martes, 15 de diciembre de 2020

EL ENOJO - LA LAPTOP - EL CAFÉ - VIDA RURAL - COMO EL PERRO Y EL GATO (CUENTO)

EL ENOJO EN NIÑOS: CÓMO CONTROLARLO.
 
Ayuda al niño a entender cuál es la causa de su enojo. A veces el simple hecho de acercarnos en una actitud de interés, sin criticar, le ayuda a sentirse entendido.
No señales únicamente lo que el niño no debe hacer; dile lo que sí debe hacer. Por ejemplo: en lugar de decir “no le pegues a tu hermano,” podrías decir “los problemas no se resuelven pegando; trata de encontrar otra forma de resolver el problema con tu hermano.”
A veces puede parecer importante encontrar el equilibrio, es decir, la cantidad de enojo que es aceptable. Y ¿cuál es esa cantidad?, un buen indicador es poder reconocer que “estoy enojado”, lo que es muy diferente a sentir que “soy mi enojo” o que “el enojo se apodera de mí”. Poder reconocer esta diferencia me permite saber que “yo soy más grande que mi enojo y puedo controlarlo.”
Los adultos tenemos que reconocer que el enojo es una emoción «normal», para poder ayudar al niño a comprenderlo. Cuando tu niño manifiesta enojo, toma tiempo para explicarle que estar enojado es aceptable, pero que debe encontrar formas adecuadas de manifestar estos sentimientos.
Por supuesto moldear la conducta es una de las herramientas más importantes de que disponen los padres. Para que puedas pedir a un niño pequeño que exprese su enojo adecuadamente, comienza por revisar si tú lo haces y, de no ser así, puedes comenzar por modificar tu propia conducta.
Ayuda al niño a entender cuál es la causa de su enojo. A veces el simple hecho de acercarnos en una actitud de interés, sin criticar, le ayuda a sentirse entendido.
No señales únicamente lo que el niño no debe hacer; dile lo que sí debe hacer. Por ejemplo: en lugar de decir “no le pegues a tu hermano,” podrías decir “los problemas no se resuelven pegando; trata de encontrar otra forma de resolver el problema con tu hermano.”
A veces puede parecer importante encontrar el equilibrio, es decir, la cantidad de enojo que es aceptable. Y ¿cuál es esa cantidad?, un buen indicador es poder reconocer que “estoy enojado”, lo que es muy diferente a sentir que “soy mi enojo” o que “el enojo se apodera de mí”. Poder reconocer esta diferencia me permite saber que “yo soy más grande que mi enojo y puedo controlarlo.”


Los adultos tenemos que reconocer que el enojo es una emoción «normal», para poder ayudar al niño a comprenderlo. Cuando tu niño manifiesta enojo, toma tiempo para explicarle que estar enojado es aceptable, pero que debe encontrar formas adecuadas de manifestar estos sentimientos.
Por supuesto moldear la conducta es una de las herramientas más importantes de que disponen los padres. Para que puedas pedir a un niño pequeño que exprese su enojo adecuadamente, comienza por revisar si tú lo haces y, de no ser así, puedes comenzar por modificar tu propia conducta.

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LA HISTORIA DE LA LAPTOP
 
La laptop, es un ordenador personal móvil o transportable, que pesa normalmente entre 1 y 3 kg. Los ordenadores portátiles son capaces de realizar la mayor parte de las tareas que realizan los ordenadores de escritorio, con similar capacidad y con la ventaja de su peso y tamaño reducidos; sumado también a que tienen la capacidad de operar por un período determinado sin estar conectadas a una corriente eléctrica.
 
Historia
La primera computadora portátil considerada como tal fue la Epson HX-20, desarrollada en 1981, a partir de la cual se observaron los grandes beneficios para el trabajo de científicos, militares, empresarios y otros profesionales que vieron la ventaja de poder llevar con ellos su computadora con toda la información que necesitaban de un lugar a otro.
La Osborne 1 salió al mercado comercial con el formato que actualmente los distingue, aunque entonces eran sumamente limitadas, incluso para la tecnología de la época.
En 1995, con la llegada de Windows 95, la venta de las portátiles se incrementó notablemente, y en la actualidad rebasa las ventas de los equipos de escritorio.
En el tercer trimestre de 2008, las ventas de las portátiles superaron por primera vez las de los equipos de escritorio, según la firma de investigación iSuppli Corp.


Componentes

Muchos de los componentes de un ordenador portátil son similares a los componentes de los ordenadores de escritorio, pero habitualmente son de menor tamaño, con componentes similares, algunos de los cuales se citan a continuación:
 
CPU de bajo consumo: Intel Core i3/i5/i7, Intel Core 2 Duo, Intel Core, Intel Atom (en equipos de 10,1″ o inferior), AMD Turion, AMD Phenom o AMD Fusion.
Disco duro de 2,5″ (6,35 cm) o menor, frente a los discos de 3,5″ (8,89 cm) de los ordenadores de escritorio. También Unidades de estado sólido
Módulos de memoria RAMSO-DIMM (Small Outline DIMM) más pequeños que los DIMM usuales en los ordenadores de escritorio.
Unidad lectora y grabadora de CD, DVD o Blu-Ray de formato reducido (slim).
Teclado integrado, que suelen tener una distancia de recorrido más corta para las combinaciones y para un reducido grupo de teclas. No suele contar con teclado numérico y las teclas de función pueden estar colocadas en sitios que difieren de un teclado de ordenador de sobremesa.
Pantalla integrada tipo TFT, WXGA u OLED que a su vez realiza la función de tapa del portátil y facilita su movilidad. Los portátiles más modernos cuentan con una pantalla de 13 pulgadas (33 cm) o mayor, con resoluciones de 1280×800 (16:10) o 1366 × 768 (16:9) pixeles o superiores. Algunos modelos utilizan pantallas con resoluciones comunes en ordenadores de sobremesa (por ejemplo, 1440×900, 1600×900 y 1680×1050).
Panel táctil para manejar el puntero en lugar del ratón.
Cargador o abreviadamente PSU (del inglés Power Supply Unit, fuente de alimentación), que tiende a ser universal (denominado Universal Power Adapter for Mobile Devices – UPAMD). Los portátiles se pueden cargar en uso, para optimizar tiempo y energía. Producen un voltaje de corriente continua de unos 12 voltios (en el rango de 7,2 a 14,8 voltios).
Batería, que suele tener típicamente una duración de 2 a 4 horas en equipos de 15,6″. Una batería de 6 celdas en un netbook con Intel Atom puede proporcionar una duración de unas 6 horas dependiendo del modelo y el uso.

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EL CAFÉ: HISTORIA.

La historia de cómo se extendió por todo el mundo el cultivo y el consumo de café es una de las más atractivas y románticas que pueda haber.  Esa historia empieza en el Cuerno de África, en Etiopía, donde el cafeto tuvo su origen probablemente en la provincia de Kaffa.  Hay varios relatos, imaginativos, pero poco probables, acerca de cómo se descubrieron los atributos del grano tostado de café.  Cuenta uno de ellos que a un pastor de cabras etíope le asombró el animado comportamiento que tenían las cabras después de haber mascado cerezas rojas de café.  Lo que se sabe con más certeza es que los esclavos a los que se llevaba de lo que es hoy el Sudán a Yemen y Arabia a través del gran puerto de aquel entonces, Moca, sinónimo ahora con el café, comían la suculenta parte carnosa de la cereza del café.  De lo que no cabe duda es de que el café se cultivaba en el Yemen ya en el siglo XV y es probable que mucho antes también.

Moca era también el puerto principal de la única ruta marítima a la Meca, el lugar más concurrido del mundo en aquella época.  Los árabes, sin embargo, tenían una rigurosa política de no exportar granos fértiles de café, para que no se pudiese cultivar en ningún otro lugar.  El grano de café es la semilla del cafeto, pero cuando se le quitan las capas exteriores se vuelve infértil.  Muchos fueron los intentos que se hicieron para lograr llevarse algunos cafetos o granos fértiles, pero esa carrera la ganaron por fin los holandeses en 1616, que consiguieron llevarse algunos a Holanda y allí los cultivaron en invernaderos.

Al principio, las autoridades del Yemen alentaron mucho el consumo de café, ya que sus efectos se consideraban preferibles a los más fuertes del “Kat”, un arbusto cuyas hojas y brotes se masticaban como estimulante.  Los primeros establecimientos de servir café se abrieron en la Meca y se llamaban “kaveh kanes”.  Ese tipo de establecimiento se extendió rápidamente por todo el mundo árabe y los cafés se convirtieron en lugares muy concurridos en los que se jugaba al ajedrez, se intercambiaban chismes y se disfrutaba del canto, el baile y la música.  Los establecimientos estaban decorados con lujo y cada uno de ellos tenía su propio carácter.  Nada había habido antes como el establecimiento de café:  un lugar en el que se podía hacer vida de sociedad y tratar de negocios en un ambiente cómodo y al que todo el mundo podía ir por el precio de un café.

Los establecimientos de café árabes pronto se convirtieron en centros de actividad política y fueron suprimidos.  Después, en las siguientes décadas, el café y los establecimientos de café fueron prohibidos varias veces, pero siguieron reapareciendo.  Con el tiempo se encontró una solución:  el café y los establecimientos de café tuvieron que pagar impuestos.

EL CAFÉ LLEGA A ASIA

Los holandeses empezaron también a cultivar café en Malabar, en la India, y en 1699 llevaron alguno a Batavia, en Java, en lo que es ahora Indonesia.  Unos cuantos años después, las colonias holandesas se habían convertido en la principal fuente de suministro de café a Europa.  Hoy en día Indonesia es el cuarto exportador de café del mundo.

EL CAFÉ LLEGA A EUROPA

Los comerciantes venecianos fueron los que primero llevaron el café a Europa en 1615.  Esa fue la época en que también aparecieron en Europa las otras dos grandes bebidas calientes:  la primera, el chocolate caliente, que llevaron los españoles de las Américas a España en 1528; la otra el té, que se vendió por primera vez en Europa en 1610.

Al principio el café lo vendían sobre todo los vendedores de limonada y se creía que tenía cualidades medicinales.  El primer establecimiento de café en Europa se abrió en Venecia en 1683, y fue el famosísimo Caffè Florian de la Plaza de San Marcos, que abrió sus puertas en 1720 y sigue aún hoy abierto al público.

El mayor mercado de seguros del mundo, Lloyd's de Londres, empezó a funcionar como un establecimiento de café.  Empezó el negocio en 1688 Edward Lloyd, que preparaba allí las listas de los buques que sus clientes habían asegurado.



EL CAFÉ LLEGA A LAS AMÉRICAS
 
La primera referencia a que se tomaba café en Norteamérica data de 1668 y, pronto después de esa fecha, se abrieron establecimientos de café en Nueva York, Filadelfia, Boston y algunas otras ciudades.  El Boston Tea Party de1773 se planeó en un establecimiento de café, el Green Dragon.  Tanto la Bolsa de Nueva York como el Banco de Nueva York empezaron en establecimientos de café, en lo que es hoy el distrito financiero de Wall Street.
Fue en el decenio de 1720 cuando el café se empezó a cultivar por primera vez en las Américas, gracias a lo que es quizá el relato más fascinante y romántico de la historia del café.  Gabriel Mathieu de Clieu era un oficial de la Marina francesa que estaba de servicio en la Martinica y que, en 1720, viajó a París con permiso.  Con alguna ayuda y no poco encanto personal adquirió un cafeto que se llevó con él en el viaje por mar de vuelta.  El cafeto fue instalado en una caja de cristal y dejado en cubierta para mantenerlo caliente y que no lo dañase el agua salada.  El viaje estuvo lleno de incidentes, o al menos así fue como lo contó Mathieu de Clieu en su diario:   piratas tunecinos persiguieron el buque, hubo una fuerte tormenta y el cafeto tuvo que ser amarrado.  Nuestro héroe se vio obligado a enfrentarse con un enemigo a bordo que tenía envidia y trató de sabotear el arbusto, hubo una pelea violenta en la que una de sus ramas se quebró, pero el cafeto sobrevivió a todo ello.
Después de esos incidentes el buque quedó inmóvil por falta de viento y se racionó el agua potable.  Para De Clieu estaba claro qué era lo más importante de todo y cedió la mayor parte del agua que le correspondía al cafeto.  El cafeto sobrevivió y él también.
Por último, el buque llegó a la Martinica y el cafeto fue replantado en Preebear, donde lo cercaron con un seto de espinas y lo cuidaron esclavos.  El cafeto creció, se multiplicó, y en 1726 se hizo la primera cosecha.  Está registrado que en 1777 había entre 18 y 19 millones de cafetos en la Martinica.  Había quedado establecido el modelo para un nuevo cultivo comercial que podía darse en el Nuevo Mundo.
Fueron los holandeses, sin embargo, los que primero empezaron a propagar el cafeto en América Central y del Sur, donde hoy en día reina sin rival como el principal cultivo con fines comerciales del continente.  El café llegó primero a la colonia holandesa de Surinam en 1718, y después se plantaron cafetales en la Guyana francesa y el primero de muchos en Brasil, en Pará.  En 1730 los británicos llevaron el café a Jamaica, donde hoy en día se cultiva el café más famoso y caro del mundo, en las Blue Mountains.  Llegado 1825, América Central y del Sur estaban en ruta hacia su destino cafetero.  Esa fecha es también importante porque fue cuando se plantó café por primera vez en Hawai, que produce el único café estadounidense y uno de los mejores.

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VIDA RURAL EN FINLANDIA.
 
Elegir el campo como lugar de retiro no solo se asocia a la idea de disfrutar de unas merecidas vacaciones, sino también a la necesidad de mantener el equilibrio entre la esfera personal y la profesional, además de favorecer el descanso, la recuperación y el reencuentro con la naturaleza. Es el llamado zen nórdico.
“Los finlandeses se desplazan al campo para descansar, disfrutar de la sauna, nadar y compartir un tiempo de ocio de calidad con la familia o con los amigos”, afirma Lana Lavonen, una profesora de yoga de origen ruso y finlandés que también es asesora de medicina ayurveda. Lavonen pasó su infancia en la ciudad rusa de Petrozavodsk, pero se trasladó a Finlandia hace ya 28 años, recién cumplida la mayoría de edad.
“Algunos van al campo a pescar y otros van con los amigos a tomar algo y a divertirse, pero la mayoría de finlandeses huyen del ritmo trepidante de la ciudad en busca de descanso”, añade Lavonen.
Ella es una más entre los numerosos finlandeses que veranea en su casita de campo, un fenómeno conocido como mökkielämä; o vida rural. Su casa está en Hämeenkoski, a unos 100 kilómetros de Helsinki.
Según el Instituto Nacional de Estadística finlandés, en diciembre de 2017 había oficialmente cerca de medio millón de casas de campo en todo el país. Las estadísticas oficiales solo contabilizan las cabañas básicas tradicionales, cuyo tamaño medio no supera los 40 metros cuadrados. Dado que no se tienen en cuenta las segundas residencias más grandes, probablemente el número real de casas en Finlandia supera con creces las 507.000 (se estima que, como mínimo, puede ser el doble o el triple de esta cifra).
De acuerdo con las estadísticas, la ciudad de Kuopio, situada al este de Finlandia, lidera el ránking de los destinos preferidos para casas de campo, con 10.789 casas. La siguen Mikkeli, Parainen, Lohja, Savonlinna y Hämeenlinna (cerca de la salida de Hämeenkoski, donde se encuentra la casa de Lavonen), con 8. 043 casas.
Para Lavonen, desplazarse al campo implica dejar atrás el estrés de la ciudad, incluido el trabajo.“Disfruto de la naturaleza, los paseos por el bosque, el silencio y la soledad”, comenta. “Cuando estoy en el campo, mi vida no es tan atareada ni tan frenética como en la ciudad, y además duermo mejor.”
Y la naturaleza no solo es una fuente de alimentación en todos los sentidos, sino que a Lavonen le sirve para cargar las pilas. “La vida en el campo me da fuerzas y energía”, añade.
Un antiguo proverbio finlandés sostiene que la sauna –el templo finlandés de la relajación, el calor y el vapor– es la farmacia de los pobres “sauna on köyhän apteekki”, un remedio natural para todo lo que produce malestar en los hombres, las mujeres o los niños.


Pero, sin lugar a dudas, lo más destacado de la experiencia que supone vivir en las casas de campo finlandesas es la sauna situada a orillas de un lago. “Yo tomo una sauna dos veces al día, por la mañana y por la noche”, explica Lavonen. “Te calienta el cuerpo y te permite liberar toxinas a través del sudor. Después, me doy un baño en un lago de agua helada y regreso a una sauna caliente. Resulta refrescante, divertido y me sienta fenomenal”.
Pese a que, tradicionalmente, no todas las casas de campo finlandesas están preparadas para vivir durante el invierno, ni disponen de todas las comodidades de la vida moderna, la cabaña de Lavonen posee electricidad y agua corriente, puesto que también suele ir allí durante los meses más fríos del invierno.
Lavonen aporta su toque personal a la experiencia de la vida tradicional en el campo mediante la práctica del yoga en su casita de Hämeenkoski. “La naturaleza me ayuda a relajarme y a conectar con mi mente. Y unida al yoga, me proporciona mayor felicidad y paz interior”, comenta. “Cuando regreso del campo, me siento feliz y relajada, con las pilas cargadas y lista para enfrentarme al ritmo vertiginoso de la ciudad y poder combatir el estrés.”

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COMO EL PERRO Y EL GATO
(Cuento)
 
Dicen que los gatos y los perros han sido enemigos naturales desde siempre, pero… ¿es esto cierto? Muchos dicen que un perro y un gato no pueden ser amigos, pero como toda regla tiene su excepción, amiguitos, esta historia sobre un perro llamado Sam y una gata llama Betty os lo demostrará.
Todo comenzó a mediados de abril, un mes bastante agradable que a Sam le gustaba especialmente, porque consideraba que no hacía ni demasiado frio ni demasiado calor y, como él vivía en las calles, era la temporada ideal para dormir bajo las estrellas. Un día de ese mes Sam se encontraba paseando con algunos amigos cuando unos ladridos le alertaron de que un intruso se acercaba. Corrieron a toda prisa y, al llegar, se encontraron con una gata que parecía enfadada y que parecía asustada también, tal vez de los ladridos.
Es solo una gata —Ladró Sam acercándose un poco más.
Los gatos no son amigos —Ladró Pepe pidiendo a Sam que se alejara.
No me moveré, está muy asustada. Dejadla tranquila —Ladró de nuevo Sam, mostrando sus grandes dientes para hacerse respetar.
Tras esto, los demás perros se intimidaron tanto que se fueron corriendo, dejando a Sam solo con aquella gata asustada:
¿Cómo te llamas? —Ladró Sam de manera tímida en señal de respeto.
Soy Betty —Maulló ella, mientras se alejaba un poco más— Gracias por ayudarme.
¿Quieres ser mi amiga? —Ladró Sam.
Mientras Betty lo miraba fijamente y, tras unos largos segundos, comenzó a reírse con unas carcajadas tan divertidas y tiernas que parecían estornudos.
Los gatos y los perros no son amigos, todos lo saben. —Maulló Betty saltando a una caja cercana.
Esas son cosas tontas, todos podemos ser amigos. —Respondió Sam moviendo la cola de un lado a otro— Además, si nos divertimos juntos… ¿qué importa lo que digan los demás?
¿Y a qué podríamos jugar? Somos muy diferentes —Maulló Betty mientras observaba cómo Sam parecía cada vez más nervioso.
Tú corres y yo te persigo, y luego yo corro y tú me persigues —Respondió Sam emocionado, esperando que Betty comenzara a correr.


Tras aquellas palabras Betty dudó un buen rato, pues sería raro que un perro y un gato tuvieran una amistad, pero dejando de lado los prejuicios decidió ponerse a jugar con Sam. Así, corrieron por todo el parque, por todo el puente y por todo el río, riendo, saltando, maullando y ladrando. Aquello fue tan divertido que quedaron de nuevo al día siguiente para seguir jugando, y desde entonces nunca más se separaron. Sam alejaba a los perros que molestaban a Betty y ella le ayudaba a conseguir objetos de lugares altos, además de hacerle muchísima compañía.
Desde entonces ambos, perro y gato, aprendieron una bonita e importante lección: que un perro y un gato pueden ser grandes amigos, como cualquier otro ser vivo, y que los grandes amigos (sean como sean) pueden hacerse compañía y cuidarse mutuamente. Sam y Betty demostraron que, si es a cambio de estar acompañado, de pasarlo bien y de vivir mil y una aventuras…¡bien vale llevarse como el perro y el gato!
Tú corres y yo te persigo, y luego yo corro y tú me persigues —Respondió Sam emocionado, esperando que Betty comenzara a correr.
Tras aquellas palabras Betty dudó un buen rato, pues sería raro que un perro y un gato tuvieran una amistad, pero dejando de lado los prejuicios decidió ponerse a jugar con Sam. Así, corrieron por todo el parque, por todo el puente y por todo el río, riendo, saltando, maullando y ladrando. Aquello fue tan divertido que quedaron de nuevo al día siguiente para seguir jugando, y desde entonces nunca más se separaron. Sam alejaba a los perros que molestaban a Betty y ella le ayudaba a conseguir objetos de lugares altos, además de hacerle muchísima compañía.
Desde entonces ambos, perro y gato, aprendieron una bonita e importante lección: que un perro y un gato pueden ser grandes amigos, como cualquier otro ser vivo, y que los grandes amigos (sean como sean) pueden hacerse compañía y cuidarse mutuamente. Sam y Betty demostraron que, si es a cambio de estar acompañado, de pasarlo bien y de vivir mil y una aventuras…¡bien vale llevarse como el perro y el gato!

 

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