La historia de los nativos y el uso de plumas y pinturas indias americanas está intrínsecamente ligado a la unión entre el hombre y la naturaleza. Las tribus de indios americanos hicieron de este arte un culto a la Madre Naturaleza, representando una forma de vida para muchos. Dependiendo de su color o forma, transmitían un tipo de mensaje, aunque siempre con el objetivo de conseguir las propiedades de los espíritus a los que estaban representando.
Las pinturas que llevaban los indios americanos tenían una importancia más allá de la estética. Se decía que conseguían propiedades de los espíritus a los que estaban representando. De ahí su relevancia a la hora de combatir o cazar. De hecho, había pinturas que solo eran merecedoras de quienes habían logrado una gesta importante, desde robar el caballo de un enemigo hasta recibir una herida de combate.
Como hemos comentado, el uso de pinturas significaba mucho más que simples colores. Eran símbolos importantes que hablaban por sí solos. Por ejemplo, la misma pintura con diferentes colores podía tener distintos significados. El diseño de un águila mirando al cielo hacía entender a los demás que había logrado matar a un enemigo y, además, le había arrancado el pelo. Si eran roja, significaba que había sido herido y, si era verde, que había conseguido acabar con un guerrero de alto nivel.
Los indios americanos daban mucha importancia a las plumas ya que, dependiendo de la cantidad y el tamaño de las mismas, se podía medir el valor del guerrero que las portaba. Era algo similar a lo que hoy son los galones militares, ya que eran ganadas en combate frente a otros pueblos, o también tras completar una gran hazaña.
Así, cuando lucían las plumas, todo el pueblo podía saber la valentía que había demostrado o el rango que ostentaba en la tribu. Su origen se remonta a costumbres ancestrales gracias a las cuales se reforzó el vínculo entre el hombre y la naturaleza.
El color no era menos importante. Por ejemplo, si portaban plumas rojas con muescas significaba que quien la llevaba se la había quitado a un enemigo, mientras que la misma pluma cortada por la mitad implicaba que su portador había sido herido en batalla.
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EL LOBO, UN ANIMAL SAGRADO PARA LOS NATIVOS AMERICANOS.
El lobo es un
animal que tiene un comportamiento muy definido, o “ritualista”, en diversos
aspectos. El primero de ellos es el de las jerarquías. Estas son sumamente
rígidas entre ellos. El macho alfa y la hembra alfa son los líderes
indiscutibles del grupo. A diferencia de otras especies, tal líder no es el más
grande, o el más combativo, sino el más inteligente y hábil.
Los nativos americanos dicen que los tres grandes poderes del lobo son el acecho, la invisibilidad y la protección familiar. Estos animales no hacen ostentación de su fiereza o poder. Observan, analizan y pasan inadvertidos mientras lo hacen. Miden el terreno, calculan. Sus enemigos no los ven porque saben “desaparecer”. Atacan solo cuando es necesario y con un plan estratégico, por así decirlo.
Para los nativos americanos el lobo es un guía. Todos llevamos algo del lobo dentro de nosotros y hay momentos de la vida en donde ese espíritu valiente, sagaz y prudente debe despertar. En eso consiste la medicina del lobo: en acudir a esa fuerza interior y esa capacidad estratégica para enfrentar los retos vitales.
Los nativos piensan que hay momentos de la vida en los que el espíritu del lobo se convierte en un aliado temporal. Son aquellas circunstancias en las que emerge la faceta osada, leal, generosa y libre que hay dentro de nosotros. El espíritu del lobo es insumiso y valiente. Por eso, aparece como aliado cuando decidimos hacer algo que nos hemos prohibido, o nos han prohibido, sin una verdadera razón de fondo.
La medicina del lobo tiene que ver con cultivar y permitir que emerja esa fuerza indomable. Los nativos piensan que los lobos y las brujas siempre van de la mano, y que se sienten más cómodos en la oscuridad. Significa que nuestra faceta más mágica y libertaria surge cuando no estamos expuestos a los ojos de otros. En esas condiciones, encontramos solución a nuestros problemas y descubrimos caminos que antes no veíamos.
Según las tradiciones, la primera vía para despertar al lobo que llevamos dentro es permanecer atentos a nuestros sueños. La medicina del lobo es sobre todo un reencuentro con la fuerza que está en nuestra esencia. La zona oculta de cada quien se expresa a través de los sueños y por eso comprender ese mundo onírico es fundamental para conocernos mejor y recuperar el valor en el espíritu.
Así mismo, según la medicina del lobo, es fundamental que dediquemos un tiempo a observarnos. Tratar de vernos como espectadores de nuestro propio actuar. Observarnos, sin juzgarnos, pero sí intentando ver cuáles son esos elementos que son obstáculos y que, cuando volvemos a nuestro punto de vista habitual, aparecen enmascarados. ¿Qué es lo que ata nuestro espíritu? ¿Miedos? ¿Mandatos? ¿Experiencias del pasado?
Lo que sigue es actuar. Si deseamos hacer algo, no tenemos por qué esperar a que las circunstancias sean propicias o a que se nos faciliten las cosas. Hoy, ya mismo, podemos comenzar a trabajar por eso que deseamos, e ir tras ello con determinación, generosidad y lealtad. Según la medicina del lobo, si adoptamos esta actitud, el espíritu del lobo se hará presente y nos guiará.
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