos en el estómago, para facilitar la salida de los gases de la descomposición y permitir que se hunda más fácilmente. Antes los dejaba sin pinchar y los cuerpos flotaban varios días como corchos. Un funeral demasiado lujoso para un gaucho rotoso y ladrón. No traía ni un peso en los bolsillos. Con estos calores los bichos lo dejarán en los huesos en dos días.
Salí de la laguna con el ternero a la rastra y me fui al tranco para las casas. Vamos a churrasquear lindo esta noche en el rancho y ya tenemos el ternero a medio desollar. Mañana charquearemos suficiente para varios meses.


No le voy a comentar nada de todo esto a mi abuelo. Dice que tengo que dejar de matar tanta gente, que algún día vamos a tener un problema, pero para mí no son tantos. Hay lugar en la laguna para muchos cuerpos más.
Yo no lo vi, nunca en mis 30 años, pero dice el abuelo que un año de una gran seca, la laguna quedó sin una gota de agua, se secó hasta el fondo. Dice que si volviera a suceder quedarían a la vista las osamentas de docenas de personas, a muchas de las cuales las mató el mismo, incluso desde antes que yo naciera.
Antes echaba a los cuatreros mediante amenazas, pero era inútil. Volvían en cuanto yo me iba y sacrificaban reses. El abuelo se agarraba unas rabietas monumentales y después descontaba el valor del ternero de mi sueldo de mayordomo.
El lleva nota de las pariciones y cuenta los terneros que llegan a la señalada. Y guay que falte alguno. Hay que ver como se pone. Es una fiera cuando está enojado.
Así que ahora al que agarro robando lo fusilo y a la laguna. Fin del problema.
Son vagabundos y nadie jamás pregunta por ellos.
Pero el abuelo no dice nada si carneamos un animal para consumo familiar, porque siempre tengo cuidado de llevarle un costillar, su corte preferido. Mejor churrasqueamos esta noche tranquilos y no le digo nada.
Mañana le llevo el costillar y le digo que lo carneamos nosotros. Se va a poner contento. Total, que el abuelo jamás va a la laguna donde siembro a los muertos, y menos todavía con estos calores.

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