LA DAMA O SEÑORA DE CAO.
La huaca Cao Viejo es una edificación construida por millas de bloque de adobe que se estima originalmente alcanzaba los 35m de alto, 90m de ancho y 180mde largo (Vázquez Hoys 2011). La construcción final es producto de un total de cuatro templos superpuestos, ya que la sociedad moche realizó prácticas consistentes en “entierros ceremoniales” de edificios, una vez que culminó un período de gobierno. En esta huaca se sepultaron a individuos de altas jerarquías, como así también a personas sacrificadas como sus acompañantes.
La tumba de la mujer en asunto, fue hallada en una plataforma intermedia, lo cual la preservó de las lluvias de esa zona cos teña-Fenómeno del Niño- y del efecto de la capa freática del subsuelo. Además, a pesar de que la zona cerca de pérdidas importantes de material arqueológico, producto de los huaqueo o saqueos, esta huaca estuvo exenta de esas situaciones. número original sufrir perturbación alguna, por lo que se trataría de un hallazgo de tipo primario. Esto sorprendió bastante al grupo de investigadores ya que la mayoría de los restos humanos recuperados de esta sociedad sufrieron muchos daños -producto del Fenómeno del Niño-, pero este fardo funerario se hallaba intacto. Otro dato importante sobre dicha plataforma, es que en ella se hallaron otros entierros y uno de los elementos que se atribuyen de indicio, fue la presencia de una pieza cerámica depositada arriba de cada uno de ellos. por sobre los restos de la señora de Cao se halló una cerámica con forma de un búho enterrada hasta la altura del cuello y a continuación se encontró una cubierta sus tentada por unos bloques de adobe y abajo de caña. Debajo, unas maderas de algarrobo desbastadas, a modo de vigas, servían para proteger el entierro.
Alrededor de éste se habían
dispuesto diversas vasijas. Finalmente se halló el fardo funerario de la mujer.
En uno de los laterales se encontró el cuerpo de una adolescente sacrificada
que, según se interpreta fue su sirvienta. Dentro del fardo el cuerpo estaba
cubierto con placas de metales de cobre en forma de olas y de aves marinas. Se
cree que los demás entierros hallados en tumbas cercanas corresponderían a
cuatro acompañantes que la protegían en su viaje al Más Allá. Uno de ellos
poseía un chaleco de cuero, con aplicaciones de plumas, que representa un
personaje de rostro expresivo, elaborado en cobre dorado, y aquellos ojos y
boca tienen delicadas incrustaciones de concha y nácar.
Como se mencionó anteriormente, el fardo estaba acompañado con ceramios, pertenecientes a tres periodos diferentes: Mochica, Salinar y Gallinazo.
El fardo funerario completo pasaba alrededor de unos 120kg, a la altura de la cabeza estaba dibujado un rostro humano. Es destacable que una de las telas que envolvía al cuerpo tenía un largo de unos 70 m. Dentro del fardo se fueron encontrando objetos distintos, entre ellos: cuatro coronas y diademas.
Como se mencionó anteriormente, el fardo estaba acompañado con ceramios, pertenecientes a tres periodos diferentes: Mochica, Salinar y Gallinazo.
El fardo funerario completo pasaba alrededor de unos 120kg, a la altura de la cabeza estaba dibujado un rostro humano. Es destacable que una de las telas que envolvía al cuerpo tenía un largo de unos 70 m. Dentro del fardo se fueron encontrando objetos distintos, entre ellos: cuatro coronas y diademas.
Cuando los investigadores llegaron hasta el cuerpo preservado naturalmente tenía un cuenco de metal que había sido colocado sobre su rostro. Esta tenía cinabrio (sulfuro de mercurio), el mismo polvo rojizo que había sido utilizado para pintar su cuerpo, pero algunos investigadores afirman era de función simbólica, representando el líquido vital, la sangre. Además, se cree que al ser este un mineral toxico, las personas que habrían realizado esto se habrían desaparecido después.
Además, se halló una finísima
pieza de cerámica polícroma, decorada con iconografía moche, en la que se
colocó una corona de plata y cobre dorado, en forma de penacho, ubicada a la
altura de la cabeza y tiene dos bandas alargadas, muy similar a la que aparece
en la iconografía moche, asociada con un personaje del mismo rango que el Señor
de Sipán. Gracias a su excelente grado de conservación, el cuerpo de esta mujer
fue preservado naturalmente, lo que permitió realizar algunos análisis de
antropología física. Estos han aportado información sobre sus características
físicas y las causas de su muerte. Es así que fue posible determinar que su
estatura rondaba los 1,45 m y se estima que tenía entre 20 a 25 años al momento
de su muerte, la que ocurrió posiblemente por complicaciones después de un
parto. Esto último se infiere porque en su vientre presentaba unos pliegues de
la piel, típicos del posparto Otro dato muy interesante es que su cuerpo estaba
tatuado de serpientes, arañas, cocodrilos, animales lunares y figuras
geométricos. Debajo del cuerpo había una fina capa de arena y a la altura de la
cintura se encontró una copa ceremonial y piezas de conchas (que eran usado por
la nobleza en la época prehispánica) en cada una de las manos de la mujer
noble.
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PRODUCCION DE CERÁMICA MOCHICA.
Las primeras evidencias arqueológicas de contextos de producción artesanal se registraron en el sitio de Galindo, en la zona media del valle de Moche, entre los años 1979 y 1973. Garth Bawden, su investigador, registró en el extremo norte de la ciudad, un taller destinado a la producción alfarera, inferido a partir de un área de cocción de cerámica a tajo abierto y un corral de llamas adyacente. Bawden concluye que el taller de cerámica y el corral formaron una unidad funcional asociada a la producción de objetos de cerámica como figurinas, cántaros con cara gollete, botellas de doble cuerpo, así como vasijas para almacenar y cocinar. Aparentemente, todos los pasos de la cadena operativa se desarrollaron dentro del taller. Este investigador sugiere que las llamas habrían sido el medio de transporte para traer la materia prima e intercambiar fuera del asentamiento las vasijas manufacturadas. La ubicación del taller en la periferia del asentamiento, en un área no diferenciada de ocupación residencial, sugirió a Bawden que las actividades realizadas dentro del taller estuvieron en manos de artesanos de bajo status social sin la supervisión o control de la clase gobernante y cuya producción era destinada para consumo al interior de la ciudad
En el año 1993, José Armas, Violeta Chamorro y Gloria Jara registraron el primer contexto con características de taller artesanal en el Núcleo Urbano de la ciudad de las huacas del Sol y de la Luna. A decir de sus investigadores, la cadena operativa completa se realizaba in situ, y lo producido estaba destinado a ser utilizado en actividades rituales. Los restos de material orgánico hallados en los pisos y rellenos de pisos demuestran un preferencial acceso a recursos alimenticios y llevó a sus investigadores a asumir que el grupo de artesanos que aquí laboró formó parte de la elite misma moche. Diferentes artículos al respecto fueron publicados. En este contexto se encontraron dentro de la arquitectura, rompiendo los pisos arquitectónicos, dos tumbas que podrían pertenecer a dos artesanos, hombre y mujer, ubicados cronológicamente en diferentes momentos de uso del espacio del taller, las cuales muestran un rico ajuar funerario. Los detalles sobre los hallazgos son precisados más adelante. Otra zona de producción de cerámica mochica fina fue registrada por Glen Russell y coautores en Cerro Mayal (valle de Chicama), muy cerca del sitio arqueológico conocido como Mocollope, cuyos resultados fueron publicados en 1994.
Según los autores, Cerro Mayal
fue un gran taller especializado en la fabricación a gran escala de vasijas y
objetos de cerámica de tipo suntuario y ritual (floreros, jarras, vasijas
escultóricas, ollas, figurinas, cuencos, botellas, cancheros, vasos efigie,
copas, pendientes, sonajas y silbatos), destinados principalmente al uso por
parte de las clases altas y medias de Mocollope. Es significativa la escasez de
evidencia de actividades domésticas o de habitación; el área fue usada
principal o exclusivamente para la totalidad de los pasos de la cadena
operativa de manufactura de cerámica. La producción pudo ser organizada por
artesanos independientes, sin control o supervisión directa de las elites, aunque,
sus investigadores propusieron como otra posibilidad que el líder local de
Cerro Mayal pudo deber una cuota de producción al Señor de Mocollope, su
superior en términos socio políticos. En el mismo año 1994, Izumi Shimada
publicó un libro sobre los resultados de sus excavaciones en la ciudad moche
tardía conocida como Pampa Grande, reportando un taller de alfarería ubicado en
una zona céntrica de la ciudad. Entre otras cosas, el taller en cuestión
evidenció un área de cocción a tajo abierto con restos de cerámica ritual de la
fase estilística Moche V (platos, cuencos, floreros, ollas, cántaros, botellas,
discos perforados, figurinas), moldes, carbón, y lo que Shimada cree fue
excremento de llama utilizado para “ahogar” la cerámica y generar una atmósfera
reductora, que le da un color gris a la pasta. Según este autor, todos los
pasos de la cadena operativa se realizaron dentro del taller, el cual estuvo
supervisado por las elites moches. Sus consumidores finales conformaron la
población local. Una prospección realizada en el año 2000 por Gloria Jara en la
falda noroeste del cerro Blanco, a pocos metros del Templo Nuevo de la huaca de
la Luna, permitió identificar los restos de un taller de cerámica doméstica.
Lamentablemente, los estudios en ese espacio aún no se han realizado.
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LEYENDA DE NAYLAMP. (CULTURA
CHIMÚ)
A su llegada se habría empezado a
construir la ciudad de Chan-Chan, ya que esta ciudad consta de diez pirámides,
el mismo número que el de los gobernantes Chimú hasta la llegada de los incas,
cada una de las cuales habría sido construida por cada uno de los
gobernantes. En realidad, fuera de la
crónica citada no se sabe nada más de Tacaynamo, hay que señalar además la
interesante semejanza con Naylamp, el fundador mítico de Lambayeque. El sucesor de Tacaynamo fue su hijo
Guacricur, con el que empezarían las conquistas. Una leyenda similar a la de
Naylamp, existe con relación a los reyes fundadores del imperio Chimú que se
extendió por el norte hasta Piura y Tumbes.
Se atribuye al obispo de Trujillo Carlos Marcelo Corne, fundador del
seminario de esa ciudad, el haber hecho conocer la llegada a las costas de
Pacasmayo de un personaje llamado Tacaynamo el cual se asentó en el valle del
Chimor y lo conquistó. Tacaynamo al que
también se le llama Chimor Capac, fue el fundador de la dinastía que gobernó la
región Chimor o Chimú. Chimor Capac,
llegó en una balsa de palos, al igual que la utilizada por los naturales de
Paita y Tumbes, por cuyo motivo se presume por el mismo Carlos Marcelo Corne,
que no llegaban de muy lejos. No se descarta según esa teoría que Chimor haya
sido de la costa ecuatoriana o de Tumbes y aun del litoral piurano. A Tacaynamo sucede en el gobierno su hijo
Guari-Caur que extiende las conquistas, pero fue NancenPinco hijo del anterior,
el que extendió el reino hasta Santa por el sur y Pacasmayo por el Norte.
Siguen después hasta media docena de reyes y viene luego Michan-Caman en cuyo
tiempo el reino logra su mayor extensión pues llega de Tumbes hasta el norte de
Lima.
Es entonces cuando el reino es
reducido por los Incas, cuyas huestes al mando de Tupac Yupanqui, derrotaron al
gran rey Chimú y fue llevado prisionero al Cuzco en donde lo casaron con una
princesa de sangre imperial. A partir de
entonces se sucedieron una serie de reyes vasallos como Chumun-Caur, Guaman
Chumu, Anco Coyuch el que al morir no dejó sucesión por cuyo motivo entro a
reinar su hermano Caja Cimcim en cuyo tiempo llegaron los españo1es con los
cuales colaboró y recibió el bautizo, tomando el nombre de Martín siendo
sepultado al morir en la iglesia de santa Ana.
Los curacas tallanes vasallos, entregaban a sus hijos señoríos, que con
el tiempo fueron cobrando cierta independencia lo cual debilitaba el poder de
los reyes Chimús, lo que era del agrado de los Incas, por que evitaba cualquier
intento de rebelión. En realidad, los
pueblos tallanes, sólo tenían muy débiles lazos de subordinación con los reyes
Chimús, y cuando los Incas conquistaron Chan-Chan tales lazos de inmediato se
rompieron. Los tallanes eran de espíritu
muy independiente, y la autonomía que mantuvieron frente a los chimús la
conservaron durante el gobierno de los Incas, lo cual fue claramente comprobado
por los españoles al arribar al Perú.