viernes, 29 de mayo de 2020

ACUARIO MARINO, EL VINTAGE, LA NATURALEZA Y EL MATRIMONIO.

ACUARIO MARINO.

Los acuarios marinos son aquellos que contienen agua salada. La fauna y flora que puede tener un acuario marino es realmente vistosa y exótica, además de estar compuesta por un gran colorido y diversidad de formas. Entre los acuarios marinos, los mares tropicales son los que más se suelen reproducir.
En un principio, estos acuarios sólo contaban con peces. Hoy en día se han incorporado más y más tipos de especies: estrellas de mar, erizos, anémonas y corales, entre otros.
Un acuario de agua salada ya no es un simple elemento decorativo, sino que es un espacio en el que podemos observar elementos de la naturaleza que de otro modo no podríamos ver.
 Mantener un acuario marino no tiene por qué requerir mucho tiempo, todo depende del tiempo que tú quieras dedicarle y del tipo de hábitat que quieras simular. Por la misma razón, puede ser más o menos complicado. Eso sí, no hay que tomárselo a la ligera. Los animales que en él vivan deben estar lo mejor posible para evitarles problemas de salud.
Lo más importante en un acuario marino es reproducir la naturaleza lo más exacta posible. Existen diferentes ambientes marinos y cada uno tiene sus características únicas, pero siempre hay elementos que comparten las aguas marinas tropicales, especialmente en zonas de arrecifes de coral. Es de estas zonas de donde provienen gran parte de los animales marinos de interés para una pecera.


Una iluminación y temperatura adecuada en un acuario marino es de vital importancia para la salud de nuestros peces, plantas y corales.
La iluminación más sencilla es mediante luces LED. No necesitan transformador ni baterías, y se conectan a la corriente directamente. Existen de diferentes colores para dar el ambiente que se quiera al acuario. Su gran ventaja es el poco consumo eléctrico que suponen.
Una lámpara proporcionará gran potencia, claridad y una iluminación muy potente que favorecerá el crecimiento de los corales. Las lámparas adecuadas cuentan con bombillas de halogenuro metálico y son perfectas para simular el hábitat natural del arrecife de coral. Por otra parte, los tubos fluorescentes ofrecen a la pecera un espectro luz blanco-azulada.
De todas formas, dentro de lo posible, sitúa el acuario donde reciba la luz del sol de forma directa. Los peces vivirán mucho más felices.
La temperatura del acuario es un factor muy importante para la mayoría de seres vivos que se encuentran en él. La temperatura del agua debe encontrarse entre los 15 y los 27ºC, aunque algunos ejemplares necesitan de una temperatura concreta.
Para mantener esa temperatura, en el caso en el que tengas un acuario pequeño, un termocalentador de pequeñas dimensiones es lo ideal. Es casi imposible romperlos y son sumergibles. Si, por el contrario, tienes un acuario grande, lo más adecuado es un calentador automático semielectrónico. Mediante este objeto es posible controlar con gran precisión la temperatura del agua,

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PINTURAS VINTAGE.

Generalmente, este término se utiliza al referirse a objetos con una cierta edad de elaboración, pero que no pueden aun recibir el nombre de antigüedad; esto debido a los diversos cambios o evoluciones que pudieran tener a medida del tiempo, sin embargo, en las pinturas suelen ser amplios estos conceptos.
La principal utilización de esta técnica es para hablar de manera muy directa de todas aquellas obras de artes que llevan alrededor de más de 20 años de edad, al igual que su significado, historia y calidad a la vista de cada uno de los amantes del arte, convirtiéndose en la actualidad como una de las mejores decoraciones que capta la atención de sus admiradores.


Esta técnica se caracteriza por la utilización de la imaginación en cuanto a las obras de artes, ya que así se muestran en ellos los sentimientos y emociones de una manera más directa, captando por completo la atención del público; y despertando su interés sobre las pinturas Vintage, es decir con una serie de años históricos. La destreza con la que fueron realizadas estas pinturas es una de las técnicas también resaltantes a la hora de catalogar estas artes como una de la más destacada o impresionante en la trayectoria artística de cualquier persona amante y apasionada del verdadero arte.
Básicamente esta es una de las técnicas utilizadas para estudiar la composición de los diseños de cada una de las obras de artes y con ellos evaluar la calidad de comprensión de las medidas para su elaboración, y que así se pueda hacer presente en los mejore recordatorios por cada una de las personas.
De esta manera, lograr equilibrar el valor de las pinturas, y así hoy convertirse en una de las más importantes técnicas para las pinturas Vintage, y su desarrollo en los diferentes ámbitos del arte. Estas son sólo algunas de las técnicas empleadas en las pinturas Vintage, para darle vida y belleza a los cuadros como obras de artes, con el objetivo de destacar el realismo en cada uno de ellos; para así mantener la calidad brillante y famosa de esas obras que han marcado la vida de las personas.



Si deseas aprender a como considerar una pintura Vintage es necesario que comiences a utilizar estas técnicas para que así catálogues las pinturas y puedas impulsarte a desarrollar tus propias técnicas, en función de incentivar la imaginación, ingenio, intelectualidad y otros motores impulsadores.
Para que finalmente puedas desarrollar cada una de tus habilidades en cuanto a la pintura como una de los mejores artes para la expresión de los sentimientos y emociones en tu vida artística. Por eso, es que, las técnicas de pintura Vintage son completamente importante, dentro del mundo del arte.

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LA NATURALEZA Y SU IMPORTANCIA.

Desde pequeños estamos acostumbrados a admirar a diario las maravillas de las plantas y flores, nos gusta interactuar con los animales domésticos y saber cómo cuidarlos, alimentarlos y protegerlos. En muchos casos, nos encariñamos con ellos como si fueran parte de nuestra familia. También desde nuestra infancia nos maravillamos con aquellos animales que son salvajes y que se desplazan elegantemente por nuestro entorno o en lugares lejanos buscando su alimento. A ellos los podemos observar en lugares especialmente acondicionados para eso como los zoológicos o los parques botánicos y es menester de los humanos saber mantener, conservar y cuidar esos lugares y sus habitantes como corresponde.
La naturaleza también está presente cuando miramos el paisaje y nos asombramos por su belleza, cuando llueve y miramos las gotas caer en nuestra ventana. A veces nos asustamos con los truenos y nos dan miedos fenómenos climáticos muy violentos y peligrosos como los tornados, los maremotos o los terremotos. Las sensaciones que nos genera la naturaleza son infinitas. Todo esto nos prueba que nuestra vida está en directa relación con la naturaleza y aunque a veces creamos que ya no la necesitamos, ella está en todo y debemos cuidarla.


A partir de todo lo establecido, queda claro que nuestra relación con la naturaleza es intrínseca. No podríamos existir sin ella, sin todos sus recursos y elementos, sin todo lo que la hace tan perfecta, bella y peligrosa. Como seres racionales, depende de nosotros hacer el esfuerzo necesario para que todo lo que ella nos brinda siga existiendo en las condiciones más originales posibles, para que siga siendo fuente de recursos y de belleza, para que otros seres vivos puedan pervivir al lado nuestro en el complejo planeta en que vivimos.
Es importante comprender entonces que el cuidado del Medio Ambiente no sólo nos permitirá deleitarnos con los paisajes naturales y todo lo que la naturaleza ha creado en millones de años de evolución, sino que será además una forma de poder cuidarnos a nosotros mismos, como miembros de dicho ecosistema, como quienes necesitan de él y deben protegerlo por su propio bienestar, evitando los desequilibrios que puedan terminar con nuestra supervivencia, que destruyan la belleza y la armonía de la naturaleza, que dejen marcas imborrables en ella y pongan en peligro la vida. Nuestra responsabilidad es total frente a estos problemas y por lo tanto debemos actuar en consecuencia para asegurarnos la vida que nos pertenece y la de los demás seres vivos que sufren estos cambios sin poder hacer nada al respecto.

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EL MATRIMONIO Y LOS DERECHOS DE LAS MUJERES.

Daniel Defoe dijo a principios del siglo XVIII que el matrimonio era “prostitución legalizada”, una visión muy acorde con el rol de la mujer por aquel entonces. La ley inglesa desposeía a todas las mujeres (exceptuando a la reina) de sus posesiones cuando contraían matrimonio. No podían poseer tierras ni tenían control sobre sus posesiones, algo que, matizado, ocurriría hasta mediados del siglo XX, cuando las mujeres aún debían pedir permiso de sus maridos para abrir una cuenta bancaria o adquirir un automóvil. Y la dote era una moneda de cambio habitual.
En 1856, 26.000 mujeres reivindicaron su derecho a gozar del producto de su trabajo. Todo cambiaría con la Ilustración y el pensamiento positivista, el momento en el que el amor comienza a ser un factor más de la ecuación. El Romanticismo de la primera mitad del siglo XIX y la revolución industrial, que propiciaron la aparición de una amplia clase media, instaurarían por completo el amor como centro del matrimonio. El hombre ya no vivía en el campo, sino en la ciudad, y podía elegir con quién quería pasar su vida gracias al fruto de su trabajo. Es también cuando aparecen los primeros movimientos liderados por mujeres, que reivindican su derecho a decidir, y que cambiarán para siempre la percepción del matrimonio. En 1856, 26.000 mujeres trasladaron una petición al Parlamento británico señalando que “es hora de que se proteja el producto de nuestro trabajo y que al ingresar al matrimonio ya no se pase de la libertad a la condición de esclavos, cuyas ganancias pertenecen a su amo y no a sí mismos”. Era sólo el principio.


SIGLO XX

El psicoanalista Sigmund Freud también desacreditó las uniones por interés, a las que pidió se castigaran. Poco a poco, los matrimonios de conveniencia volvieron a ser patrimonio exclusivo de casas reales y alta aristocracia: el amor triunfó. Los divorcios, también. La visión que a partir del siglo XX se conformó sobre el matrimonio difiere bastante de aquella que se mantuvo durante los milenos precedentes y ha venido determinada por dos factores esenciales. Por una parte, la adquisición de los derechos de la mujer, ya en igualdad de condiciones con el hombre; por otra, la desacralización de dicha unión, en sintonía con la progresiva pérdida de peso de las religiones en la vida privada.
El horizonte de la mujer deja de ser únicamente el de ama de casa y los divorcios aumentan. Si el siglo XIX fue el siglo del amor, el XX fue el siglo del sexo. Especialmente, de los años sesenta para adelante. Las relaciones sexuales esporádicas dejaron de ser tabú y comenzaron a ser aceptadas (incluso aplaudidas) socialmente, y los métodos anticonceptivos contribuyeron a hacerlo todo más fácil. Finalmente, en los años setenta la legislación de la mayor parte de países occidentales ya podía considerarse como neutral para hombres y mujeres que, si bien desempeñaban roles distintos en la pareja, veían cómo la ley los reconocía de la misma manera. Los divorcios aumentan en un 100% en Estados Unidos entre 1966 y 1979 y se convierten en práctica habitual en Occidente. El horizonte vital del sexo femenino ya no es únicamente ser ama de casa y esposa.
Al matrimonio sólo le faltaba una última frontera por cruzar, la de las relaciones homosexuales. España aprobó los matrimonios gais en julio de 2005; en abril de este año, Francia hizo lo propio, y esta misma semana, el Tribunal Supremo de Estados Unidos declaraba inconstitucional la ley contra el matrimonio homosexual (la llamada DOMA), que defendía que la única unión posible es la que se produce entre un hombre y una mujer. Efectivamente, el matrimonio no es lo que era, pero nunca lo fue.

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