LA LECTURA: CLASES.
En los distintos espacios de la vida social del hombre, como por supuesto en su enriquecimiento intelectual, la lectura ocupa un lugar de primera importancia. En el siguiente cuadro se resumirá en qué consisten siete clases de lectura y en qué ámbitos las podríamos poner en práctica.
Lectura oral
Ciertas situaciones de la vida social exigen este tipo de lectura. En esta, un orador se sitúa como punto de referencia ante un auditorio o público que lo escucha. Se lee en voz alta para compartir un mensaje de manera colectiva.
Lectura silenciosa
Es aquella que se lleva a cabo en espacios como las bibliotecas. Cada lector se encuentra enfrentado al texto de manera individual, de manera que su lectura no trasciende en ese momento a los demás.
Lectura superficial
También llamada lectura informativa. En esta, el lector solo quiere hacerse una idea general del contenido de una lectura, sin ahondar en los detalles.
Lectura selectiva
Este tipo de lectura se emplea cuando se quiere rastrear algún dato o palabra en particular. Cuando se busca un nombre propio, una fecha, una cifra, un detalle en especial o similares, se hace una lectura selectiva.
Lectura comprensiva
Con la lectura comprensiva se aspira a tener un conocimiento cabal de lo expresado en una lectura. El qué, el cómo, el cuándo, el quién, el dónde y el por qué son preguntas que la atraviesan.
Lectura reflexiva y crítica
En este nivel de lectura, el lector asume una postura o punto de vista sobre lo leído. ¿Se está de acuerdo con las ideas del autor? ¿Por qué? Desde la experiencia personal y los conocimientos previos, ¿qué se podría aportar, reforzar o refutar con base en lo leído?
Lectura recreativa
Es aquella que no se hace por obligación, sino por el goce de leer. Una historia que nos apasiona, un tema que nos interesa, un autor muy apreciado, pueden constituir lecturas recreativas.
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MARIPOSAS NOCTURNAS.
Las mariposas nocturnas superan en cantidad a las diurnas,
sin embargo, son menos valoradas y conocidas, por la mala fama que se les
adjudicó a este tipo de mariposas en la cultura popular.
Es común que se las conozca como polillas nocturnas o
simplemente polillas, pero realmente éstas solo corresponden a alguna de las
familias de las mariposas nocturnas.
Si quieres conocer cuáles son las mariposas nocturnas y las
especies más conocidas, entonces has llegado al artículo indicado, porque aquí
conocerás todo lo que necesitas saber sobre estas maravillosas mariposas.
Clasificación de las mariposas nocturnas
Las mariposas se clasifican en Heteróceros, en este grupo se
engloban todas las mariposas nocturnas, además de algunas otras especies que
suelen volar de día.
Aunque sus antenas no terminan en maza como las mariposas
diurnas, pueden ser muy variadas. Estas mariposas nocturnas que vuelan durante
el día poseen los mismos hábitos que las diurnas.
CARACTERÍSTICAS DE LAS MARIPOSAS NOCTURNAS.
Este tipo de mariposas son lepidópteros que suelen tener hábitos nocturnos, tal como su nombre lo indica. Por ese motivo, se las conoce también como polillas, porque en su gran mayoría las polillas son nocturnas, porque vuelvan y se alimentan de noche.
Muchas personas se preguntan cómo es el cuerpo de las mariposas nocturnas porque piensan que tienen muchas diferencias con las diurnas, pero en realidad no son tan diferentes.
Este grupo de heteróceros se caracterizan por tener cuerpos grandes, cubiertos de pelos, de colores oscuros.
En su mayoría vuelan de noche y tienen colores apagados, además existen especies de este mismo grupo que suelen tener actividades en el día, cuyos colores rivalizan con los de las mariposas diurnas más bellas.
Las mariposas nocturnas están bien equipadas de una abundante pubescencia que les proporciona suficiente abrigo, para superar la falta de sol.
De esta forma después de ejercitar sus alas, pueden entrar en calor y alzar el vuelo. En el día buscan refugio en las hojas, las piedras y las ramas para dormir.
Algunas especies adultas siendo nocturnas, suelen seguir una actividad diurna, como es el caso de la Esfinge colibrí, la plusia y otras especies.
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IMPORTANCIA DE LA ESCUELA.
Cuando hablamos de las sociedades humanas y sus complejas realidades, debemos mencionar a la escuela. La escuela es una de las instituciones sociales más importantes, mucho más reciente que otras como la familia o el Estado y completamente necesaria para favorecer la inserción de los niños en la sociedad como adultos responsables y capaces de convivir con otros a pesar de las diferencias.
La escuela es el ámbito donde las personas aprenden diferentes áreas del conocimiento y del saber humano que van desde cuestiones científicas como la física, la biología, la matemática, pasando por cuestiones sociales como la historia, la literatura, el arte, hasta cuestiones prácticas como la tecnología, la educación física, etc. Esto es parte del acervo cultural humano que ha sido creado a lo largo de los tiempos y que se considera suficientemente esencial para ser transmitido y recuperado de generación en generación. La escuela ha surgido como tal, con el objetivo mencionado a mediados del siglo XIX cuando se hizo necesaria la inclusión completa de la mayor parte de la población trabajadora que no tenía acceso a la educación y cultura hegemónica.
LA ESCUELA: SU FUNCIONAMIENTO INTERNO Y SUS CARACTERÍSTICAS. ¿PODEMOS HABLAR DE UNA ÚNICA FORMA DE ESCOLARIZACIÓN?
La escuela varía mucho de sociedad en sociedad y de país en país. Esto es así debido a que cada región establece su propio sistema educativo y organiza el funcionamiento de sus propias instituciones escolares de acuerdo a sus necesidades o intereses.
Sin embargo, una característica común a todas las escuelas es que las mismas siempre cumplen el rol iniciador de la persona en el ámbito escolar, educativo y académico. En este sentido, la escuela se diferencia por ejemplo de la universidad en el hecho de que en la primera la asistencia suele ser obligatoria para que todos los niños adquieran un mismo nivel de conocimiento y saberes que los vuelvan homogéneos en términos de capacidades y contenidos.
Una escuela para convivir: cuando aprendemos a ser parte de la sociedad en la que vivimos
La escuela no es sin embargo sólo relevante por la transmisión de saberes y conocimientos. Podemos decir que una de las funciones principales y ocultas de la escuela es permitir que los asistentes (en la mayoría de los casos chicos y adolescentes, salvo que hablemos de escuelas en enseñanza para adultos) puedan sociabilizar con pares, con personas de su misma edad, nivel evolutivo y emocional, etc.
De este modo, queda claro que ser
parte de la institución escolar nos permite aprender en un modo simplificado lo
que es vivir en sociedad: adaptarnos a reglas, cumplir con las normas de
comportamiento, aprender a convivir con quienes podemos no sentirnos cercanos,
sentirse parte de una comunidad y trabajar permanentemente en su beneficio,
etc.
Muchas veces, la convivencia en la escuela es lo que hace que el individuo se separe de la familia en un sentido positivo, pudiendo establecer lazos por fuera del ámbito familiar endogámico, lazos que en numerosas ocasiones se mantienen a lo largo de toda la vida por ser relaciones que se forman en épocas muy significativas para la persona. La escuela también supone sanciones y castigos en caso de que no se cumplan las normas de comportamiento y convivencia, tal como también sucede en la realidad social.
Muchas veces, la convivencia en la escuela es lo que hace que el individuo se separe de la familia en un sentido positivo, pudiendo establecer lazos por fuera del ámbito familiar endogámico, lazos que en numerosas ocasiones se mantienen a lo largo de toda la vida por ser relaciones que se forman en épocas muy significativas para la persona. La escuela también supone sanciones y castigos en caso de que no se cumplan las normas de comportamiento y convivencia, tal como también sucede en la realidad social.
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BRISA MARINA Y SALUD.
Oxígeno: en general el aire del planeta tiene 21% de oxígeno. Pero es junto al mar cuando el aire tiene mayor concentración de este elemento vital para la vida. El resultado, es sencillo, a mayor disposición de oxígeno, más puede nuestro cuerpo aprovecharlo.
Temperatura: al tener unas mínimas y máximas moderadas, gracias al efecto regulador que tiene el mar, lo que es beneficioso para las vías respiratorias.
Humedad: por efecto del mar y de la presión atmosférica, resulta que en la costa hay más humedad relativa en el ambiente, que resulta favorecedor para despejar las vías aéreas
Nutrientes: en su composición la brisa marina cuenta con ozono y oligoelementos (como cinc, potasio, yodo o hierro), que son nutrientes que se pueden incorporar al organismo a través de la respiración.
Iones: son partículas en el aire que pueden tener carga positiva o negativa. Los más beneficiosos son los negativos, que se generan en entornos naturales donde hay corrientes de agua. De este modo, cerca del mar puede llegar a haber más de 50 mil iones negativos por metro cúbico. Esto, como verás más adelante, se traduce en muchos beneficios.
beneficios respirar brisa marina
LOS BENEFICIOS DE RESPIRAR LA BRISA
MARINA
Gracias a la alta cantidad de iones negativos en la brisa marina, esta te ayudará no solo a relajarte y despejar la mente, sino también:
Estimula los neurotransmisores.
Favorece la producción de serotonina.
Ayuda a conciliar el sueño.
Restablece el PH de la piel.
Ayuda a que se purifique el sistema respiratorio.
También debes saber que actúa como un aerosol natural, que funciona perfecto para regular la glándula tiroides. Y, por la humedad, favorece la expulsión de mucosidad. Al inhalar mayor cantidad de oxígeno puro, mantendrás limpio y fuerte tu sistema respiratorio, favoreciendo el bienestar general y el equilibrio emocional.
Gracias a la alta cantidad de iones negativos en la brisa marina, esta te ayudará no solo a relajarte y despejar la mente, sino también:
Estimula los neurotransmisores.
Favorece la producción de serotonina.
Ayuda a conciliar el sueño.
Restablece el PH de la piel.
Ayuda a que se purifique el sistema respiratorio.
También debes saber que actúa como un aerosol natural, que funciona perfecto para regular la glándula tiroides. Y, por la humedad, favorece la expulsión de mucosidad. Al inhalar mayor cantidad de oxígeno puro, mantendrás limpio y fuerte tu sistema respiratorio, favoreciendo el bienestar general y el equilibrio emocional.
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LA MUCHACHA DEL TIEMPO.
(Cuento: Emilio Díaz Valcárcel)
Todas las tardes, la pareja de ancianos esperaba en la pantalla del televisor a la muchacha del tiempo, sentados en el decrépito sofá que olía a orina de perro: era ése el más claro recordatorio de Blaqui; con su muerte, ocurrida hacía cuatro años, habían sufrido más que nunca el vacío de la soledad, el cansancio de los años que sobrevivían con resignación; hasta que un buen día tocó en su puerta el hombre joven que habían mimado de niño con irreprimible vocación de abuelos. Su última carta -incomprensible, incoherente- había arribado hacía diez, quince años: imposible recordarlo con certeza. A los pocos meses se fueron acostumbrando a las curiosidades de la nueva experiencia: algunos días, cuando amanecía murmurando palabras raras, el nieto vestía uniforme de campaña verde olivo con diseños que simulaban ramas y hojas, y lucía en la muñeca derecha un brazalete plateado con su nombre, número de soldado y un nombre de mujer en lengua desconocida. Los abuelos le reservaron un sitio ante el televisor y, desde entonces, los tres permanecían mudos frente a la pantalla, con excepción de breves comentarios sobre la implacable sequía de ese año. Pasaban horas contemplando programas que se sucedían entre innumerables comerciales, pero el momento que con leve ansiedad esperaban era el noticiario de la tarde, donde la muchacha del tiempo se compadecía de su público cuando tenía que informarle, programa tras programa, que no habría en los próximos días la más mínima señal de lluvia; pelinegra, de ojos rasgados, la muchacha no tendría más de veinte años. Los meses de sequía habían provocado una crisis: la multitud languidecía entre la sed, el calor y los malos olores; el ganado moría en los campos secos que se encendían de nada; los frutos se secaban en las ramas ya sin hojas; los ríos exhibían sus lechos de piedras y barro cuarteado; ahora que los embalses habían bajado sus niveles hasta alcanzar el ras de tierra y la gente temía desaparecer bajo las llamas del sol, la muchacha del tiempo parecía más atribulada que nunca, avergonzada y dolida de no poder ofrecerle a la ansiosa multitud las esperadas buenas nuevas. Una tarde, la muchacha no pudo soportar las malas noticias que debía comunicarle a su público, así que, saliéndose del libreto, exclamó: “¡Juro que yo no tengo la culpa, simplemente les comunico los informes que recibo del Servicio Meteorológico!”, y su rostro se plegó a punto de llorar. “Sufre mucho”, dijo el abuelo. “Sí”, contestó la abuela; permanecían inmóviles en la penumbra de la sala, que olía a orina de perro, sin mirarse. Como otros días, el nieto se había levantado murmurando palabras raras, y andaba por esas calles de Dios con su uniforme de combate (regresaba generalmente antes de los noticiarios); él tampoco tenía muchas cosas que decir: se limitaba a un sí o un no a veces repetía las palabras del abuelo, inmóvil detrás de ellos: “Sufre mucho”.
Ese jueves -pudo ser otro día, desde
luego, puesto que nada habría evitado los hechos- los abuelos se enteraron en
silencio de múltiples accidentes en las carreteras, actos de pillaje,
asesinatos, ciudadanos que solicitaban ayuda’ para sus enfermos, corrupción en
el Gobierno; casi sin que los abuelos se dieran cuenta, la muchacha del tiempo
había comenzado su informe; tenía los ojos enrojecidos llenos de lágrimas: no
se vería alivio en los próximos meses, las reservas de agua de los embalses
durarían sólo cuatro días…; de pronto, la muchacha miró espantada hacia su
izquierda -derecha de la pantalla- y retrocedió un paso seguida por la cámara;
solitarios, quietos en la oscuridad de la sala -que olía a la orina de Blaqui-
los ancianos vieron cómo un revólver niquelado entraba por el lado izquierdo de
la pantalla. De primera instancia no pudieron comprender esa absurda
composición de objetos -había elementos que no pertenecían a la rutina de
tantos años televisivos, era como ver un bolígrafo dentro de un zapato- y
mecánicamente acercaron sus rostros a la pantalla; pero fue la detonación y la
visión del rostro destrozado de la muchacha -que se desplomaba fuera de
pantalla- lo que los alertó definitivamente y los obligó a ver que la mano que
esgrimía el revólver mostraba en su muñeca un brazalete plateado con
inscripciones imposibles de leer a esa distancia.
Fin
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