INCENDIOS FORESTALES
¿Qué son?
Fenómeno que se presenta cundo
uno o varios materiales combustibles en bosques, selvas y otro tipo de zonas
con vegetación son consumidos en forma incontrolada por el fuego, el mismo que
puede salirse de control y expandirse muy fácilmente sobre extensas áreas.¿Por qué se producen y qué daños provocan?
La causa natural más común de los incendios silvestres o forestales responde -directa o indirectamente- a las acciones de la gente. Por ejemplo, el fuego puede escapar al control cuando los granjeros queman el suelo para que la tierra sea más fértil (se hace referencia a éstos como incendios descontrolados o accidentales por el uso de los suelos), o cuando los niños juegan con fósforos. Los incendios pueden iniciarse también cuando la gente es descuidada con el uso de los cigarrillos, o cuando se cocina en el bosque o se utiliza una fogata. Algunas veces, las personas inician incendios intencionalmente (incendios premeditados).
Los incendios pueden salirse de control y expandirse muy extensamente sobre las áreas. Por ejemplo, una pequeña fogata desatendida puede salirse de control fácilmente y causar un extenso y descontrolado incendio. Frecuentemente, se hace referencia a este tipo de incendio como “Incendio Silvestre”. Dependiendo del tipo de vegetación o material que esté quemándose, se puede hacer referencia a los mismos como “Incendios Forestales”, “Incendios de Arbustos”, “Incendios de Pastizales”, “Incendios de Turba”.
¿Qué podemos hacer para evitar
los incendios forestales?
Debido a que la gente causa la mayoría de los incendios forestales, muchos pueden prevenirse. A continuación, se presentan algunas ideas de cómo prevenir incendios en tu comunidad.
Preparar el Plan de prevención de incendios forestales.
Nunca juegues con fósforos. ¡Un solo palillo de fósforos puede incendiar el bosque completo!
Si observas que alguien está jugando con fuego y tira una colilla de cigarrillos en el bosque, informa a un adulto inmediatamente.
Nunca hagas una fogata sin la ayuda de tus padres u otros adultos.
Si el clima es seco y está ventoso, no enciendas una fogata.
Si las condiciones son propicias y decides encenderla, escoge un lugar abierto, lejos de los árboles, las hojas y las ramas secas. Limpia la tierra de basura o desperdicios 3 metros a la redonda del lugar donde planeas hacer la fogata.
¡Nunca dejes solo el fuego!
Antes de dejar el área, apaga el fuego cuidadosamente, con agua y tierra.
¡Mantén limpio el entorno forestal! No dejes o tires botellas o cristales en el bosque; éstos podrían hacer las veces de vidrio refractor e iniciar un incendio.
Debido a que la gente causa la mayoría de los incendios forestales, muchos pueden prevenirse. A continuación, se presentan algunas ideas de cómo prevenir incendios en tu comunidad.
Preparar el Plan de prevención de incendios forestales.
Nunca juegues con fósforos. ¡Un solo palillo de fósforos puede incendiar el bosque completo!
Si observas que alguien está jugando con fuego y tira una colilla de cigarrillos en el bosque, informa a un adulto inmediatamente.
Nunca hagas una fogata sin la ayuda de tus padres u otros adultos.
Si el clima es seco y está ventoso, no enciendas una fogata.
Si las condiciones son propicias y decides encenderla, escoge un lugar abierto, lejos de los árboles, las hojas y las ramas secas. Limpia la tierra de basura o desperdicios 3 metros a la redonda del lugar donde planeas hacer la fogata.
¡Nunca dejes solo el fuego!
Antes de dejar el área, apaga el fuego cuidadosamente, con agua y tierra.
¡Mantén limpio el entorno forestal! No dejes o tires botellas o cristales en el bosque; éstos podrían hacer las veces de vidrio refractor e iniciar un incendio.
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CANALES DE
RIEGO.
a) Obras de derivación: que como su nombre lo indica, se usa para derivar el agua (utilizando partidores), desde un canal principal a uno secundario, o de este ultimo hacia un canal terciario, o desde este terciario hacia el canal del campo y el cañón de boquera. Generalmente se construye en hormigón, o en mampostería de piedra, están equipados con compuertas, algunos simples, manuales (también denominados Tablachos, otros que pueden llegar a ser sofisticados, p.e manejados por control remoto).
b) Control de seguridad: Destinados a medir la cantidad de agua que entra en un determinado canal, en base al cual el usuario del agua pagará por el servicio. Existen diversos tipos de secciones de aforo, alguna muy sencillas: constan de una regla graduada que es leída por el operador a intervalos pre establecidos, hasta sistema complejos, asociados con compuertas autorregulables, que registran el caudal en forma continua y lo trasmiten a la central de operaciones computarizadas.
a) Obras
de cruce: del canal de riego con otras infraestructuras existentes en el
terreno, pertenecientes o no al sistema de riego. Estas a su vez pueden ser de:
- Cruce de canal de riego con un canal de drenaje del mimo sistema de riego.
- Cruce de un dren natural, con el canal de riego, a una cota mayor que este ultimo
- Cruce de canal de riego con una hondonada, o valle.
- Cruce de canal de riego con una vía.
- Cruce de canal de riego con un canal de drenaje del mimo sistema de riego.
- Cruce de un dren natural, con el canal de riego, a una cota mayor que este ultimo
- Cruce de canal de riego con una hondonada, o valle.
- Cruce de canal de riego con una vía.
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EL HIYAB
¿Qué es el 'hiyab'?
Es un pañuelo
que las mujeres musulmanas utilizan para cubrir sus cabellos y, a veces, su
cuello. Esta toca deja totalmente al descubierto el óvalo de la cara y no
impide la comunicación. Su tamaño, color y colocación depende de las costumbres
de cada comunidad, de cada país, así como de la intención de quien lo luce. Lo
mismo puede decirse de las prendas que lo complementan: desde unos tejanos
ajustados hasta una túnica amplia.
En ambos, la palabra 'hiyab' se refiere a la segregación que preserva la pureza: la de los creyentes frente a los no creyentes, la de las mujeres de Mahoma frente a sus invitados, etc. La palabra 'hiyab' significa literalmente 'cortina'. En la época de los califas rachidíes, señala Gómez García, se impuso el uso de unos cortinajes que separaban el lugar en que se situaba el califa del espacio ocupado por el pueblo.
El origen de la interpretación del uso del 'hiyab' se encuentra en el Corán y en principio señala una 'barrera' no entre un hombre y una mujer, sino entre dos hombres. Nació para proteger la intimidad del profeta de terceras personas, tal y como señala la escritora marroquí Fatima Mernissi en su obra 'El Harén político'.
Son muchos los expertos, sobre todo los pertenecientes a la corriente del islam reformista (como el teólogo egipcio Nasr Abu Zayd), que subrayan que el Corán no prescribe el uso del 'hiyab', sino que simplemente ordena la modestia, la decencia y el pudor a la hora de mostrar públicamente el cuerpo.
El principio de decencia en la religión islámica es válido tanto para las mujeres como para los hombres. En lo que incumbe a las mujeres, la azora 24 pide: "Di a las mujeres que bajen la vista con recato, que sean castas y no muestren más adorno que los que están [decentemente] a la vista, que cubran su escote con el chal [...]".
Otro pasaje del Corán que se cita en conexión con el uso del velo es la azora 33: "¡Profeta! Di a tus esposas, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran con el manto. Es mejor para que se las distinga [por ello] y no sean molestadas [...]".
Por tanto, el Corán señala a las mujeres que se cubran con el manto (‘yilbab’) para que puedan ser reconocidas. Se trata, pues, de un símbolo de estatus, un rasgo distintivo –en la época- de las mujeres libres que se diferenciaban así de las esclavas, a las que no les estaba permitido llevar el 'yilbab'.
El debate sobre su utilización no sólo está presente en las sociedades europeas, sino que es materia de discusión en el seno de las comunidades musulmanas, como lo demuestran los ejemplos de Turquía o Egipto.
Para muchas mujeres musulmanas, llevar el velo es un símbolo de identidad. Lo es para las féminas que viven en países occidentales, que lo utilizan como una manera de permanecer fieles a sus orígenes, lejos de su tierra, y distinguirse como miembros de su comunidad.
En ocasiones, lucir el 'hiyab' es una forma de rechazar la globalización cultural que se impone en los países musulmanes, un signo de rebeldía contra el colonialismo. Esto explicaría la popularidad del tocado en Marruecos, Egipto o Turquía.
Para muchas mujeres, el uso del 'hiyab' simplemente les permite emanciparse como seres humanos independientes, interactuar en una sociedad, trabajar, estudiar y mezclarse con sus iguales masculinos sin problemas, preservando su pureza y su integridad.
En otras ocasiones, llevar el 'hiyab' se ha convertido en una moda, una forma de ser joven y 'cool' sin contravenir las tradiciones de los progenitores. No hay más que ver a las 'muhayababes' de las revistas del corazón o a las estilosas princesas del Golfo.
En países como Kuwait, Emiratos Árabes o Qatar, las mujeres utilizan esta prenda de vestir –los hombres llevan la tradicional dishdasha- como símbolo de estatus social y para distinguirse de los demás, por lo general, extranjeros que trabajan como mano de obra barata.
¿Las mujeres
que llevan 'hiyab' lo hacen por obligación?
Es falso el
estereotipo que tenemos en España y Europa de que las mujeres veladas son
sumisas e incapaces de defender sus derechos. En ocasiones, puede que las
mujeres se sientan obligadas a llevar esta prenda por la presión familiar o por
el entorno social. Pero casi siempre son ellas las que eligen, llegada la edad,
ponerse el pañuelo, sobre todo en las sociedades europeas.
En los últimos años ha surgido entre las musulmanas un movimiento de defensa del uso libre del 'hiyab' (frente a la prohibición legal en Francia o Países Bajos). Organizaciones como Protect Hijab en el Reino Unido o grupos en Facebook defienden la libertad de la mujer para llevar esta prenda y rechazan la legitimidad de los gobiernos europeos para prohibirla.
¿Es diferente
el 'hiyab' del 'burqa', del 'chador' y del 'niqab'?
Sí. El 'hiyab' no cubre el rostro, el 'burqa' y el 'niqab' sí. Estas dos últimas prendas no tienen nada que ver con el Corán o el Islam. Se trata de vestimentas ligadas a tradiciones tribales y a costumbres culturales, totalmente ajenas a los países del Magreb y el Mashreq, por ejemplo.
El 'burqa' es
una túnica que cubre totalmente a la mujer, de la cabeza a los pies, y que sólo
deja ver a través de una rejilla a la altura de los ojos. Se utiliza
principalmente en Afganistán. Su uso en los países árabes y Europa es
totalmente minoritario. En Francia, donde el gobierno promueve una ley para
prohibir el velo integral, se calcula que no hay más de dos millares de mujeres
que lo lleven.
El 'niqab' es
un conjunto de color negro que se compone de un amplio tocado para el cabello y
el cuello, un velo que recorre la cara de oreja a oreja y tapa la nariz y la
boca dejando al descubierto la fina franja de los ojos, y una 'abaya' o túnica
amplia hasta los pies. Muchas mujeres lo complementan con guantes para ocultar
sus manos. Su uso proviene de las sociedades del Golfo, en especial de Arabia
Saudí, pero se está extendiendo en países como Egipto.
El 'chador' es
una prenda que utilizan generalmente las mujeres chiíes, mayoritarias en países
como Irán o Irak. Suele ser de color negro y se compone de una larga 'abaya'
que esconde la forma del cuerpo femenino y un velo que cubre cabellos y cuello.
Deja al descubierto la cara y las manos.
En los últimos años ha surgido entre las musulmanas un movimiento de defensa del uso libre del 'hiyab' (frente a la prohibición legal en Francia o Países Bajos). Organizaciones como Protect Hijab en el Reino Unido o grupos en Facebook defienden la libertad de la mujer para llevar esta prenda y rechazan la legitimidad de los gobiernos europeos para prohibirla.
Sí. El 'hiyab' no cubre el rostro, el 'burqa' y el 'niqab' sí. Estas dos últimas prendas no tienen nada que ver con el Corán o el Islam. Se trata de vestimentas ligadas a tradiciones tribales y a costumbres culturales, totalmente ajenas a los países del Magreb y el Mashreq, por ejemplo.
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EL PAJARO SECRETARIO.
El pájaro secretario
(Sagittarius serpentarius) es un ave africana de gran tamaño, que sorprende por
ser la única de las aves rapaces que es principalmente terrestre. Este pájaro
pertenece a los accipitriformes, que incluye más o menos a toda ave rapaz
diurna.
Sin embargo, es
muy particular. Como ya hemos mencionado, es terrestre, lo que le ha valido su
propia familia taxonómica: el secretario es el único pájaro que se encuentra en
la familia Sagittariidae.
El nombre de su
familia proviene de su descubridor, Vosmaer, al cual le recordaba a un arquero.
En el libro donde lo describe, menciona cómo algunos granjeros lo han
domesticado para cuidar las tierras de cultivo de las plagas. Posteriormente, a
otros naturalistas les recordaría a un secretario inglés, y de ahí su nombre.
Características
del secretario
Esta ave rapaz
se reconoce al instante, ya que es una especie cuyas patas recuerdan más a las
de una grulla. Sus alas son pequeñas y redondas, y no recuerdan tampoco a las
de una rapaz.
Sin embargo,
sus garras y su pico no dan lugar a dudas. Con una altura de más de un metro,
posee un plumaje grisáceo que toma tonalidades negras en los tarsos, la cola o
el plumaje que decora su cabeza.
Hábitat del
secretario
Esta ave rapaz solo se puede encontrar en las tierras al sur del Sáhara; no es un ave migratoria y se puede encontrar en sabanas y praderas. Estas aves suelen estar relacionadas con árboles como la acacia, donde suelen dormir por la noche, ya que es un ave muy diurna.
Sus crías suelen ser predadas por otras aves, ya que no defiende de la mejor forma sus nidos. Actualmente sigue teniendo grandes censos en África, aunque son consideradas una especie vulnerable.
Matan a una
presa más pequeña persiguiéndola, golpeándola con la cuenta o pisoteándola para
dejarla inconsciente antes de tragarla. Al atacar animales más grandes como
serpientes venenosas, el pájaro salta sobre la espalda de la serpiente y rompe
la espalda o el cuello. A veces también toman la serpiente en sus manos y
empiezan a volar y dejan caer a ésta para su muerte.
Ellos expulsan a su presa de su escondite, pisando fuertemente la vegetación que la rodea.
Esta ave rapaz solo se puede encontrar en las tierras al sur del Sáhara; no es un ave migratoria y se puede encontrar en sabanas y praderas. Estas aves suelen estar relacionadas con árboles como la acacia, donde suelen dormir por la noche, ya que es un ave muy diurna.
Sus crías suelen ser predadas por otras aves, ya que no defiende de la mejor forma sus nidos. Actualmente sigue teniendo grandes censos en África, aunque son consideradas una especie vulnerable.
Ellos expulsan a su presa de su escondite, pisando fuertemente la vegetación que la rodea.
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EL NIÑO Y EL
DRAGON
(CUENTO: Adur
Martínez)
Su madre siempre le decía: – Mira por dónde vas, que te vas a caer. Y su profesor decía que se despistaba en clase, pero Pablo sabía que lo único que pasaba es que volaba, si volaba con su imaginación. Nadie sabía mejor que él lo bien que se lo pasaba con su imaginación.
Pablo tenía muchos amigos. Les gustaba jugar y explicar historias. Sobre todo, tenía uno, Tomás, al que le gustaba explicar historias de misterio y de miedo, en la que aparecían animales fantásticos y dragones, a los que Pablo tenía especial miedo. Se imaginaba sus ojos rojizos como el sol, la piel dura como la roca y con escamas, y sobre todo, esa boca, por la que podía emitir llamas de fuego.
Como su imaginación tenía tanta fuerza, a veces parecía que lo que pensaba era realidad. Pablo siempre tenía ganas de irse cuando Tomás explicaba sus historias, pero le daba vergüenza que los demás supieran que tenía miedo. ¡Que fastidio! ¡Otra vez con sus historias de dragones!
Su hermana, en cambio, a pesar de ser más pequeña que él no mostraba nunca tener miedo, incluso prefería dormir sola en una habitación. Eso había hecho que ahora durmiera él solo también. Le fastidiaba mucho, porque él era el mayor, y pensaba –¿no tenía que ser acaso más valiente que su hermana pequeña? Por eso, Pablo, no le decía a nadie su miedo a los dragones. Pero tenía un problema, cuando su mente empezaba a volar, si pensaba en dragones, le entraba el miedo.
Un dragón aparecía volando desde el mar y con sus afiladas zarpas le cogía cuando iba al colegio y volaba junto a él a su nido en las montañas.
– Ufff, que miedo tengo! Pero no se lo puedo decir a nadie. Voy a intentar pensar otra cosa. Decía Pablo.
Pero cuanto más intentaba dejar de pensar en el dragón, más le venía a la cabeza, todavía con más fuerza. Pensaba en su fiereza, en su fortaleza y en lo terrible que pensaba que era. Como si fuera una ola de mar, le invadía el miedo por su cuerpo, de repente su corazón se aceleraba, empezaba a sudar y sentía frío y le dolía el estómago. Al cabo del rato, no sabía de qué manera, pero se le pasaba. Ah sí, venía su hermana Bea a molestarle porque le quitaba un juguete, se enfadaba y no se acordaba ya del dragón. Como le molestaba su hermana, además, tenía un dragón de juguete en su habitación.
En la cena hablaba con sus padres:
– Muy bien, he aprendido mucho en la escuela
La verdad es que a Pablo no le gustaba explicar muchas cosas. Le preguntaban, pero no daba detalles. Le aburría tener que contar las cosas que le pasaban en su vida, le gustaban mucho más las cosas que pasaban por su cabeza, exceptuando los dragones por supuesto.
Después de cenar leía un poco y se iba a dormir. No le gustaba nada dormir. Estar en la oscuridad le daba miedo. Durante años, sus padres le habían puesto una luz, pero cuando cumplió 9 años, le dijeron que ya era hora de que durmiera sin luz. En la oscuridad era cuando le venían los peores pensamientos en su imaginación, aunque normalmente si se dormía rápido no pensaba.
Pero una noche pasó algo especial. Sus padres le dieron un beso de buenas noches y se fue a dormir. Su cabeza empezó a volar con historias divertidas, aunque de repente, vio algo que le devolvió a la realidad. En medio de la oscuridad vio dos ojos rojos que le miraban directamente. -¡Qué miedo! ¿Qué será eso?.
Se escondió debajo de las sábanas y pensó que era tan solo su imaginación, como siempre. Así que, con toda su valentía, se asomó entre las sábanas pensando que ya no estarían esos ojos rojos. Pero no fue así, todavía estaban. Después de dar un grito, rápidamente se volvió a meter dentro de las sábanas. Aunque, esta vez, no tardó en venir su padre, que encendió la luz.
– Pablo. ¿Qué te pasa? ¿Por qué has gritado?
-Papá. He visto unos ojos rojos que me miraban al lado del armario.
-Bueno, vamos a ver si hay algo por aquí. No hay nada, lo único que veo en la habitación es el dragón de juguete de Bea, que se lo ha dejado aquí-
-Pero papá, tengo mucho miedo, déjame dormir en tu habitación.
-No sabía que todavía tuvieras miedo. Está bien, te dejaré dormir, pero con una condición. Sólo por esta noche, mañana tendrás que dormir sólo.
-Vale.
Esa noche
durmió entre su padre y su madre, y no tuvo miedo. Aunque sabía que no podía
dormir siempre con sus padres. La noche siguiente pensó, no dejaría volar tanto
su imaginación.
Al día siguiente volvió al colegio, y Tomás explicó una historia de dragones. Pablo no podía soportarlo más, le cogió tanto miedo, que esta vez hasta se mareó. ¡Vaya trompazo se dio Pablo! Le tuvieron que poner una tirita en la cabeza.
Cuando llegó a casa, su madre le preguntó lo que había pasado, pero Pablo respondió con evasivas.
-Nada mamá, todo ha ido bien, pero me he caído jugando al fútbol. Tengo mucho mucha hambre, ¿que hay de cenar?
-Tu comida favorita. Pizza cuatro quesos.
-Perfecto mamá. Te quiero.
Después de cenar estaba un poco nervioso, no paraba de pensar en los ojos rojos que vio y en lo terrible que pensaba que era el dragón.
Cuando apagó la luz, toda su mente imaginativa intentó no recordar los ojos rojos y terribles de lo que creía que era un dragón, pero le resultaba imposible controlar su mente y no pensar. Empezó a tener pánico por ir a dormir, pero no tenía opción, llegaba la hora de dormir. Sus padres, le dijeron que se fuese a la cama.
-¿Vale mamá, pero puedo tener la luz?
-No hijo, sabes que hay que dormir con la luz apagada, con la luz encendida no te duermes y mañana tienes que madrugar para ir al colegio.
-Vale mamá.
-Buenas noches Pablito.
Nada más apagarse la luz, Pablo, miró en dirección a la puerta donde ayer había visto los ojos rojos. Pero no vio nada. Que bien pensó, fue nada más que mi imaginación. Hoy podré dormir tranquilo, y bostezó 3 veces.
Pero la cuarta vez que bostezaba, de repente, vio una luz, no, dos luces. No se lo podía creer. De nuevo vio los dos ojos rojos de dragón. Se escondió de nuevo debajo de la sábana, esperando que milagrosamente se fueran esos ojos rojos. Así Pablo estuvo un buen rato, hasta que por fin decidió volver a mirar, pensando que se habrían ido.
Pero no fue así, al sacar su cabecita de las sábanas vio que los ojos seguían mirándole, y dijo:
-Vete de aquí que tengo miedo.
Pero entonces pasó algo increíble. Una voz le respondió:
-Yo también tengo miedo.
-Pero… Tú eres el que no me tienes miedo y yo soy el que te tiene miedo.
-No, es al revés.
-Bueno, entonces… ¿Vosotros los dragones sois… sois…?
-¿Malos?, no.
¿-Entonces… somos amigos?
-Vale.
Empezaron a hablar de cosas que les habían pasado, de las que habían visto, lo que creían que pasaría y lo que pasaba. Hasta que los dos no pudieron con su alma y se durmieron cansados cuando Pablo iba a decirle justo como decía su amigo Tomás que eran los dragones.
Al día siguiente Pablo miro hacia el lugar donde anoche estaba el dragón, no estaba.
En el colegio, a la hora del patio, Tomás se puso de nuevo a contar una de las historias de miedo de dragones:
-El dragón malvado se acercó a la princesa y…
-Los dragones no son malos, soltó Pablo.
¡-Claro que son malos!, dijo.
Y Pablo empezó a contar un cuento fabuloso de dragones, un cuento con el que captó la atención de todos los niños, el cuento más maravilloso de dragones jamás contado, incluso algunos profesores atónitos escucharon la magnífica fábula. No se dieron cuenta de que había pasado la hora del patio.
En ese cuento los dragones eran buenos, y tenía que ver con la leyenda de Sant Jordi.
A partir de aquel día, Pablo, supo que podía combatir cualquier miedo que tuviese en la vida enfrentándose, y se dio cuenta de que cuanto más te metes dentro de las sábanas más enorme e irreal se hará el miedo.
Al día siguiente volvió al colegio, y Tomás explicó una historia de dragones. Pablo no podía soportarlo más, le cogió tanto miedo, que esta vez hasta se mareó. ¡Vaya trompazo se dio Pablo! Le tuvieron que poner una tirita en la cabeza.
Cuando llegó a casa, su madre le preguntó lo que había pasado, pero Pablo respondió con evasivas.
-Nada mamá, todo ha ido bien, pero me he caído jugando al fútbol. Tengo mucho mucha hambre, ¿que hay de cenar?
-Tu comida favorita. Pizza cuatro quesos.
-Perfecto mamá. Te quiero.
Después de cenar estaba un poco nervioso, no paraba de pensar en los ojos rojos que vio y en lo terrible que pensaba que era el dragón.
Cuando apagó la luz, toda su mente imaginativa intentó no recordar los ojos rojos y terribles de lo que creía que era un dragón, pero le resultaba imposible controlar su mente y no pensar. Empezó a tener pánico por ir a dormir, pero no tenía opción, llegaba la hora de dormir. Sus padres, le dijeron que se fuese a la cama.
-¿Vale mamá, pero puedo tener la luz?
-No hijo, sabes que hay que dormir con la luz apagada, con la luz encendida no te duermes y mañana tienes que madrugar para ir al colegio.
-Vale mamá.
-Buenas noches Pablito.
Nada más apagarse la luz, Pablo, miró en dirección a la puerta donde ayer había visto los ojos rojos. Pero no vio nada. Que bien pensó, fue nada más que mi imaginación. Hoy podré dormir tranquilo, y bostezó 3 veces.
Pero la cuarta vez que bostezaba, de repente, vio una luz, no, dos luces. No se lo podía creer. De nuevo vio los dos ojos rojos de dragón. Se escondió de nuevo debajo de la sábana, esperando que milagrosamente se fueran esos ojos rojos. Así Pablo estuvo un buen rato, hasta que por fin decidió volver a mirar, pensando que se habrían ido.
Pero no fue así, al sacar su cabecita de las sábanas vio que los ojos seguían mirándole, y dijo:
-Vete de aquí que tengo miedo.
Pero entonces pasó algo increíble. Una voz le respondió:
-Yo también tengo miedo.
-Pero… Tú eres el que no me tienes miedo y yo soy el que te tiene miedo.
-No, es al revés.
-Bueno, entonces… ¿Vosotros los dragones sois… sois…?
-¿Malos?, no.
¿-Entonces… somos amigos?
-Vale.
Empezaron a hablar de cosas que les habían pasado, de las que habían visto, lo que creían que pasaría y lo que pasaba. Hasta que los dos no pudieron con su alma y se durmieron cansados cuando Pablo iba a decirle justo como decía su amigo Tomás que eran los dragones.
Al día siguiente Pablo miro hacia el lugar donde anoche estaba el dragón, no estaba.
En el colegio, a la hora del patio, Tomás se puso de nuevo a contar una de las historias de miedo de dragones:
-El dragón malvado se acercó a la princesa y…
-Los dragones no son malos, soltó Pablo.
¡-Claro que son malos!, dijo.
Y Pablo empezó a contar un cuento fabuloso de dragones, un cuento con el que captó la atención de todos los niños, el cuento más maravilloso de dragones jamás contado, incluso algunos profesores atónitos escucharon la magnífica fábula. No se dieron cuenta de que había pasado la hora del patio.
En ese cuento los dragones eran buenos, y tenía que ver con la leyenda de Sant Jordi.
A partir de aquel día, Pablo, supo que podía combatir cualquier miedo que tuviese en la vida enfrentándose, y se dio cuenta de que cuanto más te metes dentro de las sábanas más enorme e irreal se hará el miedo.
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