LA RAYUELA, UN JUEGO QUE SE PIERDE EN EL TIEMPO.
Con
el nombre de rayuela nos referimos a un juego tradicional que es conocido y
jugado alrededor de todo el mundo. Las reglas pueden variar ligeramente de
acuerdo al país y al nombre, pero la esencia es la misma.
Se
juega sobre una estructura pintada en el suelo. Consta de 8 cuadrados, en
algunos países también se les añaden dos semicírculos en los extremos
representando “el cielo” y “la tierra”. Hay quienes dicen que esta utilización
de Tierra y Cielo (donde empezamos y terminamos la partida) sirven como
representación del camino de la vida, aunque es una concepción fuertemente
influida por la religión.
La
mecánica de juego es por turnos. Primero se tira una piedra plana sobre las
casillas en orden. Empezamos con la número 1, y vamos subiendo sucesivamente
hasta la casilla 8. La piedra TIENE QUE CAER sobre la casilla, sin tocar las
líneas. Luego, el recorrido se realiza de la siguiente forma: pasamos por todas
las casillas, excepto por aquella que tiene la piedra dentro. Todo con un solo
pie y sin pisar las líneas o tocar el suelo con el otro pie.
Cuando llegamos a las casillas en cruz, si ninguna tiene la piedra
dentro, se pueden poner los dos pies en el piso de manera simultánea. Las
casillas 7 y 8, antes del cielo, exigen que saltemos y giremos 180º para volver
al principio. En el regreso, en la casilla anterior a la piedra hay que
detenerse y recogerla, completando así el recorrido ida y vuelta. Los que hacen
el recorrido completo, pueden volver a hacerlo, tirando la piedra sobre el
casillero 2 y luego ir subiendo. Siempre que volvamos a empezar una partida
debemos hacerlo desde la casilla que hemos fallado.
¿Qué enseña
la rayuela?
La
rayuela es un juego competitivo de carácter físico motriz. Ayuda a desarrollar
buena coordinación de movimientos, puntería y equilibrio, elementos
fundamentales para conseguir un buen desempeño. Además, la rayuela es un
excelente juego para momentos al aire libre y con la posibilidad de compartir
en grupo.
A
la hora de practicar y aprender sobre educación física, los más pequeños pueden
sacar mucho provecho de la rayuela y sus desafíos. Además, puedes jugarlo en la
playa y en diferentes escenarios en donde solamente necesitas armar los
cuadrados, numerarlos y arrojar la piedra para ver qué cubo evadiremos.
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EXPLICACIÓN DE LA MUERTE EN UN LENGUAJE QUE EL NIÑO PUEDA ENTENDER.
Sea
honesto con los niños y aliéntelos a que hagan preguntas. Esto tal vez sea
difícil para usted, porque puede que no sepa todas las respuestas. Pero es
importante crear una atmósfera de confianza y apertura, y que transmita a los
niños el mensaje de que no hay una manera correcta ni equivocada de sentirse.
También puede compartir con ellos las creencias espirituales que usted tenga
sobre la muerte.
La
capacidad de un niño para entender la muerte –y la manera en que usted deberá
enfocar el tema variará dependiendo de la edad del niño. Cada niño es único,
pero a continuación se describen algunas normas generales que pueden ayudarle.
Hasta
los 5 o 6 años de edad, la imagen que tienen los niños del mundo es muy
literal. Por lo tanto, deberá explicarles la muerte utilizando un lenguaje muy
concreto. Si el ser querido estaba enfermo o era mayor, por ejemplo, puede
explicarles que el cuerpo de la persona ya no funcionaba y que los médicos no
pudieron arreglarlo. Si alguien muere de repente, en un accidente, por ejemplo,
puede explicarles lo que ha ocurrido: que a causa de este triste accidente, el
cuerpo de la persona ya no funciona. Puede explicarles que "muerte" o
"morir" significa que el cuerpo ya no funciona.
Para
los niños de esta edad es difícil entender que todas las personas y todos los
seres vivos acaban muriendo, que esto es algo definitivo y que ya no volverán.
Por eso, después de que les haya explicado esto, es posible que le pregunten
dónde está ese ser querido o cuándo va a volver esa persona. Por muy frustrante
que esto le resulte, continúe repitiendo con calma que esa persona ha muerto y
ya no podrá volver.
Evite
utilizar eufemismos, como decir a los niños que los seres queridos "se han
ido lejos" o "están durmiendo" o incluso que su familia ha
"perdido" a esa persona. Debido a que los niños pequeños piensan de
manera tan literal, estas frases pueden, sin querer, inducirles a sentir miedo
de irse a dormir o cuando alguien se vaya lejos.
Recuerde
también que las preguntas de los niños pueden sonar más profundas de lo que
realmente son. Por ejemplo, si un niño de 5 años pregunta dónde está ahora
alguien que ha muerto, probablemente no está preguntando si existe un más allá.
Por el contrario, los niños pueden quedarse satisfechos si se les dice que
alguien que ha muerto está ahora en el cementerio. Este también puede ser un
buen momento para que le hable de lo que usted cree sobre el más allá o sobre
el cielo, si esto forma parte de su sistema de creencias
Entre
los 6 y 10 años, los niños empiezan comprender que la muerte es algo
definitivo, incluso aunque no entiendan que esto les ocurrirá a todos los seres
vivos algún día. Un niño de 9 años puede pensar, por ejemplo, que si se porta
bien o si pide un deseo, su abuela no se morirá. A menudo, a esta edad los
niños imaginan la muerte personificándola y piensan en ella como "el
hombre del saco" o un fantasma o un esqueleto. Pueden entender mejor la
muerte si se les da explicaciones precisas, simples, claras y honestas sobre lo
que ha ocurrido.
Cuando
los niños entran en la adolescencia, empiezan a entender que todos lo seres
humanos finalmente mueren, independientemente de su categoría, su
comportamiento, sus deseos o lo que sea que intenten hacer.
A
medida que evolucione la comprensión de la muerte de sus hijos adolescentes, de
manera natural surgirán en ellos preguntas sobre la mortalidad y la
vulnerabilidad. Por ejemplo, si un amigo de 16 años muere en un accidente de
coche, es posible que su hijo adolescente sienta miedo de conducir o incluso de
ir en coche durante un rato. La mejor manera de responder a esto es hacer
hincapié en lo espantoso y triste que fue ese accidente. También será un buen
momento para recordar a su hijo lo que debe hacer para no correr peligros, como
no subir nunca en un coche cuando el conductor haya bebido o usar el cinturón
de seguridad.
Los
adolescentes tienden a preguntar sobre el sentido de la muerte a alguien que
esté cercano a ellos. Un adolescente que pregunta por qué alguien tiene que
morir probablemente no está buscando respuestas literales, sino empezando a
explorar la idea del sentido de la vida. Los adolescentes también tienden a
experimentar cierta culpa, especialmente si muere alguno de sus amigos. Sea lo
que sea lo que sienta su hijo(a) adolescente, lo mejor que puede hacer es
alentarlo a que exprese y comparta su dolor.
Y
si usted necesita ayuda, hay muchos recursos a los que puede recurrir para que
le orienten, desde libros a organizaciones de su comunidad o profesionales que
pueden ofrecerle asesoramiento psicológico. Sus esfuerzos serán de gran ayuda
para que su hijo pueda atravesar estos momentos difíciles, así como las inevitables
pérdidas y momentos duros que tendrá que enfrentar más adelante en su vida.
El duelo.
¿Es
correcto llevar a los niños a los funerales? Depende de usted y de su hijo(a).
Es bueno dejar que los niños participen en cualquier ritual de duelo, si ellos
quieren hacerlo. Antes que nada, explíqueles lo que ocurre en un funeral o
entierro y ofrézcales la posibilidad de que ellos decidan si quieren ir.
Hábleles
sobre sus creencias sobre la muerte y explíqueles el sentido de los rituales de
duelo que realicen usted y su familia.
Si
le parece que su propio dolor puede impedirle ayudar a su hijo(a) en este
momento difícil, pida a un amigo(a) o un familiar que cuide a su hijo(a)
mientras dura la ceremonia. Elija a alguien que sea del agrado de usted y de su
hijo(a) y en quien ambos confíen, alguien a quien no importe abandonar la
ceremonia si su hijo(a) lo desea.
A
muchos padres les preocupa que sus hijos sean testigos de su dolor y su
tristeza, que los vean llorar una muerte. No tema por ello, si le permite a su
hijo(a) ver su dolor, le estará enseñando que llorar es una reacción natural
ante el dolor emocional y la pérdida. Y puede hacer que los niños se sientan
más cómodos cuando expresen sus propios sentimientos. Pero también es
importante transmitirles que por muy triste que usted se sienta, seguirá siendo
capaz de cuidar a su familia y de hacer que su hijo(a) se sienta seguro.
FUENTE:
kidshealth.org
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DINÁMICAS DE GRUPO.
Las
dinámicas de grupo consisten en realizar una actividad grupal fomentando la
cohesión de los niños y niñas que participan. Entre sus múltiples beneficios
están los siguientes:
Sentimiento
de pertenencia a un grupo. Tener conciencia de pertenecer a un grupo les aporta
seguridad y fortaleza.
Autoconocimiento.
En las actividades con otros niños y niñas pueden descubrir características o
aptitudes suyas que desconocían.
Comunicación
y sociabilización. Aprenden a comunicarse de manera efectiva con el resto de
los participantes.
Participación
y división de tareas. Para conseguir el objetivo de cualquier dinámica de grupo
es necesario que cada niño o niña aporte algo suyo (emociones, conocimientos,
capacidades, etc.).
Resolución
de conflictos. Consiguen resolver los problemas que surgen aprendiendo de los
errores, con el fin de alcanzar el objetivo final, y a resolver los conflictos
con los compañeros y compañeras.
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LA LIBERTAD, MÁS QUE UN SENTIMIENTO.
Perseguir
las ideas, las creencias, o a las razas, castigarlas con la privación de
libertad ha sido una constante de los gobiernos opresores, penarlas con la
muerte también.
Pero
la libertad, no solo es un derecho que reclama independencia y autonomía, una
capacidad que empodera al ser humano para tomar decisiones, expresar opiniones
o realizar aspiraciones, un valor que asigna licencia para actuar o no, según
criterio y voluntad, sino que también es un estado en el que la persona se
siente libre de coacción y/o sometimiento por parte del otro.
Ser
libre, a la hora de hacer lo que uno quiere, forma parte de nuestro ser así
como también la preocupación de no conseguir satisfacer ese deseo.
Una
persona deseosa de libertad es consciente de qué cumplir su deseo lleva
implícito acatar unas normas y principios necesarios para la convivencia entre
seres humanos. No olvida lo importante que es proteger la libertad y dignidad
de quienes le rodean, pero también sabe y conoce cómo oponerse a las decisiones
de los demás cuando éstas invaden aspectos de su vida que no le corresponden.
La
característica que más destaca en la persona que hace un buen uso de la
libertad, que no siempre sucede, es la capacidad de reflexión. Deciden bajo la
lógica del pensamiento, buscan razonamientos a través de la verdad, y sopesan
racionalmente que es conveniente hacer en cada situación. La libertad no es una
meta, es la búsqueda de un camino. Una ruta singular e inherente a cada
persona.
La
libertad del hombre no es absoluta, está condicionada. No es una libertad
individual, sino que es una libertad compartida. Coexiste y se ejerce
acompañada de otras libertades que residen junto a las de otras personas, las
de aquellos que conviven con uno y que merecen por supuesto el mismo respeto.
No
hay que olvidar que el ser humano no nace libre, sino que se hace libre,
aprende a ser libre en la sociedad que le recibe al nacer y es en esta donde
ésta puede progresar y desarrollarse. Sociedad plagada de leyes, normas y
costumbres que, si bien es verdad, hacen que la libertad no pueda ser plena,
nos protege de los abusos que otros puedan hacer enarbolando también una mal
entendida libertad. Tenemos que ser consciente de que la libertad debe
ejercerse con justicia y no sólo en nuestro propio beneficio.
En
nuestras experiencias vitales, la libertad se ve condicionada no solo por
factores exógenos, sino también por factores endógenos, por obstáculos que la
disminuyen e incluso anulan. La ignorancia o ausencia de conocimientos a la
hora de tomar decisiones; la violencia de querer imponer nuestra voluntad a
toda costa; la perturbación que generan en nosotros el sentir de las emociones
y pasiones como el miedo, la ira, el enojo o el coraje, emociones que limitan
nuestra capacidad de elegir de forma libre, son algunos de ellos.
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LOS MEJORES TIPS PARA APRENDER A MONTAR EN BICICLETA.
Si
tu pequeño tiene 4 o 5 años, se encuentra en la edad ideal para aprender a
montar en bicicleta, pues ha adquirido las habilidades motoras necesarias para
mantener el equilibrio sobre ella.
FUNDAMENTAL, UNA BUENA PREPARACIÓN.
Las
bicis sin pedales son el mejor juguete para ir preparando al niño a la bici.
Con ella, va adquiriendo sentido del equilibrio y manejo del manillar. El
triciclo también es una buena introducción para desarrollar fuerza en el
pedaleo y aprender a frenar y dirigir el vehículo. Las bicis evolutivas tienen
las ventajas de las bicis sin pedales y duran más en el tiempo puesto de
después, se convierten en bicis normales.
Su
primera bici debe tener el tamaño adecuado a su talla. Ha que poder sentarse
con los pies planos en el suelo y que la altura del manillar no quede por
encima de los hombros. Conviene que manillar y el sillín estén al principio lo
más bajo posible, para ir subiéndolos a medida que crezca. Comprueba que el
niño puede utilizar los frenos con facilidad.
Si
usa ruedines. Han de ser regulables en altura. Cuando controle el manejo de la
bici con ruedines, vete subiéndolas cada vez más. De forma natural, el niño irá
pedaleando sobre ruedas la mayor parte del tiempo. Será el momento para
quitárselas.
PEDALEAR SIN RUEDINES
Elige
en lugar apropiado. Procura encontrar una zona lisa y sin baches, sujeta su
sillín y anímale a pedalear. Una vez bien arrancado, vete soltándole, al
principio en breves momentos, luego más tiempo. Enséñale a dar vueltas y a
frenar sin los pies.
Dale
tiempo. Algunos niños aprenden muy de prisa, otros tardan algo más. La
confianza es un factor importante, ten paciencia y felicítale por sus logros.
Terminará por volverse un experto ciclista.
Aumenta
su destreza. Para terminar el aprendizaje, puedes recurrir a juegos sencillos
como elaborar circuitos o hacer de guardia de tráfico y que obedezca tus
indicaciones. Enséñale a circular por el margen derecho de la vía y a respetar
las normas básicas de circulación.
LA SEGURIDAD, LO PRIMERO.
Acostumbra
a tu hijo a que use estos elementos de seguridad cuando sale de paseo:
El
casco: colócaselo horizontal sobre la cabeza, con el borde delantero unos dos
dedos por encima de las cejas y con la correa abrochada siempre.
Luces
y elementos reflectantes: tan importante como ver cuando conduces una bici es
ser visto. Por eso, el Código de Circulación considera obligatorio que las
bicicletas estén dotadas de una luz delantera, blanca o amarilla, y un piloto
trasero. No está de más añadir algunos elementos reflectantes a su bici e
indumentaria: chaleco, un brazalete en el brazo o tiras adosadas al casco o la
ropa. Llevad siempre una linterna por si la luz falla. Coderas,
rodilleras y guantes.
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